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viernes 08 de noviembre de 2024

El temblor ya pasó, ¿y ahora qué?

Enlace Judío México – Estamos a dos semanas del temblor que azotó a la Ciudad de México y varios estados del país. Los ciudadanos del país se vieron sorprendidos por el terremoto tan fuerte y posteriormente al enterarse de los destrozos que causó el mismo.

 

 

Muchos de ellos inmediatamente se dieron a la tarea de ayudar en lo que les fuera posible, ya sea reuniendo suministros necesarios para los desamparados, en la búsqueda de sobrevivientes o la remoción de escombros.

Al pasar de los días comenzó a hablarse de ayuda psicológica en terapias de grupo en televisión o radio para personas que se encontraban traumadas por la situación en que el temblor los dejó, ya sea físicamente, psicológicamente o incluso sin hogar.

El 3 de octubre en la Universidad Hebraica se presentó una conferencia de Shulamit Graber, psicóloga especialista en estrés postraumático, y Yehuda Bar Shalom, Rector de la Universidad Hebraica. Shulamit Graber comentó: “Yo he estado trabajando estas dos semanas tratando de abarcar lo que más se ha podido. He trabajado con grupos de apoyo, con jóvenes de la comunidad y en los medios. De lo que vamos a hablar es lo que podemos esperar, ¿qué va a pasar? Existen muchas dudas entre la gente que se siente enferma”.

“Algo muy importante es que lo que ha pasado hasta ahora se le llama “modo sobrevivencia” que es el impacto de un shock que nos hace poner todo lo que tenemos para sobrevivir. No siente uno, no piensa uno, sólo hace. La sabiduría del cuerpo es como si colapsara las emociones y las pone en un lugar como si no existieran, haciéndolas a un lado para poder actuar. Cada uno ha estado desde su trinchera haciendo. Nuestra forma de estar en modo sobrevivencia, equivale al modo ayuda. Se ha visto en diferentes impactos universales, inmediatamente después del desastre viene el estrés, al solidarizarnos con el dolor del otro baja el estrés. Una de mis frases favoritas es de Gandhi: La mejor forma de encontrarte a ti mismo es perderte a ti mismo en el servicio a los demás. Eso es lo que hacemos, la gente se sorprende de que ha podido hacer cosas que nunca creyó que lo podría hacer”.

“No es el momento de pensar en si estamos enfermos, o qué nos pasa. La resiliencia es una forma normal de acoplarse al estrés. Mucha gente no va a tener estrés post traumático, va a haber podido pasar esta situación de una forma muy amable con uno mismo. Hay ocasiones en que la recuperación más fuerte de la adversidad es un proceso natural del ser humano. Mucha gente habla de patologías, hay que ser realistas hubo un temblor muy fuerte, lo vivimos desde distintos lugares. Es un momento en el que todos estamos haciendo algo para aliviarnos”.

Yehuda Bar Shalom dijo: “En Israel teníamos la costumbre de mandar psicólogos a las escuelas en seguida que algo pasaba, esto hacía que patología de la situación aumentara. Si mandamos a los psicólogos quiere decir que hay una enfermedad. La conclusión a la que llegamos es que se necesita la capacitación de los maestros y líderes educativos. Hacer el proceso con algunos de los temas básicos. Cuando llega el psicólogo trabaja con los maestros para darles herramientas muy básicas y simples para que sepan cómo actuar con los niños. Después de un mes vamos a saber quiénes si necesitarán ayuda, la mayoría de la gente sí sale de alguna manera u otra”.

Graber agregó: “Todos los mensajes de pánico y miedo sólo aumentan el estrés. Tenemos que apelar a la conciencia colectiva entendiendo que cada quién va a trabajar desde su trinchera. Hay una parte interesante que se llama “la culpa del sobreviviente” Esto se ha visto en muchos desastres. Las personas que estaban bien no les es posible conectarse consigo mismo, tienen que conectarse con los que están peor”.

“Durante el Holocausto muchos sobrevivientes no pudieron seguir con vida, precisamente porque era la culpa de que ellos sobrevivieron, hubo quienes se suicidaron y hay muchas historias al respecto. Hubo gente que tuvo pérdidas importantes que no las podía atender porque pensaba que al estar vivo tenía que ocuparse en ayudar a los demás. Está bien es parte de la sobrevivencia. Hay que tener una línea sutil que divida el momento en el que uno tiene que parar y resguardarse pensando ¿qué puedo hacer?”

“La parte de los maestro es muy importante es prepara a los maestro que requiere un estrategia para ayudar a los niño. Requiere de una intervención muy importante. ¿Qué sigue? Cuando comiencen a bajar las emociones. El cuerpo va a comenzar asentir achaques. La gente que vivió el temblor del 85 va a experimentar el evento en diferente plano. Tenemos que esforzarnos en pedir perdón. Tenemos que ser generosos con el tiempo. El cuerpo está diseñado para ser nuestro aliado. Tenemos que tomarnos el tiempo para darnos cuenta de qué es lo que nos está pasando. Mi tendencia es normalizar”.

Bar Shalom agregó “la empatía es muy importante. Tendemos a oír y tomar como nuestros los sentimientos de los demás”. Graber dice: “Hay cinco características que son muy importantes para trabajar en los miedos de atención: El primero es checar que las necesidades básicas estén cubiertas, ayudar a la gente a recuperar lo que era importante, su rutina a lo que le daba valor. Acuérdense que la experiencia sí nos paraliza, necesitamos un cierto grado de control, necesitamos nuestra rutina. Un temblor es también un sismo dentro de nosotros, resquebraja lo que era la certeza. Hay que ayudarnos y ayudar a la gente a ir recuperándose poco a poco. Las personas tienen que darse tiempo, hay que ir poco a poco. Para esto sí se necesita la ayuda de alguien los ayude a regresar a su rutina. El contexto del tiempo es muy importante. Es importante ayudar a la persona en todos sus contextos”.

Graber explica: “en este momento no estamos en estrés post traumático. Si pasando dos a tres meses, tu vida está paralizada porque el temblor te robó tu vida es cuando tienes que buscar ayuda. Segunda regla: Buscar apoyo social de las personas que te rodean, evitar el aislamiento. Tratar a toda costa de hablar de tus sentimientos con tus allegados. Creo que debemos tener menos psicólogos y más líderes comunitarios, más maestros preparados. Tengo una idea que me está rondando por la cabeza ¿cómo educamos a maestros, líderes para que puedan hacer este trabajo de ayudar?”

Bar Shalom hizo un ejercicio de empatía con la audiencia para saber cómo comunicarnos. Se juntaron las personas en pares: El ejercicio era que la primera hablara durante un minuto su experiencia, en los siguientes treinta segundos la segunda tenía que dar retroalimentación de lo que oyó. Posteriormente se hizo viceversa. Lo que nos dio el ejercicio es aprender a escuchar sin opinar ni interrumpir.

Graber abunda: “Traten de tener una práctica espiritual que les de paz. No es solamente algo religioso, lo que a cada uno le convenga más, meditación, oír música, en general cada quién va a hacer lo que le apasione más. Lo importante es la paz interior. Es muy importante no aislarse. Dejar atrás los “por qué”, cambiarlo a “para qué”. Si esto tuviera un para qué. Si pudiéramos resignificar esta experiencia, que recursos podrían salir que no conocíamos de nosotros mismos. ¿Qué descubrimos de nosotros mismos? ¿Qué fortalezas tenemos?

El estrés postraumático tiene tres características importantes. Primero la reminiscencia, luego la evasión: comenzamos a cerrarnos, pierde calidad nuestra vida, no asistimos a diferentes lugares, es como encerrarnos. La tercera es la excitación, irritabilidad, no conciliar el sueño, engordar o enflacar mucho. El evento nos ha consumido.

El cerebro tiene ordenada la información como si fueran los rieles del ferrocarril. En esta situación todo se desordena, no nos gusta que nos desordenen todo. No nos gusta que nos pasen cosas inesperadas. Al mismo tiempo hay que procesar la información. Hay que tomarlo como una segunda oportunidad. Hay pocas veces en la vida en que nos van a volver a repartir nuestras cartas, la jugada la tenemos que hacer nosotros.

Tenemos que tener mucho cuidado, las pérdidas en la vida son reales y ambiguas. No solamente se pierden vidas, un edificio. Se pierden facultades. Nos han enseñado a minimizar, lo que es concreto y real, esa sí es una pérdida. No se le cayó un edificio a la persona pero se le cayeron otras cosas: su seguridad, su ánimo, su confianza, no conocemos la historia de la gente. Son pérdidas, tendemos a minimizar, así nos han enseñado. Es muy importante y noble escuchar a la persona cuando nos cuenta algo.

Hay un círculo vicioso que se da en una experiencia traumática que es importante conocer, por donde comencemos llegaremos de regreso al mismo lugar: Emociones intensas, distintas, que no reconocemos, que generan un fuerte estrés, agotamiento, nos hace tener pensamientos irracionales, esto aumenta la intensidad del estrés, genera más agotamiento, y llegamos al punto de partida, emociones intensas. Lo que tenemos que hacer es un cambio de pensamientos, que no esté tan agotado. Es importante descansar y hacer cosas para nosotros”.

Bar Shalom recomienda: “Hay ejercicios que se pueden hacer solos. Darle un alto a nuestros pensamientos. Tomar distancia. No tomar tan en serio nuestros pensamientos. No tenemos que ser esclavos de los razonamientos”.

Graber apunta: “Es muy importante tener sentido del humor, el mexicano lo tiene. Tomemos distancia de lo que está pasando. No pasa nada si nos distanciamos un poco de los sentimientos y vivimos. El objetivo muy concreto de este trabajo es primero detectar las señales o huellas que esta experiencia nos dejó, trabajar terapéuticamente o con ejercicios para ver qué es lo que nos pasó ya sea solos o en grupo, la tercera y muy importante es ¿cómo resignificamos una experiencia? Tenemos que acomodarla en nuestro cerebro. Cada quién le dará la forma que le convenga más a su forma de ser. Si no lo trabajamos, queda un hueco, los seres humanos necesitamos cerrar ciclos.

Yo creo que a raíz de esta experiencia podemos hacer un mejor país, uniéndonos todos los integrantes de la sociedad. Les quiero decir que el setenta por ciento de las preguntas que recibí tanto en televisión como en radio, tenía que ver con los niños, por la confusión de no saber hasta dónde protegerlos. Lo importante es saber que no son tontos. Hay que hablarles con la verdad. Nada de “no pasa nada, tú vete a jugar al cuarto”. No tienen que ir a las ruinas, las contestaciones tienen que ser verídicas, que no vean las noticias. Permitirles hablar, que te puedan decir ‘tengo miedo’, y la respuesta puede ser: ‘yo también tengo miedo’. Hay siempre que hablar con la verdad y realidad.

Bar Shalom añadió: “Con los niños tenemos que actuar hablando con ellos siempre con frases cortas y siempre la verdad”.

 

Shulamit compartió en exclusiva con los lectores de Enlace Judío un texto que reflexiona, a partir del sismo, sobre el crecimiento personal.

LOS SISMOS INTERNOS, por Shulamit Graber

La vida es dinámica, es movimiento, nada queda estático, nada es igual por siempre.

Los movimientos telúricos de éste septiembre nos hace recordar este movimiento constante que tiene la vida. En todo movimiento hay cambio, nada queda exactamente igual que antes del movimiento o sacudida. En todo cambio hay pérdidas y ganancias. En los sismos muchas veces hay gran destrucción. Pero a raíz de esa destrucción surge la reconstrucción. Las pérdidas por eventos naturales son múltiples y muy dolorosas pero nos ofrecen la oportunidad de resurgir, reconstruirnos, de desechar lo que no es suficientemente sólido adentro de nosotros para mantenernos de pie dentro de nosotros mismos.

Las sacudidas nos permiten que salga el polvo, lo que no está siendo útil en nuestro interior. Los terremotos internos nos mueven todo hasta el centro de nuestra esencia y nos permiten buscar dentro de los escombros lo que realmente ha quedado de pie. Lo que verdaderamente tiene valor para nosotros. Lo que no se derrumba, lo que nos sostiene en la vida. Los movimientos oscilatorios y trepida torios nos invitan a reflexionar en todo aquello que estaba de más en nuestra vida. En lo que es cimiento sólido, que sí y que no. Al final generalmente concluimos que lo que nos sostiene es el amor a nosotros mismos, a lo que hacemos, a nuestro prójimo, padres, pareja, hijos, hermanos, abuelos, amigos, sobrinos, etc. Este amor no se puede destruir, se puede transformar pero no se extingue. Puede crecer o decrecer, pero el amor es una llama que siempre se encuentra encendida dentro de nosotros. Aun cuando haya momentos en que se quede en flamita piloto.

Hay diferentes crisis en la vida que nos generan sismos internos, un divorcio, un despido laboral, una enfermedad, la muerte de un ser amado, la pérdida económica, la partida de los hijos. Pero en todos estos casos el duelo se resuelve haciendo un manejo de nuestra emocionalidad, es decir a la manera en que contactamos la emoción que nos genera y la realidad que acontece en este momento.

Los sismos nos invitan al análisis y la reflexión. ¿Qué cimiento sólido hay en mi vida? y ¿Qué es escombro que puedo tirar? Hay personas, proyectos, valores sepultados bajo los escombros de mi acelerada continuidad a os que debo rescatar. La vida es breve, los sismos nos lo recuerdan y nos invitan a hacer limpieza exhaustiva. A recuperar lo valioso e importante. Enfocarnos en lograr una vida en plenitud. A rescatar lo que realmente tiene valor en nuestra vida.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

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