Enlace Judío México.- El movimiento libanés Hezbolá, enemigo acérrimo de Israel y de su existencia misma, nació como un grupo paramilitar, en la década de los 80. Pero con el tiempo evolucionó en dirección a transformarse en una organización religiosa y, a la vez, política, que en su accionar responde dócilmente a los impulsos precisos que le llegan desde Teherán.

EMILIO CÁRDENAS

La influencia iraní sobre Hezbolá es hoy absolutamente decisiva. El flujo de armas y dinero que llega desde Irán es incesante. Por lo demás, su exitosa intervención militar en la guerra civil siria, con decenas de miles de milicianos empeñados en una fuerte defensa del régimen secular (aunque “alauita”) del clan Assad, le ha conferido una experiencia e importancia renovada. Sin ella, el gobierno de Assad probablemente no hubiera sobrevivido.

Hoy Hezbolá es entonces, a la vez, una fuerza guerrillera típica y un ejército regular, bien entrenado por la Guardia Revolucionaria iraní. Ambas cosas. Y una pieza esencial de la expansión regional iraní.

Hasta China reconoce su nueva dimensión, a punto tal que en una reciente visita a la zona un enviado especial de Beijing no vaciló en conversar con el presunto “canciller” de Hezbolá.

El movimiento sigue proveyendo toda suerte de eficientes coberturas sociales, educativas y de salud a sus adherentes y ha construido un verdadero imperio económico en su derredor. En sus acciones con frecuencia impide el pillaje y los robos que generalmente acompañan a la presencia de las milicias sirias de los Assad. Y protege no solamente a las minorías “chiitas”, sino también a los cristianos.

Con su experiencia en la reconstrucción de la devastada Beirut, Hezbolá aparece hoy como uno de los candidatos que presumiblemente habrán de participar -en su momento- en la próxima reparación de la infraestructura siria. Hablamos de un esfuerzo en el capítulo de la construcción que se ha estimado en un orden de casi 200 billones de dólares. Inmenso, entonces. En marzo pasado, Hezbolá anunció la creación de una brigada especial a la que está entrenando con el objetivo público de recuperar las Alturas del Golán que, desde hace medio siglo están militarizadas y en manos de Israel. Que está alerta y, cada vez que puede, impide desde el aire que Hezbolá reciba más armas y municiones para su ya importante arsenal, que generalmente viene desde Irán. Incluyendo ahora los temibles misiles rusos “Yakhont”.

Por todo esto, la creciente presencia regional de Hezbolá es profundamente intranquilizadora. Ocurre que no estamos hablando de una fuerza de paz, sino de una máquina de guerra, lo que es bien distinto.

 

 

 

Fuente:cciu.org.uy