Enlace Judío México – Las mitzvot (mandamientos) que tiene que hacer la mujer son tres: Prender las velas de Shabat, tener hijos y hacer Jalá (pan típico judío). Así que el 27 de septiembre en la Sinagoga Bet Itzjak se reunieron jovencitas de preparatoria de la red ashkenazi de escuelas judías para hacer Hafrashat Jalá (cuando se reúnen varias mujeres para hacer jalá); el propósito de reunirse es lograr que nuestra plegaria llegue más alto; en esta ocasión, a unos días de Yom Kipur (día del ayuno) la plegaria fue por México.

El Rabino Simantob R. Nigri, de la Sinagoga Bet Itzjak, tomó la palabra: “Estamos en un momento muy especial en que el mundo va a ser juzgado e inscrito para bien a nivel personal, familiar, comunitario y a nivel mundial. Las mujeres son las que tienen la clave para el éxito judío. Siempre cuando hay un hombre exitoso, encontraremos junto a él una mujer exitosa. El hogar judío vive de ustedes, las mujeres y jovencitas judías. La mujer tiene una fuerza impresionante para influenciar tanto para bien como para mal”.

Todas las asistentes se pusieron de pie para hacer el rezo para un feliz año, siguiendo una canción entre todos.

“Escogí esta fecha para hacer Hafrashat Jalá, por estar entre Rosh Hashaná y Yom Kipur. Hashem nos da la oportunidad de pedir perdón, hacer un viaje hacia atrás y comenzar de nuevo. Al estar todos juntos para hacer una labor, un plan o Hafrashat Jalá, no nos pueden romper. Cuando ya tienen la masa, hay que sacar un pedazo jalándolo con un papel aluminio y hacerlo bolita, este después se quemará. La razón de hacer esto tiene dos fines: El primero es en recuerdo del tiempo del Templo que se entregaba un pedazo de pan a los Cohanim. La segunda es porque al hornear la masa se infla al quitarle un pedazo es quitarnos el ego” dijo Tehilla Nigri, esposa del rabino Nigri.

Mientras se amasaba y trenzaban las jalás pasó al frente Sara Mintz para platicar su historia: “Yo soy colombiana, he actuado cantado y participado en muchas telenovelas, anteriormente me llamaba Maritza Rodríguez. Siempre quise buscar mi realidad espiritual. Hace seis años me casé por el civil con Yoshua Mintz, es judío no practicante. No conocí el judaísmo por Yoshua, actualmente yo le enseño. Yo quise que mis hijos para el día que los tuviéramos nacieran en hogar judío. Comencé a estudiar para poder convertirme, mi esposo quería que lo hiciera en el movimiento conservador. Yo decidí hacerlo en el camino ortodoxo. Por medio del judaísmo conocí la libertad. Me he preguntado muchas veces si ha valido la pena hacer mi Teshuvá (convertirme al judaísmo), cada vez estoy más convencida que sí. Tenemos unos gemelitos de tres años y cuatro meses. En nuestro hogar hay paz y una genuina libertad”.