Enlace Judío México.- “Yo nací en la cocina,” dice Charlie Klein al otro lado de la mesa. Y al instante me imagino a una señora pariendo tras la estufa. El recién nacido, tranquilizado con una malteada de chocolate.

ALAN GRABINSKY PARA ENLACE JUDÍO MÉXICO

El niño creció: ahora porta una camisa de botones con rayas azules y tiene el pelo peinado hacia atrás. Debajo de su mano hay una hoja con números, el reporte financiero más reciente del restaurante donde transcurrió toda su vida.

Son las once de la mañana de un viernes y el lugar está a reventar. Atrás de nosotros, unas señoras de sesenta años, vestidas en gamas de pastel, discuten sobre sus nietos; al lado, una familia completa se ha apoderado de una mesa larga. Al igual que ellos, para mi familia Klein´s es un ritual íntimo: cuando mi hermano viene del extranjero, es el primer lugar que quiere visitar.

Edward, el papá de Charlie, era originario de San Antonio y fue cadete durante la Segunda Guerra Mundial. Cuando ésta acabó, decidió separarse del negocio familiar (una fábrica de telas en México) para abrir un local que vendiera hamburguesas, hot dogs y malteadas en Polanco.

Klein´s se inauguró en Avenida Masaryk, en 1962. Ahora, es de los pocos que ha sobrevivido el aburguesamiento de la zona. Permanece entre Louie Vuttón y Armani, con su decoración y muebles de los cincuenta, atrayendo a nueva clientela joven y pudiente con su estética “vintage” (que, más que surgir de un sueño hipster, surge de una vocación por mantenerse igual).

La esposa de Edward, Doña Andrea, era poblana y preparaba en su casa platillos como sopes, chilaquiles, tacos y consomé. Al poco tiempo, estos platillos también entraron al menú. En aquella época– los sesenta y setenta– Polanco era el corazón de la comunidad judía y la clientela, que era 90% ashkenazi, empezó a pedirle a los meseros sus sandwiches de roast-beef y sus bagels con salmón ahumado y queso crema.

Hoy en día el restaurante es una mezcla única de comida americana, judía, y mexicana y, aunque no es estrictamente kosher, la sopresa que uno se lleva al ordenar, por ejemplo, la torta de salami kosher (“Un invento de Klein´s” dice Charlie, orgullosamente) o chilaquiles con pastrami, es única.

En los últimos años, Klein´s ha tenido que seguir a su clientela en su tránsito por la ciudad para sobrevivir. El restaurante original sigue estando en Polanco (50% de sus clientes son ahora judíos, dice Charlie), pero ahora existen sucursales del mismo en Santa Fe y Bosques. Sucede lo que pasó con la Nevería Roxy: los dueños se dieron cuenta de que lo auténtico también se puede copiar.