Enlace Judío México – El pasaje más importante que se lee durante los servicios de Rosh Hashaná es la Akeidá (atadura o sacrificio) de Isaac. Este evento en sí mismo es una muestra de la entrega de los patriarcas a D-os, su determinación a “coronar a D-os como máximo rey” y la respuesta y el amor tan grande de su Creador hacia ellos. En el sefer Ha- Agadá se encuentran varios relatos (midrashim) que narran momentos en su recorrido al monte Moriá, en los que Isaac y Abraham se encuentran frente al Satán (el Ángel de la tentación) y vencen su poder. El relato que mostramos a continuación es bastante importante porque se hace referencia a él en el Tashlij, uno de los ritos que se hacen en Rosh Hashaná. Esperamos les guste

I La Akeida

En el camino El Satán se acercó a Abraham disfrazado de un hombre anciano y le preguntó “¿A dónde te diriges?” Abraham respondió: “A rezar”. Satán: “¿Por qué alguien que se dirige a rezar llevaría fuego y cuchillo en su mano y leña en sus hombros?” Abraham: “Descansaremos ahí uno o dos días, tendremos que sacrificar un animal, hornear pan, y comer.”

Satán: “Anciano, ¿crees que no estaba ahí cuando el Señor te dijo ‘Toma ahora a tu hijo?’ Hombre viejo, has enloquecido ¡Un hijo que te fue dado a los cien años de edad y estás planeando matarlo!” Abraham: “Aún así”. Satán: “Si te probara con mayor fuerza te mantendrías firme” Abraham: “Aún así.”

Viendo que sus esfuerzos eran en vano, Satán dejó a Abraham y se disfrazó de un hombre joven, se paró a la derecha de Isaac y le dijo: “¿A dónde te diriges?” Isaac: “A estudiar Torá” Satán: “¿Mientras aún vives o cuando ya hayas muerto?” Isaac: “¿Existe algún hombre que pueda estudiar ya estando muerto?” Satán: “¡Oh hijo desafortunado, de madre desafortunada! ¡Cuantos ayunos tu madre hizo! ¡Cuantas plegarias dijo hasta que al final tú naciste! Y ahora este anciano ha enloquecido en su vejez y está por cortar tu garganta.” Isaac: “Aún así, no me separaré de los deseos de mi Creador y de la cuerda de mi padre.” Satán: “Si así sucede, ¿deberían esas telas finas que tu madre hizo para ti convertirse en el legado de Ismael, aquel que desea la destrucción de tu familia? Aparntemente no has pensado en lo que puede pasar tras tu muerte.” Isaac se volteó hacia su padre y dijo: “Padre, ¡escucha lo que me dice!” Abraham contestó: “No pongas atención a sus palabras”

Cuando Satán vio que ni Abraham ni Isaac atendían lo que les decía, se convirtió en un río ancho. Y Abraham al verse forzado a cruzar el río, se apresuró hacia el agua hasta que le cubría las rodillas y le dijo a sus acompañantes: Síganme. Fueron camino abajo tras de él. A la mitad del río el agua cubría su cuello. En ese instante Abraham levantó sus ojos hacia el Cielo y dijo: “Señor del Universo, Tú me escojiste, Tú te apareciste frente a mí diciendo: ‘Yo soy único y tú eres único. A través de ti Mi Nombre será conocido en Mi mundo, trae a tú hijo Isaac frente a Mí como ofrenda’. Yo no me detuve. Como vez me ocupo de la ofrenda. Pero ahora, me encuentro en aguas profundas. Si Isaac o yo hemos de ahogarnos ¿quién seguirá Tus mandatos y a través de quién la magnitud de tu nombre será proclamada? El Señor respondió: ¡Mientras vivas! Mi nombre será revelado en este mundo a través de ti.

El Señor hizo que el río se redujera y se secó.