Roberto Sonabend, Presidente de AMUHJ, dio un discurso durante el BOG 2017 en representación de Isaac Becker, con motivo de la inauguración del auditorio del Centro de Estudios del Cerebro Edmond y Lily Safra, en la Universidad Hebrea de Jerusalem.

Queridos amigos:

Hoy tengo el honor de representar a Isaac y a Luba Becker. Ellos no pudieron venir por una muy buena razón, están recibiendo a su primer nieto en México.

Si Isaac estuviera aquí hoy, dedicaría estas palabras para elogiar a la Universidad Hebrea. Por favor, perdónenme, pero aprovecharé el hecho de que él no está aquí para decir unas palabras sobre él.

Isaac fue el fundador de los Amigos Mexicanos de la Universidad Hebrea de Jerusalén; fue su Presidente durante 21 años. En 1986 Isaac recibió un Doctorado Honorario de la UHJ. Isaac ha hecho muchas cosas muy buenas en favor de la UH, pero en lugar de enumerarlas todas, quiero compartir con ustedes una historia que me recuerda mucho a Isaac.

La moneda oxidada, por Tuvia Bolton

Hace muchos años, el rabino Zalman de Liadi estaba recaudando dinero para rescatar a los prisioneros judíos. Primero fue a una ciudad famosa porque era hogar de un hombre tacaño con una riqueza considerable, reacio a compartir sus bendiciones, sin importar cuán digna fuera la causa.

La mayoría de los rabinos y los mendigos por igual evitaban su casa, pero los que no la evitaban recibían una sola moneda de cobre oxidado, que incluso el más desesperado mendigo se negaba a recibir.

Cuando el rabino Zalman llegó a la ciudad, los ancianos de la comunidad lo recibieron. Pero cuando mencionó que iba a visitar al avaro y quería que dos rabinos lo acompañaran, se rehusaron. El rabino insistió y finalmente aceptaron su petición.

La tarde siguiente los tres se pararon frente a la mansión del avaro. Antes de llamar a la puerta, el rabino le dijo a sus acompañantes que no pronunciaran una sola palabra, sin importar lo que oyeran o vieran. Momentos después estaban sentados en una habitación de lujo, y el dueño regresaba de su caja fuerte con una pequeña bolsa de terciopelo con dinero.

-Sí -dijo el hombre rico – ¡Una historia conmovedora! Viudas y huérfanos en cautiverio. Ah, el sufrimiento del pueblo judío. ¿Cuándo terminará? Ten, rabino, toma mi humilde donación.

Para sorpresa del avaro, el rebe pareció complacido con el regalo. De hecho, le sonrió con calidez al tiempo que guardaba la única moneda en el bolsillo y decía: -Gracias, señor Solomon. Que Dios te bendiga y te proteja siempre. El rabino entonces procedió a escribirle un recibo, agregando todo tipo de bendiciones en su más hermosa caligrafía.

-Gracias de nuevo, amigo mío -dijo el rabino mientras se ponía de pie y le estrechaba la mano, mirándolo profundamente a los ojos con admiración-. “Debemos irnos. Tenemos mucho que hacer esta noche.

Mientras los tres rabinos salían de la casa, el rabino Zalman se dio la vuelta y le dio a su anfitrión otro cálido adiós. -Deberías haberle arrojado la moneda a la cara -siseó uno de los rabinos. -No voltees, y no digas una palabra -susurró el rabino mientras caminaban hacia la puerta principal.

De repente oyeron la puerta que se abría detrás de ellos y al avaro que los llamaba: “Rabinos, rabinos. Vuelvan por favor un momento. En unos minutos estaban sentados nuevamente en la cálida habitación, pero esta vez el hombre rico caminaba de un lado a otro sin cesar. Se detuvo un instante y le preguntó al rabino: -¿Cuánto dinero necesitas para rescatar a estos prisioneros?

-Alrededor de cinco mil rublos -respondió el rebbe.

“Bueno, aquí hay mil… He decidido dar mil rublos. -Los otros rabinos estaban asombrados. El rabino volvió a estrechar la mano del señor Solomon, agradeciéndole cordialmente, y de nuevo escribió un hermoso recibo con bendiciones y alabanzas.

-¡Eso fue un milagro! -susurró uno de los rabinos mientras salían de la casa y caminaban hacia la puerta. De repente, la puerta de la casa se abrió detrás de ellos. Rabinos, por favor, he cambiado de opinión. Por favor, vuelvan una vez más. Quiero hablar con ustedes,”gritó el señor Solomon.

Entraron en la casa por tercera vez y el avaro se volvió hacia ellos y dijo: “He decidido dar toda la suma necesaria para el rescate. Aquí está”.

-¿Qué significa esto? -se preguntaban los asombrados colegas del rabino después de dejar la casa del rico por tercera vez aquella noche. -¿Cómo conseguiste que ese notorio avaro diera 5.000 rublos?

-Ese hombre no es un avaro -dijo el rabino Zalman-. “Pero, ¿cómo podría él desear dar, si nunca en su vida experimentó la alegría de dar? Todo el mundo a quien le dio la moneda oxidada, se la arrojaba a la cara.

Quiero compartir con ustedes que desde que asumí la responsabilidad de los Amigos Mexicanos, Isaac ha insistido en que yo debía entender que esto se trata de ofrecer a los donantes la oportunidad de disfrutar del placer de dar. Sabiduría de ambos, el Rabino Zalman e Isaac Becker.

El Auditorio Luba & Isaac Becker es un merecido reconocimiento al compromiso de vida de Isaac y Luba y el trabajo para la Universidad Hebrea.