Enlace Judío México.- La música judía de Europa Oriental no es simplemente música. Trae consigo las ideas y la forma de vida del pueblo que la creó.

ESC. ESTHER MOSTOVICH DE CUKIERMAN

En la tradición de un pueblo de Lituania cuyo nombre se ha olvidado, los viernes de tarde, todos los pobladores judíos, vestidos con sus mejores ropas, se aprontan a recibir el Shabat (sábado). ¿Cómo? Caminando marcha atrás, desde el río a la sinagoga, para mirar de frente la llegada del Shabat, que empieza el viernes, cuando el sol se oculta en el horizonte. En el festival Klezmer de Canadá se ha renovado la vieja tradición, con una dulce melodía que pudiera ser la misma y tal vez tan antigua como ese relato.

Pensemos, ¿cómo se forman las melodías? ¿Dónde se cantaba en el viejo hogar? Vamos con la memoria a un pueblo de Europa Oriental del siglo pasado y allí a un “jeider” una habitación en la casa del maestro, donde se enseña a los niños la Biblia en su idioma original, Hebreo. En un pueblo, esa habitación está junto a la cocina, para que pueda recibir el calor del “pripetchik” la estufa y fogón a leña para cocinar. Una canción evoca esa escena. El maestro lee el texto en hebreo y lo explica en el idioma de la casa y la vida diaria europea, el Idish. (alemán medieval con mezcla de palabras en hebreo y en idiomas eslavos, que se escribe con letras hebreas). “Sobre el pripetchik arde el fuego, a casa está calentita, y el maestro enseña el alfabeto” dice la canción. “Recuerden queridos niños, la letra Alef con una raya abajo, es la letra “O”.

Pensemos ahora en una casa del barrio judío de una ciudad europea. Allí no se enseña al lado del fogón de cocina. En las ciudades la comunidad destinaba a la enseñanza de materias hebreas, dos o tres habitaciones de una casa, lo que se llama una “Talmud Tora”. ¿Cómo se aprende allí? Canturreando, recitando los versos de la Biblia. ¿Es disparatado reconocer la melodía de la enseñanza y no recordar el texto? Claro que no. Recuerdo un episodio en Montevideo, cuando yo iba a la escuela pública. Nos enseñaron las tablas de multiplicar con una melodía especial. “2 por 2 son 4, 2 por 3 son 6, 2 x 4 son 8“… El día que estábamos aprendiendo la tabla del 9, un alumno contestó a la maestra: “No recuerdo bien la letra, señorita, pero puedo cantarle la música“.

Una melodía judía tiene quejidos. Quejas sin palabras o más allá de las palabras. Suspiros que no pueden explicarse con lenguaje hablado, pero si con una melodía tan emocionada que duele. ¿Por qué puede doler una melodía? Porque el recuerdo judío europeo es triste y puede ser muy doloroso pero ¡nunca pierde la esperanza! Y todo eso, muchas veces no se puede expresar en palabras, pero si, en una melodía.

Tratemos de imaginar la casa en la que el Rebe, Maestro jasídico, un hombre justo, se encuentra con sus seguidores. Como en la canción del Rebe Elimelej, cuando el rebe habla, todos escuchan. El rebe se alegra al cantar una melodía, todos cantan y se alegran. El rebe baila con éxtasis, todos bailan y son felices bailando. Un suspiro místico flota en el aire. La vida diaria de nuestros antecesores en los pueblos de la vieja Europa fue en la gran mayoría de los casos muy dura, agredida por asaltos, limitada por los gobernantes de turno. Pero un “nigun” una melodía repetida una y otra vez permite abstraerse de la realidad y elevarse a un nivel interior donde reina el espíritu y el mundo está lleno de luz y alegría.

¿Por qué muchas canciones judías tradicionales no tienen letra sino sonidos regulares como “Yaba baba baba baba bay” o “Chiribim chiribom”? ¿Tal vez porque recuerdan la forma de enseñar el Talmud, la jurisprudencia hebrea, en las academias rabínicas de Europa Oriental? En esas melodías hay siempre dos temas musicales, dos voces que se entrecruzan, como preguntas y respuestas, argumentos entre los rabíes que hablan desde las páginas del texto del Talmud. Siguen variaciones de los mismos temas, como las discusiones entre un alumno y otro de la academia, sobre las páginas de Talmud que están aprendiendo. Melodías como las palabras del Talmud en que los rabíes discuten todos los temas del diario vivir, siempre en tiempo verbal presente, conversando con quienes nos acercamos a estudiarlo.

Las melodías judías más antiguas que nos han llegado están unidas a los rezos. La música de las plegarias judías se ha transmitido en la memoria desde la Edad Media a nuestros días. Claro que hay melodías nuevas para las viejas oraciones, pero hay algunas músicas que la tradición mantiene. Un ejemplo: una plegaria tradicional que se recita en Yom Kipur, el Día del Perdón, escrita en idioma Arameo, tiene su origen tal vez en el siglo XVI en Ámsterdam, o quizás es más anterior. Lleva su nombre por las dos primeras palabras de esa plegaria. Se llama “Kol Nidrei” (todos los votos, o todas las promesas). Una melodía la acompaña desde hace siglos, en tres tonos distintos, porque tres veces se canturrea el mismo texto de ese rezo. Las palabras son las mismas en las tres oportunidades, es la música la que las diferencia y marca el cambio. La primera melodía suena como el llanto doloroso de un corazón angustiado. En la segunda las notas son las mismas, pero el acento musical deja escuchar el arrepentimiento del pecador y ya deja entrever un rayo de esperanza. En la tercera melodía, el tono ha cambiado, aquí se siente asumir la continuación de la vida con nuevas energías, después del arrepentimiento del ser humano. En las tres veces, el texto del rezo no ha cambiado, es la melodía la que ha dado a la plegaria el sentido de cambio en el interior de uno mismo.

Este año, desde el martes 24 de octubre al martes 28 de noviembre, de 19 a 21 horas, volvemos a encontrarnos con las melodías del Talmud en el 17º.Curso de Talmud y Derecho, en el Centro de Postgrados de la Facultad de Derecho de la Universidad de la República.

 

 

 

Fuente:.cciu.org.uy