Enlace Judío México.- El turismo es uno de los sectores que ha registrado mayor dinamismo en el mundo en la última década, ello a pesar de las adversidades que ha enfrentado: periodos recesivos de la economía, fluctuaciones de divisas, ataques terroristas, situaciones geopolíticas complejas en varias regiones en conflicto, así como brotes de enfermedades, entre otros problemas.

LEÓN OPALÍN PARA ENLACE JUDÍO MÉXICO

En el presente el turismo representa alrededor del 10.0% del PIB Mundial, genera más de 300 millones de empleos, uno de cada once puestos de trabajo, el negocio del turismo supera el valor de la exportación petrolera y la de automóviles a nivel internacional.

La actividad turística en el mundo tiene un amplio efecto multiplicador en diferentes sectores de las economías: construcción, telecomunicaciones y transportes y representa una aportación significativa a las economías en desarrollo. El turismo en buena medida ha sido estimulado por el incremento de la clase media, el envejecimiento de la población, las personas mayores tienden a viajar con mayor frecuencia, sustantiva ampliación de la conectividad entre los destinos y la diversificación y disminución de los precios de la oferta turística, principalmente. La Organización Mundial del Turismo (OMT) considera que en la próxima década el turismo a nivel mundial enfrentará nuevos retos, sin embargo, prevé que los viajes turísticos internacionales aumentarán a una tasa anual media de 4.0%, superior al avance que se estima tendrá la economía mundial.

En este contexto, la llegada de turistas internacionales en el 2016 sumó 1,235 millones de personas, incremento de 3.9% en relación al 2015, es de destacar que Europa, que vive una situación de estancamiento desde la crisis financiera mundial del 2008, el aumento fue de 2.0%, (620 millones), en el 2016, el séptimo año de crecimiento consecutivo, aunque el avance fue desigual por regiones en virtud de razones de seguridad.

Los diez países más visitados en el 2016 fueron Francia (83 millones); EUA (80 millones); España (75.3 millones), China (57 millones), Italia (55.2 millones), Turquía (37 millones), Alemania (36.5 millones), México (35.2 millones), Reino Unido (35.0 millones) y Rusia (33.0 millones). En cuanto a ingresos recibidos el primer lugar lo ocupó EUA con 205.5 mil millones de dólares, muy distante de EUA, España se ubicó en segundo lugar con 60.3 mil millones de dólares.

El desempeño de la actividad turística, particularmente los flujos masivos de personas han causado contaminación al medio ambiente y efectos negativos en el tejido social de las áreas receptoras de los visitantes. El Director de la Organización Mundial de Turismo (OMT), ha consignado que el crecimiento del turismo no es el problema, sino cómo se gestiona. Los impactos negativos del turismo se refieren a la contaminación atmosférica, de mares, ríos y lagos y de la infraestructura turística general que descarga en ellos y en las playas aguas residuales. El flujo masivo de paseantes ha generado desabastecimiento y falta de agua en los acuíferos de muchas ciudades, ha incrementado el ruido por una mayor circulación de vehículos; la cual ha aumentado de manera significativa en los lugares cercanos a los aeropuertos.

Asimismo, la actividad turística ha transformado los paisajes naturales, en los que ahora predominan conglomerados de construcciones, lo que significa regresión del espacio natural y creación de espacios artificiales; en algunos sitios se realiza una tala deliberada de árboles para construcciones turísticas masivas y en los centros urbanos se observa una verdadera “contaminación arquitectónica”, debido al choque entre lo construido y el existente; se genera una “contaminación visual”, malos olores por excesiva basura, aumento en los volúmenes de los vehículos en circulación; desculturización de los destinos por desaparición de las características culturales de las comunidades receptoras, al punto de hacer borrar su autenticidad.

El crecimiento incontrolable del turismo en varias regiones del mundo se ha convertido en una preocupación real para sus gobiernos y para las ciudadanías, en algunos países se han despertado sentimientos de agresividad contra los turistas, incluso en Barcelona, España, el pasado 2 de agosto se registró un ataque vandálico contra un autobús turístico “protagonizado por un grupo de izquierda”; no obstante que este acto tuvo un objetivo político, no se puede hacer caso omiso que en esa Ciudad ya se ha incubado la “turismofobia”. El movimiento que atacó el autobús turístico no tuvo intención de frenar su campaña contra lo que considera “una invasión que encarece los precios y merma la calidad de vida de los barceloneses”.

En este ámbito, la alcaldesa de Barcelona, Ada Colau, firmó un decreto que entrará en vigor al final de agosto, prohibiendo la circulación de patinetas eléctricas, “Segnays (transportes personales) y triciclos” para transportar a pasajeros por el centro de la Ciudad; los vehículos son alquilados por la mayoría de los turistas para visitar el litoral barcelonés; quedan fuera de la prohibición “los vehículos utilizados de forma personal para ir al trabajo o llevar niños a la escuela. Previamente Colau congeló la concesión de licencias de alojamientos turísticos. Los empresarios turísticos y la oposición política han acusado al gobierno municipal “de fomentar la turismofobia y de no respaldar un sector que solo en Barcelona representa 15.0% del PIB y la generación de más de 120 mil empleos”.

En las Islas Baleares, que forman un archipiélago que comprende Mallorca, Cabrera, Menorca, Ibiza y Fomentara en España, con un territorio total de 4,492 km2, se estableció una nueva Ley General Turística en vigor desde principios de agosto que pretende frenar la masificación del turismo fijando un techo de plazas (camas) turísticas de 623,624 en toda la comunidad con el objetivo de recortarlas en 120 mil en los próximos años, hay inconformidad por la medida porque “plazas que toda la vida se han dedicado al alquiler turístico y estaban en un limbo legal, ahora están ilegalizadas mientras que a los hoteleros nunca les ha tocado reducir sus plazas”.

En este ámbito, el mercado hotelero en el mundo está viviendo una revolución a través de la oferta de cuartos, departamentos y casas con las plataformas digitales que manejan su oferta; los fondos de inversión inmobiliaria han estado buscando la forma más rápida de hacer más rentables sus propiedades, así por ejemplo, la aplicación Airbnb “ha pasado de la nada a tener más de 3 millones de propiedades para alquilar en 9 años”. En 2016, el número de plazas en apartamentos turísticos superó por primera vez a las hoteleras en los 22 mayores destinos de España.

La competencia de los llamados “alojamientos colaborativos”, con o sin plataforma digital están fomentando los flujos turísticos sin ningún control y sin cumplir con sus responsabilidades fiscales y regulatorias de los operadores formales.

En este marco, varios países de Europa están buscando limitar los “excesos turísticos” que han incubado un sentimiento creciente de cansancio e indignación de las sociedades hacia los visitantes. En Italia se empieza a cuestionar la gestión de los flujos de visitantes que saturan plazas públicas, puentes, autobuses, y restaurantes, principalmente; se consigna que el freno a estos excesos turísticos es una asignatura pendiente de cualquier alcalde, empero, sólo se están tomando medidas tibias en virtud de que se piensa que se puede dañar a esta actividad que aporta entre 10.0% y 12.0% del PIB, proporción similar a la de España.

El desgaste provocado por el aluvión turístico en la emblemática ciudad italiana de Venecia es preocupante; la UNESCO amenazó el año pasado con retirarle la distinción de ciudad Patrimonio de la Humanidad e incluirla en la lista de “patrimonios en peligro”, Venecia tiene 54 mil habitantes y recibe 20 millones de visitantes al año. En julio pasado el Ayuntamiento de Venecia aprobó 34 medidas para gestionar de mejor forma el flujo de viajeros; el objetivo prioritario “es diversificar los destinos y establecer un número máximo de visitantes al día en sitios como la plaza de San Marcos”. Se precisa desarrollar políticas para tener un turismo sostenible y en armonía con la vida cotidiana de los residentes. En este ámbito, el 12 de julio pasado el Jefe de la policía lagunar de Venecia restringió por primera vez el aforo de personas y barcos (hasta 6 cruceros con 4 mil personas cada uno) para la fiesta del Redentore: en el 2016 asistieron más de 100 mil personas, este año se permitieron solo 60 mil.

En Florencia se buscan soluciones para frenar el turismo “depredador”; en julio pasado el Ayuntamiento ordenó a la policía que arrojara agua con mangueras a las escalinatas y ciertas plazas donde suelen sentarse los turistas para beber y comer, algo similar mandó hacer en Roma la alcaldesa de esa ciudad, “desde hace dos meses hay policías al borde de las 36 fuentes monumentales y quien se bañe en ellas o se siente a comer, corre el riesgo de ser sancionado con una multa de hasta 240 euros”.

Por su parte en Florencia el museo de los Uffizi, la Galería más visitada de Italia, con 2 millones de personas al año, tendrá dos temporadas, una alta y una baja, igual que los alberges; a partir del 2018 del primero de noviembre hasta finales de febrero, la entrada costará 12 euros y de marzo a octubre se cobrará 20 euros.

La degradación de los sitios turísticos por el flujo masivo de visitantes se extiende a diferentes regiones del mundo, así por ejemplo, el sitio arqueológico Inca de Machupichu en Perú, que fue declarado Patrimonio de la Humanidad en 1983, en esa época recibía 100 mil visitantes al año, en el 2016 su número ascendió a un millón, y en toda la región de Cusco 3.5 millones, por la cual la UNESCO amenazó en incluirla en la lista de Patrimonio en Riesgo.

El gobierno de Perú tomó diversas medidas para una mejor gestión de los flujos turísticos a Machupichu, básicamente limitando de manera significativa la llegada de paseantes en la época vacacional de julio-septiembre; igualmente prohibió la entrada sin guías y se establecieron dos turnos de visitas.

La cifra de personas que viajarán por motivos de turismo a nivel internacional en el 2020 alcanzará más de 1,600 millones, un número sin precedente, (sobre todo si se considera que en 1950 sumaron 20 millones), el turismo doméstico significará una cifra similar; de aquí la necesidad de que los gobiernos profundicen las medidas de gestión de los flujos de paseantes para lograr, sobre todo, una sustentabilidad medio ambiental, ante la presencia desbordada de los turistas.