Enlace Judío México / Martin Scheuch – El 5 de setiembre de 1940 se estrenó mundialmente, en el afamado Festival de Cine de Venecia, la película alemana “El judío Süss”, dirigida por Veit Harlan y producida bajo la supervisión de Joseph Goebbels, ministro de Propagada del régimen nazi. No obstante de ser una película descaradamente antisemita, fue elogiada por un joven Michelangelo Antonioni, uno de los más grandes cineastas del siglo XX, quien —si bien reconoció que se trataba de un film de propaganda— destacó su ritmo admirable y el armónico fluir de las escenas unas en otras, a tal punto que se podría considerar como una cinta que se caracterizaba por una unidad y equilibrio completos. Alabó incluso la sorprendente habilidad con que está filmada la escena donde Süss viola a una joven muchacha.

Pues el protagonista principal de esta película de época ambientada en la Alemania del siglo XVIII, el judío Joseph Süss Oppenheimer, personaje histórico que fue consejero del duque Karl Alexander de Wurtemberg, no es solamente un violador, sino también físicamente poco agraciado, manipulador, materialista, avaricioso, inmoral y taimado, hasta el punto de traicionar a los de su propia estirpe. Finalmente, será ajusticiado, decretándose la discriminación de los judíos en todo el ducado de Wurtemberg.

La película gozó de un éxito enorme en Alemania e incluso se organizaron proyecciones especiales para los soldados estacionados en territorios ocupados y para las unidades de la SS, según deseo expreso de Heinrich Himmler. En 1943, más de 20 millones de personas ya habían visto el film, que sirvió de justificación propagandística para el asesinato de millones de judíos, la mayoría no alemanes. Según el testimonio del SS Stefan Baretzki en los procesos de Auschwitz, varios prisioneros judíos fueron maltratados debido a la influencia del film.

Terminada la guerra, los Aliados lo incluyeron en una lista negra de obras cuya exhibición estaba prohibida. Actualmente en Alemania sigue estando prohibida la difusión comercial de la película y sólo puede ser exhibida con fines educativos y bajo estrictas condiciones con autorización de la Fundación Friedrich Wilhelm Murnau.

No se trata de una censura artística, sino de medidas para proteger a la sociedad —y sobre todo a los menores de edad— de la exposición a una obra manifiestamente racista e instigadora de odio contra un grupo étnico. Pues el racismo y el odio étnico en cualquiera de sus formas constituyen delitos en Alemania y no están protegidos por la libertad de expresión.

Otras causales de delitos que pueden llevar a la prohibición de una película en Alemania son: utilización de signos o símbolos de organizaciones anticonstitucionales (por ejemplo, la esvástica del nacionalsocialismo); denigración del Estado y de sus símbolos; incitación al odio contra sectores de la población, etnias o nacionalidades, así como propaganda contra el orden democrático o contra el entendimiento de los pueblos; instrucciones para cometer actos delictivos; presentación cruda, cruel y morbosa de la violencia como fin en sí mismo o como algo trivial y sin importancia; difusión de contenidos pornográficos que incluyan violencia (sadomasoquismo, por ejemplo), intercambio sexual con animales o escenas de sexo que involucren a menores de edad (pornografía infantil); ofensas contra la honra debida a personas e instituciones; calumnia y difamación; negación del Holocausto judío.

Otras causales, por el peligro que entrañan para la formación moral de los menores de edad, permiten sólo una difusión restringida de ciertas obras (prohibiendo su publicidad y haciéndolas accesibles sólo a mayores de 18 años de edad), a saber: pornografía en general; incitación al racismo; glorificación de lo bélico como algo bueno y positivo; ejecuciones y similares fuera del contexto de un noticiario; presentación cruda, cruel y morbosa de la violencia.

En el Perú, donde sigue habiendo una conciencia muy laxa sobre los efectos perjudiciales del racismo, una película como “La Paisana Jacinta”, que denigra a las mujeres andinas e incita a burlarse de ellas basándose sobre clichés y prejuicios, ha sido calificada como apta para todos. En cambio, en países con una legislación que penaliza efectivamente el racismo, una película así sería prohibida o, por lo menos, sometida a una circulación restringida, a fin de evitar su influjo negativo sobre la infancia y la juventud.

Pues el racismo no es una opinión, sino un delito contra la humanidad.

Fuente: Altavoz

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