Enlace Judío México – El jueves 14 de septiembre, en una breve pero sustanciosa visita a México, el Primer Ministro israelí Benjamín Netanyahu se dio tiempo para visitar a un grupo nutrido de la Comunidad Judía de México, compuesto de integrantes de todas las comunidades, en un fantástico encuentro en el Centro Deportivo Israelita. En Enlace Judío les compartimos este discurso completo, subtitulado.

Gracias Moisés Romano. Gracias Sr. Ariel Hojchman. Gracias a nuestro Embajador Jonathan Peled. ¿Me entienden?

¡Hola! ¡Paz en Jerusalén! ¡La capital unida del Pueblo de Israel!

¿Qué prefieren hebreo o inglés? No escuché. A ver, levanten la mano. ¿Cuántos quieren hebreo? ¿Cuántos quieren inglés? Ok, lo haremos mitad y mitad.

Sara y yo estamos muy felices, junto con nuestra comitiva, de estar con ustedes aquí. Y platicábamos aquí ahorita. Nos sentimos muy emocionados. ¡Los amamos! ¡Muchas gracias a ustedes por todo el apoyo al Estado de Israel!

Saben, ustedes pueden ser embajadores por la paz ¿saben por qué? Es obvio: ¡Porque hicieron la paz entre los judíos de Alepo y los judíos de Damasco! Y son judíos europeos, y turcos, etc. ¡Es un increíble logro!

Y ustedes le dan educación judía a sus niños. ¡Pero qué niños tan agradables aquellos! Niños y niñas, ¡Gracias! ¡Son encantadores y encantadoras! ¡Gracias! ¡Saludos a ustedes!

Aquí hay espíritu. Hay un corazón judío aquí. Un alma judía. Se siente. Yo lo siento. Y sé cuán unidos están ustedes y cómo apoyan al Estado de Israel. Este es un gran momento. Una visita histórica. Difícil de creer, pero por primera vez en 70 años desde el establecimiento del Estado que un Primer Ministro Israelí está visitando México y Latinoamérica.

Quiero hacerles una promesa: ¡no tomará otros 70 años para la siguiente visita! Ténganlo por seguro. Esta ha sido una visita maravillosa. He tenido pláticas extraordinarias con el Presidente Peña Nieto. Extraordinarias. Y esto marca un acercamiento entre Israel y México con una determinación para aprovechar el futuro por nuestros pueblos en Israel y en México. Juntos podemos hacer mucho más de lo que Israel y México de manera separada, lo reconocemos.

También sabemos que ustedes son un puente humano entre nuestros dos países y contamos con ustedes para que tomen parte en muchos de los programas que tenemos en mente. Pero hay un cambio mucho mayor. Me senté aquí, me puse a ver este increíble mural, y vi la historia judía frente a nosotros. En este mural tienen una descripción de nuestra historia. Esa historia comenzó con Abraham y continuó cuando Moisés nos liberó de la esclavitud en Egipto. Y entonces llegamos a establecer nuestro pueblo y a nuestra nación en nuestra patria histórica. ¡Pueden aplaudir, esto fue un gran logro!

Estuvimos en nuestra Tierra por cerca de 2 mil años. 2 mil años. Somos un pueblo de casi 4 mil años de edad. Hay un cambio fundamental que tomó lugar cuando fuimos exiliados de nuestra Tierra. Y es importante entenderlo, porque explica cómo es que todas estas comunidades llegaron aquí a México. Es un cambio fundamental en la historia de los judíos y en la manera en la que los judíos fueron precedidos por otros y por sí mismos.

Lo mejor que la gente sabía en la antigüedad sobre el pueblo judío era que no eran un gran pueblo, que no tenían mucha población. Esa fe, ese espíritu, esa creencia en Dios, el Único Dios. Y que estaban determinados de manera absoluta en defenderse a sí mismos contra aquellos que los privaban de su libertad y de su fe. Esta era la imagen de los judíos en la antigüedad.

Pelearíamos por nuestra libertad. Pelearíamos por nuestra fe. Y si alguno trataba de interferir, de suprimir nuestra religión, atacábamos de vuelta. No ganábamos siempre, perdíamos. A veces ganamos, con los Macabeos. A veces perdimos. Pero si hay algo que caracterizaba al judío en la antigüedad, era que produjimos a grandes héroes. Ustedes conocen a algunos de ellos. Josué. Sansón. Guideón. El Rey David. Los Macabeos. Bar Kojbá.

Por muchas, muchas generaciones, los judíos resistieron el intento de que los privaran de sus derechos, de su libertad, de su fe, de sus vidas. Hasta que perdimos nuestra Tierra. Y cuando perdimos nuestra Tierra, fuimos dispersados. Primero fuimos privamos del autogobierno. En segundo lugar, fuimos privados del derecho de portar armas. Y tercero, fuimos privados de los derechos de quejarnos de los ataques en nuestra contra. Y cuarto, fuimos privados de nuestra fe en muchos lugares.

Esto es lo que pasó siglo a siglo. Los judíos cambiaron, o así es como pensaba la gente. Y con la pérdida de nuestra independencia vino una gran tragedia que no le ocurrió a ningún otro pueblo en la historia, y que siguió siglo tras siglo. En la Edad Media, en el Norte de África, en Europa. Primero con los judíos de York en Inglaterra que fueron exiliados. Después toda la comunidad judía en Inglaterra, exiliada. Después la comunidad judía en España, exilada. Expulsados. Luego los judíos de Ucrania en el siglo XVII destruidos a bayoneta. Un tercio de la población, casi 1 millón de judíos. Y con los pogromos en el siglo XIX, y en el siglo XX vino el pogromo más grande de todos.

Y el judío comenzó a ser percibido como algo más: el judío errante. El judío que en el mejor de los casos podía ser golpeado. En el mejor de los casos. A veces era muy cruel. Y en cualquier caso, no había ninguna opción para el pueblo judío, porque mientras esta cascada de tragedias crecía y crecía y crecía, era claro que los judíos no tenían futuro. ¿Cierto? ¡Falso! ¡Totalmente falso! ¿Saben por qué? Porque tuvimos otro Moisés: ahí está. Justo ahí ¿lo ven? Es él, Herzl. Tuvimos a otro Moisés. Él dijo que los judíos podían reconstituir el control sobre su destino que podían controlar sus vidas, de que podían cambiar su historia, de que podían cambiar su futuro, que podían cambiarla si fundaban un Estado Judío. Y cuando fundaron y crearon un Estado Judío, eso cambió su posición y su condición y su auto percepción de las comunidades judías por fuera del Estado Judío. Porque ahora los judíos tendrían una opción. Una opción. Todos. Pero primero teníamos que establecer un estado en contra de todas las posibilidades, contra todas las posibilidades de la Historia, y con las pérdidas de la Historia, triunfamos.

Regresamos a nuestra patria ancestral. Construimos un estado. Construimos un ejército. ¿Sabían que cuando Herzl habló acerca de un ejército, un ejército judío, hace 120 años, creyeron que estaba completamente loco? Él dijo: “No. Tendremos un gran ejército. Tendremos una gran economía. Tendremos científicos. Tendremos tecnologías. Nos volveremos un modelo para muchas, muchas naciones”. Esto fue lo que dijo. Esto fue lo que hicimos. Ahora vean la gran transformación. Vean la gran transformación que ha sido posible para el pueblo judío y solo para el pueblo judío.

Visité Roma en una ocasión. Sara y yo siempre tratamos de visitar el Arco de Tito. ¿Y saben? Cuando me paré ahí, vi a los romanos cargando la Menorá de nuestro Templo. Y pensé: “Bueno, saben, esto le pasa a otros pueblos también”. Hay muchos pueblos que vivieron en la antigüedad, que fueron conquistados, dispersados ¿y saben qué les pasó? Desaparecieron. Pero solo los judíos se adhirieron a la idea de regresar. Y cada año en el Norte de África o en Yemen o en Alemania, se dice: “El próximo año en Jerusalén. El próximo año en la Jerusalén reconstruida”. Esto es lo que hemos dicho generación tras generación.

Cuando regresamos y realizamos este milagro, todo el mundo ya ve de manera diferente al pueblo judío. He ido a 6 continentes en un año. A 6 continentes. ¡Admiran al Estado Judío! Admiran al Tzahal, al gobierno de Israel, a las FDI, a la tecnología de Israel, a la economía de Israel. Es una admiración universal. Hemos cambiado nuestro destino. Hemos resistido el control sobre nuestro destino.

Recuerdo este gran cambio, cuando era un soldado en nuestro ejército, cuando hacía senderismo. Hay muchos israelíes que vienen después del ejército y que hacen senderismo en Sur y Centroamérica. Es increíble, caminan miles de kilómetros en el ejército y luego vienen a caminar muchos más miles de kilómetros. Recuerdo esos recorridos en el ejército, y recuerdo que en muchas ocasiones llegas al final de un largo día, cuando tu cuerpo está agotado y cubierto de sudor. Y recuerdo una tarde-noche en que llegamos a las faldas de Masada, y miré hacia el risco donde la rebelión fue finalmente aplastada y donde comenzó el principio de nuestro exilio. Miré hacia esos riscos y dije: “Hemos regresado. El pueblo judío está de vuelta. Regresamos de nuevo a nuestro país y nunca más lo devolveremos y uniremos al pueblo judío para siempre”.

Hemos asegurado el futuro judío y lo mantendremos con su ayuda. Muchas gracias por su gran apoyo. Muchas gracias desde Jerusalén. Muchas gracias desde la Tierra de Israel. Muchas gracias desde el Estado de Israel. Muchas gracias a ustedes judíos de México. Tienen un hogar tanto aquí como en la Tierra de Israel. Muchas gracias.