Enlace Judío México.- Tiempos de meditación sin duda son importantes y necesarios. En ellos podemos describir y expresar nuestras ideas y pensamientos. Esta semana tuve la oportunidad de encontrar un espacio para reflexionar durante Yom Kipur, el cual me hizo pensar acerca de los hechos acontecidos últimamente en México, específicamente en el terremoto del pasado 19 de septiembre.

ISRAEL KELLERSZTEIN

Al igual que todos los mexicanos, y especialmente los de la comunidad judía, me sentí orgulloso al ver las tropas israelíes en suelo mexicano con el único objetivo de ayudar al pueblo en un momento de emergencia. En vísperas de Rosh Hashaná, Israel mandó una de las delegaciones más grandes constituida por más de 70 personas, incluyendo rescatistas, ingenieros y gente de la fuerza aérea.

Gracias a la gran cantidad de posts en Facebook, me di cuenta de dos cosas: la fuerza del pueblo mexicano y su gratitud para con el Estado de Israel.

Pero también, esos posts me inspiraron a redactar esta historia, mi historia personal, la cual dividiré de manera concisa en dos partes con la intención de demostrar también lo que los mexicanos hacemos y hemos hecho por el Estado de Israel, y así como los mexicanos nos sentimos afortunados por las acciones del Estado de Israel, también podemos decir que Israel es afortunado por lo que recibe por parte de inmigrantes como yo.

Mi nombre es Israel Kellersztein, nací en México en agosto de 1985, estudié la primaria en la Naye y la secundaria y la preparatoria en la Idishe.

Pertenecí durante más de 15 años a la tnuá Hanoar Hatzioni, en la cual fui madrij y llegué a ser rosh ken entre varios otros puestos.

La educación sionista que recibí durante muchos años en la tnuá sin duda me llevo a la decisión de inmigrar a Israel.

Hice aliá en agosto del 2005. Como todo inmigrante, los primeros seis meses los pasé en un kibutz en el norte del país trabajando y aprendiendo hebreo. Al término de esta etapa, me mudé a una ciudad llamada Ramat Gan, de cara al enrolamiento al ejército de Tzahal en el cual, según la ley, debería de servir durante dos años.

En marzo del 2006 me enrolé a una brigada llamada Guivati, la cual es de infantería reconocida por sus boinas moradas. En esos tiempos, el ejército funcionaba de una forma distinta a la de hoy, mi unidad junto con otras unidades de la brigada, era encargada de proteger ciertos frentes en la frontera entre Israel y la Franja de Gaza.

En los primeros cuatro meses, realicé mi entrenamiento básico para combatientes en una base al sur de Israel; el objetivo de Tzahal es convertir a un civil en soldado con cierto nivel de combate. Este entrenamiento básico fue interrumpido en su último mes debido a dos importantes acontecimientos: 1) el secuestro de Guilad Shalit y 2) la segunda guerra de Líbano. Mi unidad fue mandada a la parte central en la frontera con la Franja de Gaza, a una zona llamada Kisufim dentro del marco de la operación lluvia de verano, la cual incluyó bastantes operaciones secundarias de las cuales fui parte. El objetivo principal de la operación era el rescate del soldado secuestrado y detener los ataques de misiles por parte del Hamas en contra del pueblo de Israel.

Al término de la guerra, los siguientes meses nos regresaron a continuar con nuestros entrenamientos. Fueron en una base cerca de la anterior donde realicé lo que es llamado entrenamiento avanzado, donde Tzahal te convierte de soldado a soldado combatiente de infantería. Los últimos cuatro meses del entrenamiento, los pasamos en el frente cuidando la frontera con Gaza y realizando operaciones más pequeñas y menos profundas en los que respecta al territorio enemigo.

Y así paso mi primer año en el ejército, realizando entrenamientos, caminatas de hasta 70 Km y siendo parte de operaciones y ya de una guerra. Los siguientes cuatro meses los pasé en un curso para comandantes, lo cual me obligó a quedarme otro medio año más en el ejército. Al término del curso, el cual lo terminé con honores, regresé a la base de entrenamiento donde recibí a doce soldados en mi comando, a quienes entrené por ocho meses, así como lo hice yo.

Al final del entrenamiento avanzado de mis soldados, estaba satisfecho ya que había logrado llevarlos a un nivel más alto de los requerido por el ejército para ir al frente, por lo que decidí renunciar como comandante de entrenamiento y pedí mi traspaso al frente, junto a mis compañeros del principio de servicio, con el objetivo de participar junto a ellos en operaciones especiales en la Franja de Gaza las cuales serían por el bien del país. Esta decisión concordaba más con mis objetivos personales dentro del ejército.

Participé en operaciones especiales como Invierno Caliente en la cual perdí a mi amigo Eran Dan-Gur y en operaciones más generales como Plomo Fundido, la cual fue mi última durante mi servicio regular que terminé a finales del 2008. Hoy en día, soy comandante en la unidad de reservas 9271, donde nuevamente tengo una cierta cantidad de soldados bajo mi mando, soldados con esposas e hijos. Como parte de mi servicio, he participado en operaciones como Pilar Defensivo y la última llamada, Margen Protector. En tiempos regulares, mi unidad de reserva está a cargo, junto a otras unidades, del triángulo territorial entre Israel, Egipto y Gaza.

Mi servicio como reservista por ley terminará a los cuarenta años, es decir en el año 2025. Hasta entonces, mi tarea como ciudadano seguirá siendo proteger al Estado de Israel, tanto a su gente como a su territorio, sin importar creencia religiosa, opinión política o país de procedencia.

Estoy seguro que como mi historia hay más, donde se puede ver el activismo de jóvenes mexicanos judíos o de otros países en Israel, ayudando a la sociedad cuando ella nos necesita, pero sin olvidar de dónde venimos y los valores que ahí recibimos. En mi siguiente artículo, hablaré acerca de mi vida académica y profesional, contando cómo un joven mexicano ha aportado a nuevas tecnologías y desarrollos científicos en Israel.

 

 

 

 

Fuente:tribuna.org.mx