Esta es la inspiradora historia de un beduino israelí que superó obstáculos sociales y físicos para lograr su sueño.

GILI ELIYAHU ADLER

Entre los graduados que recibieron su doctorado en la Universidad Ben Gurión del Neguev el miércoles, uno destacó por encima del resto.

Ramadan Abu-Ragila, de 34 años, tiene una distrofia muscular, una enfermedad degenerativa que resulta en un creciente debilitamiento y descomposición de los músculos esqueléticos. Está atado a una silla de ruedas y depende de una máquina de oxígeno para respirar. Un beduino, de la ciudad de Segev Shalom, al sureste de Beersheba, Abu-Ragila acaba de terminar su doctorado en física, especializado en la difusión de partículas de agua.

“Sentí una enorme satisfacción al alcanzar un objetivo y llegar a un punto lejano que me había fijado”, dijo Abu-Ragila a Tazpit Press Service (TPS).

Abu-Ragila dijo que se fijó esa meta en la escuela secundaria. “La gente me dijo que la física era un tema muy difícil, así que decidí elegirla como carrera. Pensé que sería muy desafiante, pero los retos no son algo de lo que yo huya”.

Abu-Ragila no se enfrentó a esos desafíos solo. Su hermano Jihad, que es dos años más joven, se encargó de ayudar a su hermano mayor a lograr sus metas.

“Un día vi a Ramadán sentado en casa. Me dijo que se había matriculado para estudiar ingeniería nuclear en la universidad, pero que no tenía forma de llegar a Beer Sheva. Decidí que le ayudaría, y desde el primer día de su primer grado hasta su doctorado lo acompañé. Él era el cerebro y yo proveía las piernas”, dijo Jihad.

Ramadán dice que el cambio de la vida protegida de un pequeño pueblo beduino al mundo académico no fue una transición fácil. “Al principio fue muy difícil, el primer mes, el primer año. Fueron muy duros”, relató Abu-Ragila.

“Comprendí que la transición de la escuela secundaria a la academia no era nada sencilla. Pero afortunadamente tuve un ambiente muy solidario. Mi hermano Jihad, mi familia y amigos. Lentamente me acostumbré. Mi éxito es su éxito”, dice.

Superar obstáculos en la vida
Abu-Ragila evita hablar de cómo lidió con su condición física deteriorada junto con las exigencias rigurosas de sus tareas académicas. Todo lo que está dispuesto a decir es que nunca recibió ninguna facilidad en especial y siempre le enseñaron a creer en sus habilidades “hasta que yo mismo creí en ellas”.

Sus experiencias le han enseñado una lección central en la vida: “Quienquiera que seas y no importa el camino que elijas, siempre habrá obstáculos. Es nuestro deber esforzarnos por superarlos”.

Habiendo logrado su objetivo, Abu-Ragila no tiene intención de detenerse allí. Ya se ha inscrito para un estudio postdoctoral en el Technion-Institute of Technology de Haifa. “Desde mi perspectiva, la siguiente etapa para mí es servir a la comunidad académica y seguir desarrollando mi campo de investigación para servir a la humanidad”.

Fuente: TPS via United with Israel – Traducción: Silvia Schnessel – Reproducción autorizada con la mención siguiente: ©EnlaceJudíoMéxico