Enlace Judío México.- La guerra en Siria inició a principios del 2011, al comienzo de la misma se enfrentaron las Fuerzas Armadas de Siria del gobierno del presidente Bashar al Assad, en el poder desde el 2000, (después de heredar de su padre quien se mantuvo en el mismo durante casi 30 años), contra diferentes grupos rebeldes opositores.

LEÓN OPALÍN PARA ENLACE JUDÍO MÉXICO

Más adelante, varias fracciones combatientes de los rebeldes se unieron al Estado Islámico (EI), que le permitió expandirse e invadir vastas regiones de Siria, desde las que ya ocupaba en Irak. Las protestas contra las políticas del gobierno de marzo del 2011, derivaron en una guerra civil a gran escala entre las fuerzas gubernamentales y la oposición armada, desembocando en un conflicto internacional donde la lucha contra los terroristas se entremezcló con el conflicto de intereses de varias naciones extranjeras.

El gobierno de Assad no pudo apaciguar el conflicto, varios protagonistas internacionales como EE.UU, Europa y monarquías del Medio Oriente intervinieron de manera directa e indirecta. Una coalición internacional liderada por EE.UU, empezó a lanzar ataques aéreos contra el EI en Siria el 1º. de septiembre del 2014, sus ataques no siempre dieron en el blanco del EI, cobrando la vida de centenares de miles de civiles.

El conflicto militar en Siria se convirtió en uno de los más devastadores del Medio Oriente con un saldo más de 400 mil muertos y el desencadenamiento de una crisis humanitaria de los 22 millones de habitantes que había en Siria antes de la guerra, más de la mitad han tenido que huir 13.5 millones de desplazados internos necesitan ayuda urgente, la mitad son niños y mujeres. Asimismo, 5 millones han tenido que huir a países vecinos desestabilizando peligrosamente sus economías; igualmente Europa ha enfrentado el flujo de más de un millón de sirios, que han generado graves problemas de discriminación por parte de sus habitantes. Una parte significativa de las áreas habitacionales, hospitales, escuelas e infraestructura de las principales ciudades de Siria han sido destruidas.

La principal ayuda recibida por Assad ha provenido de Rusia (un país aliado desde tiempos de la Unión Soviética), de la milicia de élite de Irán y de la organización libanesa Hezbolá (Partido de Dios). Hezbolá es un grupo terrorista que constituyó un verdadero ejército altamente capacitado que cuenta con armamento pesado y un arsenal de 100 mil cohetes. En la guerra entre Israel y Líbano en el 2006, Hezbolá disparó desde el Sur de Líbano a territorio israelí casi 4 mil cohetes que causaron daños a ciudades importantes de Israel. Hezbolá no es solo un grupo terrorista que apoya militarmente a Assad, también ha constituido una red de servicios sociales en Líbano donde es evaluado como “un Estado dentro del Estado”, cuenta con 6 mil combatientes a los que se suman más de 10 mil voluntarios y simpatizantes en el Medio Oriente y en el mundo.

En este contexto, el poderío militar de Rusia le ha permitido finamente al Ejército Sirio reconquistar los territorios que le habían sido arrebatados a Siria por el EI, por otros grupos terroristas y las milicias rebeldes sirias que le han disputado el poder a Assad; quien cometió los principales crímenes de guerra contra sus adversarios y poblaciones civiles indefensas; incluso utilizó armas químicas contra estos últimos.

Para Rusia e Irán la negociación para el fin de la guerra en Siria no contempla la retirada de Assad del poder, ya que consideran que ello podría causar un caos en Siria con importantes repercusiones en la región; en cambio los rebeldes apoyados por EE.UU, Europa y Turquía, principalmente niegan que cualquier solución a la guerra en Siria, considere la permanencia de Assad en la presidencia.

En este ámbito, el presidente Putin ha señalado que la lucha contra el terrorismo en Siria ha llegado a su fin, “es la hora de pasar al proceso político”, Putin le aseguró al presidente Trump que está listo para trabajar activamente para una solución de largo plazo del conflicto en Siria, sobre las bases de las resoluciones de la ONU; y al mismo tiempo para mantener la soberanía e integridad de Siria.

El entorno que prevalece en Siria evidencia el regreso a la normalidad; empero, se precisa reconstruir el Estado tras el fin de la fase más crítica de la guerra, para ello se requiere un flujo significativo de recursos; Rusia se podría perfilar como el principal apoyo financiero por los intereses económicos y militares que tiene en ese país. Rusia acaba de firmar con Siria un acuerdo de arrendamiento por 49 años de su base militar en Tartus en la Costa Siria, prolongable por 25 años más Tartus es una instalación estratégica para mantenimiento y reabastecimiento de sus barcos, sin necesidad de que tengan que regresar a su base en el Mar Negro. El escenario sirio ha servido a Rusia para desarrollar y poner a prueba nuevo armamento y para entrenar a su personal militar.

La intervención de Rusia en Siria abrió un pase al prestigio como país y el personal de Putin que habían perdido en el Medio Oriente y después de la “paliza” que recibieron de los yihadistas en Afganistán (1978-1992). Diferentes analistas piensan que Putin se ha mostrado como la fuerza más importante en el combate al terrorismo y, el único capaz de resistir la imposición de EE.UU en el mundo. La presencia de Putin en Siria le disputa a EE.UU. ser una potencia global; el aspecto personal es uno de los factores cruciales de la incursión de Putin en Siria, “preservar su llegada, su prestigio y su orgullo”, es una gran motivación para un mandatario cuyo narcisismo y egoísmo han sido objeto de análisis en la prensa.

La presencia de Rusia en Siria no es el único elemento de volatilidad en la región, también lo es Irán, porque constituye parte del esfuerzo para controlar un corredor terrestre desde Irán hasta el Mar Mediterráneo, mientras intenta expandir toda su influencia en el Medio Oriente. En este sentido, en noviembre pasado el Ministro de Asuntos Exteriores de Rusia, Sergey Lavrov, señaló que el reciente acuerdo anunciado sobre los términos del alto al fuego en Siria, no incluía un compromiso ruso para garantizar que la milicia vinculada con Irán, sería retirada de Siria.

Por su parte, el embajador de Israel en EE.UU, Ron Dermer, advirtió el 4 de diciembre pasado que es probable que la creciente influencia de Irán en Siria, conduzca a un conflicto militar con Israel. Israel no permitirá que Teherán promueva el terror en Siria contra Israel igualmente, Irán está construyendo una base en Siria, a 15 km. al Sur de Damasco para alojar soldados y vehículos; desde la cual podría habilitar a sus tropas contra Israel.

En este marco el primer Ministro de Israel, Benjamín Netanyahu comentó recientemente que Israel está trabajando muy duro para establecer una alianza efectiva “con los estados suníes modernos para condenar y contrarrestar la presencia de Irán, Hezbolá y otras milicias chiitas en las fronteras de Israel con Siria en los Altos del Golán. Sin embargo, el reconocimiento del presidente Trump de Jerusalén como la capital de Israel y su declaración el pasado 7 de diciembre de que trasladará la embajada de EE.UU, a Jerusalén, frenan por el momento cualquier apoyo del mundo árabe a Israel. El Medio Oriente se ha convertido en un polvorín que puede estallar inesperadamente.