Enlace Judío México – Shimon Adaf (Sdreot, Israel, 1972) es una de las voces más representativas de la poesía israelí contemporánea, su poemario El monólogo de Ícaro, recibió el Premio del Ministerio de Educación a una obra prima. Es además, miembro fundador de la revista literaria Ev (1993-1996). Además de esta obra, publicó Aviva no en 2009, y seis novelas, entre las que destacan Mox Nox, con la que se hizo acreedor al Premio Sapir 2013, el de mayor prestigio de su país.

Shimon Adaf se encuentra en México para presentar su libro Lo que creí sombra es el verdadero cuerpo, el próximo 18 de agosto a las 19:00 en el marco de la Feria Internacional del Libro Judío en el Centro Cultural Bella Época, Tamaulipas 2020, Col. Condesa, en la Ciudad de México.

En esta entrevista exclusiva, Shimon platica con Enlace Judío sobre una gran gama de temas, que van de la poesía, las influencias de su educación estricta religiosa y su paso por las fueras armadas de Israel en su literatura. Además de la profunda relación que tiene con el lenguaje y la poesía.

Shimón Adaf: Traté de encontrar mi propia voz en la escritura, y mucho tiene que ver con mi biografía porque tuve una crianza religiosa, algo que en gran parte provino de mi padre, quien deseaba mucho que me volviera un rabino Por lo que tuve una extensa educación religiosa. Siempre estaba estudiando textos con él o yendo a estudiar con otros profesores.

Cuando era niño tenía una muy buena memoria. Podía leer textos y recordarlos. No era memoria fotográfica, era un proceso muy preciso.

Muchas de las etapas tempranas de los estudios religiosos se enfocan en memorizar texto. Por lo que mi padre usó esta especie de habilidad mía y me enviaba a muchos concursos. En las sociedades judías tenemos esta especie de competencia en la que los participantes preguntan cosas y el otro tiene que responder y entonces hay un ganador, etc.

Mi padre me enviaba a muchas de estas competencias, por lo que siempre tenía que estar listo así que estudiaba mucho para ir a estas competencias.

La otra parte de mi educación literaria fue a través de mi hermana mayor, quien me enseñó cómo leer libros y entenderlos. Me llevaba a la biblioteca pública, me recomendaba libros, yo los leía y los discutíamos.

Cuando empecé a escribir, lo primero que tenía que hacer era tratar de escapar del mundo de mi padre. La crianza religiosa es genial para los escritores. Expande tu vocabulario, tu conocimiento del lenguaje, pero también restringe las cosas sobre las que puedes hablar y qué es lo que puedes expresar.

Porque más que la literatura, lo religioso está basado en realidad en la voz individual. Y la literatura religiosa se encuentra en el lenguaje comunitario. Escribes un piyyut, una canción religiosa, que se supone que debe de ser tocada en una sinagoga o en otro tipo de reuniones. No lo haces para ti mismo, lo escribes para la comunidad.

Al escribir para la comunidad, tu experiencia personal no es importante. Lo que es importante es la gloria de Dios, el modo en que la vida humana siempre es una expresión de un sistema metafísico o religioso más grande.

Al tratar de encontrar mi propia voz, también estaba tratando de escapar de este mundo religioso. En los libros que leía con mi hermana, encontré la historia de Ícaro, que para mí era una emotiva historia acerca de este chico que está tratando de escapar del control de su padre.

Su padre está tratando de volverlo algo que él no es. Le da alas pero él no sabe volar y le dice a Dédalo “Ok, me diste alas, pero no me dijiste qué hacer con ellas”. Entonces pues ocurre que está fascinado con el sol y termina por morir.

Para mí fue una especie de mito romántico acerca de la trágica forma de vida de la que tratas de escapar, de las cosas que te obstaculizan y que pagas con el precio más caro: tu vida.

En mi primera colección de poesía traté de entender esta existencia. En mi segundo libro traté de apartarme de esto y en verdad pude escapar de este modo de pensar cuando empecé a escribir ficción.

En mi primera novela estaba en búsqueda de una estructura arquetípica que me ayudara a pensar acerca de mi personaje, y entonces sin darme cuenta comencé a usar las historias de El Otro del Talmud, una figura llamada Elisha ben Aboya. Él fue parte de los 4 sabios que se adentraron al Pardes, que es el conocimiento místico ulterior.

Y cada uno de ellos tuvo un destino diferente. Uno murió; otro perdió la sensatez; otro fue el Rabi Akiva que logró pasar ileso a través de la experiencia; y el cuarto de ellos, Elisha Ben Aboya, perdió su fe. Por ello fue llamado El Otro.

Mi personaje se volvió Elisha Ben Aboya y mi primer personaje que creé en la ficción fue un detective que se llamaba Elish, que es una acortación de Elisha. Y este personaje combinó figuras arquetípicas, uno de ellos era Elisha ben Aboya y el otro de ellos fue Elisha el Profeta.

Ambos son figuras contrarias. El primero de ellos es el rebelde que renegó todo el sistema que le habían dado y que por ello se volvió El Otro; y el otro fue quien quería volverse un mejor profeta que Elías, que era su mentor, y que quería sobresalir en la tradición.

La perspectiva está hecha de dos deseos muy opuestos. Ser parte importante de la comunidad y rechazar a la comunidad y a su historia. Fue algo irónico, el volver al control de mi padre y me inventé de nuevo a mí mismo, después de entender que la historia de Ícaro no podía ser mi historia, porque es una historia acerca de la muerte, y yo quería cambiar, no quería morir.

 

 

Sobre el lenguaje, los idiomas y la poesía

El inglés y francés los puedo leer y entender. Pero no sé español. Estudie latín, pero es una lengua muerta, aunque puedo entender que es muy diferente del hebreo.

Cuando usas pasajes de la biblia en tu escritura, y el traductor al inglés trata de encontrar un equivalente para este idioma bíblico, usualmente usan la versión del Rey Jacobo, que fue el epitome de la traducción de la Biblia al inglés.

Pero la versión del Rey Jacobo es más cercana al inglés hablado que al inglés antiguo. Por lo que a veces las expresiones pierden su singularidad y a veces funciona al revés, porque cuando tratas de traducir a escritores ingleses que fueron influidos por la versión del Rey Jacobo al hebreo, de repente se vuelven menos contemporáneos que en inglés, se vuelven como muy felices, y es algo con lo que me gusta jugar, moverme entre diferentes niveles de hebreo muy rápido, especialmente cuando escribo prosa.

En la poesía la transición es mucho más fluida, pero en la prosa puedes romperla. En un párrafo puedes describir en un lenguaje muy particular, puedes derivar algo de la Escritura y de repente te mueves al lenguaje hablado que es el lenguaje que hablan los personajes, y entonces tienes este gran hueco entre los lenguajes. Así que este es el efecto que estoy explorando, qué es lo que pasa cuando te mueves entre ciertas formas de expresión del lenguaje.

Creo que los buenos traductores no buscan solamente traducir de lo que se trata la obra, sino también buscan reproducir este efecto. Y a veces funciona.

Hay una frase graciosa sobre el yidish de que ciertas obras suenan mejor en yidish que en su lengua original, porque el yidish es más adecuado para ellas.

A veces siento que ciertas obras mejoran con la traducción, espero que no suceda eso con las mías; los traductores a veces entienden los instintos del escritor mejor de lo que ellos se entienden a sí mismos.

SA: La mayoría de los israelíes, para mí, idealizan a Israel. Pero no al Israel que es real. Y creo que la mayoría de ellos crecieron o su educación fue exitosa en tanto que la adoctrinación fue extrema, porque prefieren la imagen que a la realidad.

Los primeros en construir o en inventar el movimiento sionista fueron también los primeros en entender ¿Qué era un estado para el pueblo judío? ¿Qué es el Estado de Israel? Por lo que salieron algunas ideas utópicas y poco realistas, y fue así que llegaron a Israel y empezaron a construir la sociedad, dándose cuenta de que no encajaba.

Y algunos de ellos se desilusionaron pero algunos otros se aferraron a la idea y trataron de negar la realidad.

La mayor ceguera que adoptaron fue la de que había una población en Israel que no es judía. La otra es una población enorme árabe con su propia historia y tradiciones acerca de qué es lo que está pasando en Israel.

Con sus propios nombres para lugares, pensando acerca de la geografía. No el Israel que ha sido reproducido a través de los siglos, aquella de “Jerusalén es la ciudad santa y están esos otros lugares donde nuestros antepasados trabajaron y tuvieron sus visiones”. No, ellos tienen otras historias.

Mis padres venían de Marruecos, y la población que venía de Marruecos y del Norte de África, es decir de países musulmanes, era considerada en Israel, y algunos piensan que se le sigue considerando, una población de segundo grado. Que no pertenecen a Israel y por ello tienes que hacer un gran esfuerzo para poder integrarte. No es algo natural para ellos.

Tienen que estudiar cómo ser más judíos en el modo en que el sionismo entiende a los judíos modernos.

Yo también pasé por el sistema de educación israelí y tuve que estudiar todos estos valores. Cuando tenía 16 años trataba de pensar cosas como: “En serio pertenezco aquí?”, y me respondí a mí mismo: “No pertenezco a Israel”. Mis padres no pudieron cumplir sus sueños cuando vinieron de Marruecos.

Leo libros sobre la realidad de Israel y no me encuentro a mí mismo en estos libros. La gente diría cosas como: “Los judíos de los países árabes o musulmanes no son en verdad judíos” y yo les diría “Mira, sabes, los judíos fueron primero a lugares que estaban cercanos a los antiguos hebreos, que la gente que vivía en Europa ¿Cómo puedes decir que el judaísmo es tuyo?”.

Yo tuve una educación sefardí y no ashkenazí y sé cosas que tú no. Así que empecé a explorar aquello y fue algo a lo que me tomó tiempo acoplarme.

Cuando empecé a escribir poesía, entendí que esto se colaba en mi poesía y en mi ficción, así que comencé a preguntarme a mí mismo ¿Cómo creo una narrativa alternativa para la narrativa sionista? Una de las historias más importantes que le sucedió a la comunidad judía fue la tradición mística judía que vino de diferentes partes de Marruecos. Traté de explorar esto.

Cuando conocía gente que tenía este trasfondo en Israel, me di cuenta de que no es algo que no veas, pero que se dice desde hace mucho tiempo.

EJ: Hablemos un poco acerca del libro Lo que creí sombra es el verdadero cuerpo ¿qué es lo que creías que era una sombra? ¿Hablabas de algo en específico o era algo general?

SA: Para mí tiene dos grandes significados. En primer lugar, yo tenía un proyecto en específico en este libro. Traté de encontrar una manera de expresar mi existencia sin todos los filtros que generalmente usas para entenderte a ti mismo.

Tenemos estas especies de grandes armazones con los que trabajamos todo el tiempo. Tenemos el armazón biográfico que es el modo en el que aprendemos a contar una historia dentro del tiempo. Nacemos, pasamos por varias experiencias que nos moldean y nos vuelven las personas que somos.

Y también tenemos el armazón histórico, es decir, pertenecemos a cierta comunidad que tiene ciertas historias y estas historias marcan la diferencia en la manera de estar en el mundo.

Y también está el armazón mitológico, que es lo que nos dice por qué el mundo es como es en este momento.

Y fue que me pregunté ¿cómo puedo volver a mi experiencia más inherente y regional sin adoptar estos armazones? Por lo que de cierto modo traté de crear algo en contra de la biografía, en contra de la historia, en contra de la mitología, en contra de todo lo que nos ayuda a entendernos a nosotros mismos.

Algo que no podía pasar desapercibido era la música. El aspecto musical del lenguaje. En el modo en que el lenguaje es sonido, en que el lenguaje es procesado a través del cuerpo mismo.

La biografía, la historia y la mitología eran sombras del cuerpo en el cuerpo mismo. El cuerpo es la entidad corporal que no está expresada con esto.

Puedes hablar de la biografía pero ella no explica el cuerpo, el cómo funciona el cuerpo. Puedes hablar de la historia, pero eso no puede explicar la manera en que me muevo en el mundo, la manera en que respiro, en la que escucho, la manera en que proceso la luz.

Por lo que estaba tratando de alcanzar el cuerpo a través de los sonidos porque creo que somos influidos por la manera en que el sonido funciona. Escuchamos más con el cuerpo que lo que escuchamos con los oídos. Cuando vas a una fiesta, por ejemplo, la música puede hacer reaccionar a tus oídos, pero tu cuerpo reacciona también con lo que ocurre.

A mi entendimiento, el proyecto falló porque Lo que creí sombra es el verdadero cuerpo, es al final lo que da verdadero significado a nuestra existencia en el mundo.

La otra explicación es que hablé acerca de mi pasado en Sderot y del control de mi padre. La tradición judía era una sombra de mi vida pasada, y para empezar en mi nueva vida tenía que ensombrecerla o marginarla. Estaba aún conectado a esto.

La experiencia más intensa en cierto sentido se conecta aún con Sderot, mi lugar natal, y con la gente con la que crecí.

EJ: ¿Podrías leernos algo que sea apropiado para tu experiencia en México?

SA: Apenas llegué ayer, por lo que no tengo aún una experiencia mexicana, pero quizá encuentre un poema.

Tiempo Pretérito. B.

La historia la escriben los cobardes

tantos actos heroicos, tan

pocos temblores de rodillas.

mi amor no dejará huella.

He aprendido a pasar por la luz, las chimeneas de la mañana

manufacturan aire

en Tel Aviv, la mano en la calzada, qué es este pulso urbano, ideologías

aproximándose con ruido como vagones de metro

bajo la piel, retazo de distancia

sobre las venas, navaja afilada como este mundo.

Soy consciente

del empeño que pongo en no ser salvado.

Cada vez que leí un poema. Quiero aprehender

lo que es poesía. Alguien

me ha arrancado los ojos y se los ha puesto. Más allá

del momento se extiende la guerra

el verano deja cargamentos de hibiscos en Sderot, de acacia y de otro

esplendor violeta sin nombre, todo

flores estrelladas contra el suelo.

Con el tallo de un crisantemo destruyo

el Gran Israel

las ventanas y el corazón rechinan al cerrarse

las estaciones y las aves caen susurrando

y se apagan con un suspiro huesos y mar

los raíles del metal oscuro de las estrellas

todavía secos los pies

todas esas pequeñas vacilaciones, decisiones para las que

no tengo valor, una nueva generación de respiraciones

nos invade desde donde, mientras la historia del

tiempo no tiene interés

por lo que es humano.

Reproducción autorizada con la mención siguiente: ©EnlaceJudíoMéxico