Enlace Judío México.- Los vínculos entre los dos regímenes, Corea del Norte e Irán, que hoy encarnan el mayor peligro a la paz y a la estabilidad mundial

GEORGE CHAYA

De acuerdo con la narrativa inicial de la ideología Khomeinista, “el estado perfecto” al que los musulmanes debían aspirar es el breve período durante el cual Ali Ibn Abi-Taleb ejerció el califato en un contexto de revueltas y guerra civil. Sin embargo, un análisis del escenario actual muestra que los seguidores del Ayatollah Khomeini han encontrado otro “modelo ideal” fuera del mundo del Islam.

Así, la Republica Islámica de Irán encuentra su espejo actual en el régimen de Corea del Norte, a quien los khomeinistas presentan como el modelo de resistencia y heroísmo contra el “Gran Satán” estadounidense.

El líder de Corea del Norte Kim Jong-un

El diario iraní Kayhan, que refleja las opiniones del “Guía Supremo” Ali Khamenei, publicó recientemente editoriales elogiando el “valiente desafío a la arrogancia estadounidense” por parte de Corea del Norte al probar misiles no convencionales de largo alcance frente a las “cobardes amenazas” de EE.UU.. En agosto pasado, el mismo diario invitó a aquellos que instan al diálogo con los EE.UU. a aprender del “éxito de Corea del Norte en humillar al Gran Satán”. Según expertos iraníes en el exilio, la publicación provocó críticas del ala “reformista” gobernante, especialmente de portavoces no oficiales del presidente Hassan Rouhani, quienes expresaron su malestar ante lo publicado por el diario pretendiendo colocar a Irán al nivel de un paria situado en un rincón remoto de Asia -en alusión a Corea del Norte-.

Sin embargo, según publicó el diario saudita Al Riyadh, el mes pasado el “dictador heredero” de Corea del Norte Kim Jong-un, recibió tratamiento de “alfombra roja” durante una visita de 8 días a Teherán acompañado por una delegación militar y política de 30 funcionarios donde se le concedió una especial audiencia de dos horas con Ali Khamenei, y durante su estancia, también inauguró la nueva embajada de Corea del Norte, que incluye una sección de cooperación de tecnología militar ampliada con el régimen iraní.

En un análisis general y a primera vista, la opinión pública podría pensar que la República Islámica de Irán y el régimen de Pyongyang parecen tener poco en común. Los “khomeinistas” reclaman legitimidad en nombre del imán oculto, de quien se cree está preparando su regreso en una fecha aún no especificada. En tanto los “kimistas” basan su legitimidad en las victorias heroicas” de Kim Il-sung, el líder proto-comunista que, con el apoyo de la ex Unión Soviética y la China comunista, edificó un feudo en parte de la Península Coreana. También, a primera vista, podría parecer que lo único que comparten los dos regímenes es una versión primitiva de “antiamericanismo”.

Al unísono con Corea del Norte, Irán promete una guerra mundial. (AFP / Atta Kenare)

Sin embargo, analizar las relaciones de Irán con Corea del Norte no debe ser visto de forma superficial ni en términos religiosos. No cuenta que los khomeinistas pretendan ser los exclusivos custodios de “la única verdadera religión”, ni las posiciones de los kimistas, que consideran a la religión como “una confusión para el mundo”. Para muchos observadores esto sería determinante para ser considerados como adversarios y enemigos directos. No obstante, tal es la atracción mutua en materia de estrategias y fines políticos que la cuestión de la religión no es más que un pequeño detalle que no afecta a su alianza. Ello quedó demostrado cuando los kimistas permitieron -incluso- que los khomeinistas construyan una mezquita en Pyongyang, con la sola condición que no traten de convertir a los norcoreanos al Islam.

El tablero actual en las relaciones de los dos regímenes que hoy encarnan la mayor amenaza a la paz y a la estabilidad mundial, dado su desarrollo de armamento no convencional, tiene raíces mucho más profundas y hay que retrotraerse en el tiempo para desarrollar un análisis del actual estado de cosas.

En otras palabras, en la primavera de 1979, Kim Il-sung, el fundador de la dinastía y abuelo del actual Líder Supremo Kim Jong-un, fue uno de los primeros en felicitar al Ayatollah Khomeini por el derrocamiento del poder estadounidense en Irán a través de su revolución islámica. Unas semanas más tarde, Khomeini, entonces emplazado en Qom, rompió su regla de no hablar con emisarios extranjeros recibiendo al embajador norcoreano Cha beong-uk en una extensa reunión en la que envió un mensaje de amistad a Kim Il-sung e invitó a “las masas de Corea” a expulsar a los estadounidenses de la península.

Cuando Saddam Hussein invadió Irán en septiembre de 1980, Kim Il-sung fue el primero en ofrecer asistencia a la República Islámica mediante el suministro de su versión de los misiles SCUD soviéticos. En enero de 1981, invitados por Irán, los norcoreanos establecieron una misión de asesoramiento militar en Teherán para ayudar a la Guardia Revolucionaria Islámica (IRGC por sus siglas en inglés) a desarrollar tácticas y estrategias en la guerra contra Irak. Una estrategia adoptada rápidamente por los iraníes fue la de “ataques de enjambre” por parte de masas de adolescentes enviados a limpiar campos de minas iraquíes (llamados Basij) a costa de miles de vidas, la misma táctica que Kim Il-sung había usado en la guerra de Corea contra los estadounidenses.

Así, Corea del Norte se convirtió en una de las dos únicas naciones en firmar un tratado militar con Irán; la otra es Siria, que lo firmó en 2007.

Desfile Corea del Norte. (captura de pantalla)

El principal contacto de Irán con la misión militar norcoreana fue Khamenei, luego las continuó un mullah de rango medio que operaba como viceministro de Defensa. Los nuevos aliados iniciaron su cooperación militar en 1982 con especial énfasis en ayudar a Irán a desarrollar su sistema balístico de misiles de largo alcance.

Conociendo a los norcoreanos, Khamenei desarrolló una profunda admiración por su “disciplina y disposición a sacrificarse por su lucha”. Pero no fue hasta seis años más tarde que Khamenei, entonces nombrado Presidente de la República Islámica, podía expresar esa admiración directamente en una visita de Estado a Pyongyang.

Según los que acompañaron a Khamenei en la visita, el futuro “Guía Supremo” consideró a Corea del Norte como el “estado ideal” que sólo carecía de fe religiosa.

Khamenei quedó impresionado por cómo todo funcionaba como un reloj allí“, dijo Hassan Nami, miembro de la comitiva, y “el modelo de Corea del Norte en que el individuo fue disuelto en el colectivo simbolizado por el líder supremo, impresionó a Khamenei sobremanera“.

La visita de Khamenei a Corea del Norte, de mayo de 1989, fue la primera en darle la sensación de que era un líder ascendente en el marco de un nuevo poder en el mundo. El déspota de Corea del Norte presidió entonces una sesión especial de la Asamblea del Pueblo para escuchar el discurso de Khamenei y asegurarse que el iraní no invite a los coreanos a inclinarse a cuestiones religiosas.

No obstante, los norcoreanos no tomaron nada del khomeinismo, mientras que Khamenei adoptó gran parte de la ideología de Kim Il-sung. Por ejemplo, “después de esa visita decidió reflotar programa nuclear del Shah”, desechado en su momento por Khomeini pero revivido por el Guía Supremo e inspirado por Kim quien le aconsejó que una nación débil realza su posición al poseer “las últimas armas”. Y cuando se ve el rechazo y la represión de Khamenei a sus adversarios nacionales o extranjeros, de nuevo Kim fue su maestro.

Kim predicó la independencia absoluta, lo que significó total desprecio por el derecho internacional, algo que Khamenei ha hecho un paradigma de fe para la República Islámica.

Es claro que al analizar las políticas de Khamenei, incluida su dependencia de los militares para la supervivencia del régimen, se puede ver que en muchos casos su verdadero referente fue Kim Il-sung y no el Ayatollah Khomeini.

Hoy ambos regímenes se han constituido en la mayor amenaza a la estabilidad y la paz mundial generando una escalada de impredecibles resultados en materia de armamento no convencional que apunta a traer días oscuros para el futuro para la humanidad.

Fuente: Infobae