La semana pasada explicamos cómo sucedió que Judea (יהודה = Israel) dejó de ser un estado independiente y se transformó primero en un estado vasallo de Roma y luego, en la época del emperador Augusto, en una provincia Romana. Roma a partir de ese momento, intento acabar con el judaísmo.

RABBI YOSEF BITTON

Al perder su autonomía, los yehudim ya no podían controlar quiénes habitaban en su territorio y los romanos incentivaban a los gentiles a establecerse en Israel eximiéndolos de impuestos. Roma también trataba de imponer su idolatría. El peor episodio de este tipo, algo que expuso al pueblo judío virtualmente a su extinción, ocurrió en el tiempo de Calígula.

Calígula fue emperador entre los años 37 y 41. Las excentricidades de Calígula solo pueden ser justificadas con la presunción de insanidad mental. En el año 40 Calígula se auto-proclamó un dios. Hizo derribar la cabeza de las estatuas de los ídolos romanos y las reemplazó con la suya. En Roma hizo erigir dos templos a su servicio. Y como si esto fuera poco, puso su divinidad a prueba con los judíos. Primero mando a colocar sus estatuas en las sinagogas de la ciudad de Alejandría, donde había una importante población judía. Los yehudim se opusieron con todas sus fuerzas, y el mismo procurador romano, Flacus, se negó a obligar a los judíos a erigir las estatuas de Calígula que reaccionó removiendo a Flacus de su puesto y mandándolo a ejecutar.

Lo peor ocurrió en el año 40, cuando a Calígula se le ocurrió que debía instalar su estatua en el Bet-haMiqdash, el gran Templo de Yerushalayim. Flavio Josefo, que seguramente escuchó el testimonio de testigos presenciales, relata que los yehudim de Israel estaban en un estado de pánico cuando escucharon estas noticias. El procurador de Siria, Petronio, fue enviado a Yerushalayim al mando de dos legiones romanas para que se cumplieran las órdenes de Calígula. Cuando Petronio llegó a Aco fue interceptado por una delegación muy numerosa de yehudim que habían llegado desde todos los confines de Israel. Le explicaron a Petronio que la Torá prohíbe terminantemente esculpir imágenes de HaShem, y cuanto más está prohibido tener una imagen de un ídolo humano y exponerla en el Bet-haMiqdash.

Petronio les dijo: “¿Estáis preparados entonces para enfrentarse a una guerra con el emperador romano?” A lo que los yehudim le respondieron: “Si el emperador persiste en su deseo de colocar esas estatuas en el Bet-haMiqdash deberá matar primero a la totalidad de la nación judía. Ningún judío va a dejar de sacrificar su vida para evitar tal afrenta. “ Acto seguido, todos los yehudim se presentaron ante Petronio, con sus esposas y sus hijos diciéndole que estaban dispuestos a defender el honor del Bet haMiqdash con sus vidas. En este punto quiero aclarar que esto no era una mera demostración “simbólica” de rebeldía por parte de los yehudim. La supervivencia del pueblo judío estuvo en juego en estas circunstancias. Y tampoco era una mera demostración de poder por parte de Petronio. Recordemos que Calígula mandó a matar a Flacus por no haber ejecutado su orden. Petronio no dio marcha atrás, pero se tomó su tiempo. Y milagrosamente, en el año 41, Calígula fue asesinado en una histórica conspiración organizada por su propia guardia imperial.

Los yehudim nos mantuvimos unidos y firmes en nuestros principios, y HaShem estuvo de nuestro lado.

El nuevo emperador romano, Claudio. (41-54 EC), fue un poco mejor con los yehudim. Claudio restauró la autonomía de Judea y en el año 41 les permitió tener su propio rey, Agripas (llamado por los historiadores: “Herodes Agripas I”) era muy respetuoso de la Torá y de sus leyes y protegió el Bet haMiqdash. Su reinado fue recordado por los yehudim como muy positivo y favorable. Pero duró muy poco…. Agripas murió en el año 44.

Como veremos en los próximos días, luego de la muerte de Agripas comienza un periodo muy amargo y difícil para Am Israel, que culminó con la destrucción del Bet haMiqdash en el año 68.

 

 

 

Fuente: halaja.org