Enlace Judío México.- Ahora que Foreign Policy ha divulgado la nota que supuestamente muestra la táctica de “connivencia” entre la campaña de Trump y Rusia, principalmente como un intento de éxito ruso sobre William Browder, ¿cuál es la verdadera amenaza para Estados Unidos?

NONIE DARWISH

Durante meses, el FBI sin ley ha tenido citaciones desafortunadas (¿acatar las citaciones es opcional?), y evitado la transparencia bajo el Asesor Especial Robert Mueller [1] y su igualmente ilegal “investigación” contra el crimen. La verdadera amenaza para Estados Unidos, si no Mueller y el propio FBI, no es el presidente, su campaña ni siquiera los rusos. Además, no es exactamente noticia que muchos países se hayan estado espiando unos a otros durante siglos.

“Colusión con Rusia” fue la última palabra sucia en la política estadounidense creada por operativos políticos anti-Trump y los medios de comunicación. Parece destinada a confundir al público con el fin de manchar la reputación de Trump y derribar su administración. Es una treta extremadamente antigua.

“Colusión”, o “apariencia de colusión”, ha sido una táctica común de miedo utilizada por los medios árabes durante siglos. Las tácticas de miedo son la única solución en las culturas que se niegan a tratar la verdad a cielo abierto.

La principal línea roja que ningún ciudadano de un sistema totalitario puede cruzar es participar en un comportamiento que pueda provocar una acusación de “colusión”: colaboración con enemigos o enemigos percibidos. Los ciudadanos árabes han aprendido a evitar contactos, amistades, comunicación, estrechar la mano o incluso estar en la misma habitación con enemigos “indeseables” del estado. Intente preguntar a cualquier diplomático árabe sobre cómo actúa y se siente en presencia de un funcionario israelí. Durante décadas, cuando funcionarios israelíes daban discursos en las Naciones Unidas, los árabes abandonaban la sala.

En gran parte de Medio Oriente, los cristianos, si se abstienen de alabar al Islam y a los musulmanes o los culpan de su opresión, reciben el mismo trato que los judíos.

En Egipto, en los días de la tiranía antisemita cuando la mera aparición de cualquier tipo de amistad, o simplemente estar en la misma habitación con un judío, podría significar la muerte, los cristianos siempre tuvieron que mantener su distancia de los judíos: el precio a pagar era simplemente demasiado alto.

Después de una visita al Reino Unido en mi juventud, tras decirle inocentemente a un amigo universitario periodista que había conocido judíos en el Reino Unido y no podía creer lo agradables que eran, su respuesta fue: “¿Sabes lo que les pasa a los que se confabulan con los judíos? Vuelven a Egipto en una caja”. Poco después, cuando algunos de nosotros, adolescentes, que hablábamos inglés combinado con algo de francés y árabe, no inusual entre algunos residentes de El Cairo, fuimos detenidos en un pueblo camino de El Cairo a Alejandría, los aldeanos nos llamaron judíos y llamaron a la policía. Tomó un tiempo salir de ese lío.

La realidad, finalmente, ha golpeado a Egipto. La lista de sus enemigos tuvo que cambiar ante el constante desafío a la estabilidad de los gobiernos moderados. La verdadera amenaza para los gobiernos árabes estables, como Egipto se está dando cuenta, no es Israel; es el Islam político de grupos como la Hermandad Musulmana, ISIS, y demás. Esta verdadera amenaza se ha convertido en una carga terrible para todos los jefes de Estado musulmanes y está detrás de todo el caos político, golpes de estado y revoluciones que actualmente se desatan en todo el mundo islámico.

Después de la visita de Trump a Arabia Saudita, las naciones árabes desarrollaron el coraje para exigir el cierre de la sede de Al Jazeera en Qatar. En un área caótica, propensa a la propaganda del mundo, Al Jazeera de Qatar siempre ha informado con simpatía sobre grupos islamistas y promotores de la sharia y en contra de líderes árabes moderados. En un ambiente como ese, ningún líder musulmán moderado puede sacar a su nación de la coerción del terror yihadista y la tiranía de la sharia.

Todo líder árabe sabe que traer modernidad y una reforma seria sería considerado una violación de la sharia. Los islamistas no solo son temidos por promover el terror, sino que también se los considera guardianes de la sharia. La ley islámica dicta que todo jefe de estado musulmán debe gobernar por la sharia, emprender la yihad contra las naciones no musulmanas y nunca permitir que sus ciudadanos coludan o busquen la paz con los enemigos del islam. Ningún líder moderado podría sobrevivir en tales condiciones.

El rey Salman de Arabia Saudita debe ser elogiado por emitir finalmente un decreto que permite que la mitad de la población de su país, las mujeres, obtenga el documento para conducir, pero por lo general todavía necesitan permiso de un tutor para dejar el hogar solas.

Como lo último para lo que está preparado el público musulmán es la verdad, complicados juegos y acusaciones son la única forma en que muchos líderes árabes piensan que pueden preservar su legitimidad. La guerra entre moderados, que quieren menos sharia, e islamistas, que quieren la sharia completa, consiste, independientemente de la “verdad”, en ganarse al ciudadano árabe promedio y hacerle creer que representan el “verdadero Islam”.

Todos los bandos juegan el juego de la “colusión”. Cuando los islamistas acusan a los líderes moderados de connivencia con Occidente, los moderados responden acusando a los islamistas de ser creación de Occidente. En muchos medios de comunicación árabes, ISIS es creación de Occidente (igual que Al-Qaeda antes).

Como líder árabe moderado, por lo tanto, no es fácil sobrevivir sin la amenaza constante de un levantamiento islámico. El presidente Abdel Fattah el-Sisi de Egipto y el rey Abdullah de Jordania son considerados líderes moderados, y muchos quieren que sigan así, pero la presión de los islamistas es inmensa. Recientemente Sisi dijo que quiere promover una nueva forma de miedo, una “fobia contra derribar al Estado”. Uno puede simpatizar con su intento de poner en palabras los obstáculos para gobernar en una nación musulmana mayoritaria. Sisi parece querer alentar a los egipcios a desarrollar temor a sucumbir a la propaganda radical que apunta a derribar gobiernos moderados. Lo que parece estar diciendo a los egipcios es que las revoluciones, los golpes de Estado y los asesinatos no son la solución a todos los problemas sino que lo son, o deberían serlo, las urnas.

Después de un año de ser gobernados por el ex presidente de Egipto Mohamed Morsi, la mayoría de los egipcios se volvieron contra la Hermandad Musulmana, una decisión que, comprensiblemente, no satisface a los medios pro-sharia. Estos, como Al Jazeera, se dedican a tratar de salvar la reputación de la Hermandad Musulmana, la sharia y el Islam mismo, a toda costa. Su enemigo número uno se ha convertido en críticos de la yihad y la sharia, especialmente los que viven en la libertad occidental. La “solución” de los medios árabes a una deserción masiva del extremismo es acusar a los moderados y críticos de la sharia no solo de ser “colaboradores” con los infieles, sino también de “coludir” con los terroristas.

El objetivo actual de los medios árabes, especialmente Al Jazeera, es retratar a los críticos de la yihad y la sharia, así como a los apóstatas, por ser tan malos como los islamistas, si no peores.

Debido a que los puntos de vista de los críticos de la sharia y la yihad resuenan con el árabe medio, los medios de comunicación árabes radicales no tienen más remedio que contrarrestar el entusiasmo por la modernidad y la libertad del público con falsas acusaciones: que los críticos de la yihad y la sharia están de hecho coludiendo con grupos terroristas. Los medios árabes evidentemente ven tales acusaciones tan falsas contra los críticos de la yihad como la única forma, en sus mentes, de salvar el islam radical.

Hoy en día, un segmento de la sociedad egipcia, especialmente los más vulnerables y sin educación, se ha sosegado creyendo que la propaganda que modera y critica la yihad y la sharia está coludiendo no solo con los infieles enemigos del Islam, sino también con grupos musulmanes radicales como la impopular Hermandad Musulmana.

Una prominente revista egipcia, Rose El Youssef, en 2007, retrató falsamente a la Dra. Wafa Sultan y a esta autora en su portada como “alt-yihadistas”, colaboradoras con los talibanes y la Hermandad Musulmana. Ayer, un amigo cercano en Egipto envió una advertencia de rumores en los medios egipcios, después del asesinato de un periodista por parte de la Hermandad Musulmana, de que la Hermandad Musulmana tiene “colaboradores” apóstatas en Occidente, como yo. Esta propaganda desvergonzada e imprudente pretende confundir al público egipcio acerca de quiénes son realmente sus verdaderos enemigos y amigos.

Es lamentable que las tácticas de los medios árabes -para acusar a la gente de “connivencia” para silenciar cualquier oposición- ahora se estén trasladando a los principales medios estadounidenses con respecto a Trump y Rusia, a los que los medios estadounidenses consideran sus nuevos “enemigos” – los mismos medios que defienden la ley sharia, el islam y el terrorismo islámico en Occidente.

Nonie Darwish, nacida y criada en Egipto, es autora de “Totalmente diferente; por qué elegí valores bíblicos sobre valores islámicos”

[1] Al igual que la falsa investigación que acusó erróneamente a Scooter Libby de haber filtrado el nombre de la entonces agente de la CIA, Valerie Plame, que siempre supieron que Richard Armitage lo había filtrado.

Fuente: GATESTONE INSTITUTE– Traducción: Silvia Schnessel – Reproducción autorizada con la mención: ©EnlaceJudíoMéxico