Enlace Judío México.- Por ahora se sabe poco sobre qué causó que Stephen Paddock asesine a unas 58 personas inocentes en Las Vegas el domingo a la noche. Se encuentra ante nosotros como lo que el Presidente Trump describió en una declaración como “un acto de pura maldad.”

En los próximos días puede surgir más información, en cuanto a cómo Paddock pudo haber filtrado tanto armamento dentro del Complejo Vacacional y Casino Mandalay Bay. Pero actualmente no hay nada para vincular a este asesino con el tipo de causas o enfermedades asociadas con otros asesinos en masa. No hay ninguna conexión evidente con terroristas islámicos o algún grupo extremista, ni sugerencia de comportamiento perturbado, ningún antecedente penal, ninguna pelea con vecinos o compañeros de trabajo. El único hecho extrañamente digno de destacar es que su padre estuvo una vez en la lista de más buscados del FBI.

Nosotros siempre buscamos razones cuando ocurre esto, pero ningún pretexto o explicación es suficiente para explicar por qué una persona comete asesinatos en masa tal como éste. Ni la matanza de 49 personas por parte de Omar Mateen en un club nocturno de Orlando el año pasado o la matanza de 77 personas por parte de Anders Breivik en Noruega en el 2011.

Todos nosotros vivimos vidas diarias que involucran algún grado de disputas, conflictos y animosidades. La mayoría permanecen dentro de las restricciones educadas. Algo de lo más hondo del cerebro del individuo humano, sin embargo, puede albergar impulsos que son simplemente malignos y a veces producen asesinato sin sentido.

Los estadounidenses han pasado más tiempo recientemente que el que alguna vez les haya interesado tratando de absorber momentos de destrucción aterradora y abrumadora. La gente en Texas, Florida, Puerto Rico y las islas caribeñas pasará años reconstruyendo vidas y comunidades arrasadas por varios huracanes. A veces puede parecer demasiado.

Piensen, sin embargo, en el intento fallido de asesinato en masa en junio por parte de un hombre armado solitario en junio que roció balas dentro de un juego de béisbol del Congreso en la Virginia suburbana. El jueves pasado, el Representante Steve Scalise, herido de gravedad por el hombre armado, regresó a la Cámara de Representantes y rindió un tributo elocuente a los actos de valor ese día por parte de los oficiales de policía y colegas.

En medio de la carnicería de Las Vegas y la destrucción de los huracanes, ocurrieron una gran mayoría de actos similares de valentía altruista para salvar a los heridos o para minimizar la pérdida de vidas. El Presidente Trump lo llamó “los vínculos de la comunidad y el alivio de nuestra humanidad en común.” Contra la maldad de un Stephen Paddock, esa realidad imbatible es digna de recordar.

Traducido por Marcela Lubczanski para Enlace Judío México
Wall Street Journal