El pasado martes fue el 3 de tamuz en el calendario judío. Éste fue el día en que Josué ganó una de las batallas contra los reyes que se oponían a la entrada de los judíos en la tierra de Canaán. En ese día, mientras se libraba la batalla y los judíos estaban por ganarla, Josué observó que el Sol se iba ocultar trayendo consigo la noche. En el calor de la batalla, le ordenó dejar de moverse y permanecer en el lugar que se encontraba, y a la Luna le prohibió surgir. Los astros le obedecieron y no cambiaron de posición hasta que el pueblo de Israel ganó la batalla. Fue un milagro, sin embargo, según los comentaristas (Radak, Malbim) un milagro innecesario.

En base a los comentarios de Malbim el ejército judío hubiera ganado la batalla aunque los astros no hubieran obedecido a Josué. Esto no quita peso a la magnitud del milagro, ni a su singularidad. En toda la historia de la humanidad nunca se había visto que los astros o la naturaleza obedecieran una orden humana. Generalmente, cuando D-os había concedido milagros a los hombres, siempre habían sido precedidos por rezos y ruegos, no órdenes.

En el caso de Josué, él ni siquiera se dirigió a D-os y aun así D-os altero los procesos naturales por él. ¿Por qué hizo eso, además, por qué lo hizo por un evento aparentemente innecesario? En varios momentos los sabios nos recuerdan que “D-os no hace un milagro en vano,” entonces ¿qué nos quiere decir con el evento de Josué? Conocer la naturaleza de lo que implica un milagro, nos puede ayudar a entender este pasaje.

Milagros naturales y sobrenaturales

En hebreo “milagro,” se dice “nes;” significa elevado. Estamos acostumbrados a que la naturaleza siga ciertos patrones y se vuelva predecible, al punto tal que podemos deducir leyes de su comportamiento. A veces, pareciera que es la naturaleza quien rige la forma en que vivimos. Sin embargo, toda creencia religiosa nos recuerda que el hombre y los sistemas naturales dependen de D-os, su Creador. Esa es la esencia del milagro, es la revelación de D-os imponiéndose por encima de un medio natural o a través de él. Eleva a aquel que lo presencia y aquel que lo vive. Le permite ver más allá de la máscara de la naturaleza y los inspira a superar sus propias limitantes físicas.

Hay dos tipos de milagros: aquellos que son sobrenaturales que alteran las leyes de la naturaleza, cuya elevación es a través de la confrontación y crean una realidad alterna a la que conocemos, y aquellos que usan las leyes naturales, estos últimos expresan el actuar de D-os sin alterar las leyes físicas. Ambos son manifestaciones de la divinidad; el primero eleva a los involucrados través de la sublimación, como se había mencionado antes, a través de forzar las leyes a una superación propia, y el segundo eleva a la naturaleza usando medios propios a ella, algunos opinan que este tipo de milagros tienen mayor santidad dado que muestra la perfección material sin alteraciones.

El caso de Josué y el Sol fue un milagro sobrenatural, un milagro de confrontación. Lo que esto nos enseña es que D-os estaba haciendo explícito su apoyo a los judíos en la batalla, les estaba recordando que Él es capaz de alterar todo orden físico, incluyendo el tiempo y los astros. También le estaba recordando al pueblo de Israel el origen de su nombre “aquel que lucha contra lo divino,” es decir, que lucha contra sí. Les estaba recordando que así como Él puede hacer que el Sol vaya en contra de su naturaleza, el pueblo judío también puede luchar encontra de la suya para superarse. Lo que D-os les estaba diciendo en ese momento es que la forma de alcanzar lo divino es sublimándonos, luchando diariamente por hacer Su voluntad hasta encontrar lo mejor de nosotros en ella, hasta que hayamos sublimado todas las leyes que nos conforman y las hayamos transformado en algo superior, algo divino. D-os nos estaba enseñando a superarnos a través de la confrontación.