Enlace Judío México.- Siento una gran urgencia por defender la esencia de Rab Shlomo Carlebach de esta campaña de difamación del “#metoo”, de la moralina socialidemócrata que llamamos “corrección política”.
Sin embargo temo que si escribo a detalle en tono argumentativo sobre esta delicada materia, tienda a hacer más mal que bien. Espero ser concreto y no demasiado analítico.

CHAIM CHARLES COHEN

La judería ortodoxa, para quienes la música y la Torá de Rab Shlomó se han convertido en una parte significativa d su vida, no me dejarán exagerar en mi descripción de la grandeza de sus contribuciones a la resurrección de la vida judía en EUA tras el holocausto. Para aquellos ortodoxos que aún no han hecho a Rab Shlomó parte de su vida espiritual, mi concreción pintoresca no los va a convencer; la historia, estoy seguro, mostrará la veracidad de las palabras escritas aquí.

Un prefacio personal

En algún momento de mi vida fui uno de esos jóvenes judíos asimilados que vivieron la posguerra en EUA sin la Torá en sus vidas. Para nosotros, Rab Shlomó viajaba noche y día, a lo largo del mundo judío, durante cuarenta años. Quería que probáramos, muchos por primera vez, la dulzura de la Torá. Yo no era uno de sus “seguidores”. Lo conocí antes de su muerte, sólo a través de sus álbumes y conciertos. Pero a lo largo de estos últimos veinte alis, con ayuda de mi esposa, pusimos la música de Rab Shlomó todos los erev Shabat, y leemos sus historias y su Torá todas las fiestas. Rab Shlomó se ha convertido en una figura toraica importante en la vida religiosa de nuestra familia

Mi hijo mayor, sin embargo, sí conoció personalmente a Rab Shlomó. Pasó muchos shabatot con él en el Éretz. Como soldado en Líbano, a principios de los noventa, mi hijo escuchaba las historias del Rab en su walkman antes de ir a dormirse para fortalecer sus principios morales. La Torá del Rab es una de las razones por las que mi hijo se volvió un Jabad jasid.

Simplemente, el Rab Shlomó dio su vida para devolver la Torá al mundo judío asimilado.

En corto, cualquier error de compostura en solitario que pudo haber en la vida del Rab, debe ser entendido en su contexto histórico, en su misión de vida. Rab Shlomó estaba, literalmente, en el camino (o en los miles de aviones) durante cuarenta años, para lograr que los judíos asimilados pudieran enriquecer sus vidas con Torá. Y murió por el costo de cumplir esa misión que finalmente se llevó su corazón.

Hagamos las estadísticas. Durante cuarenta años se mantuvo viajando, lejos de su familia y su hogar, durante almenos 200 días al año. Dio por lo menos ocho a diezmil conciertos en un centenar de país, durante cuarenta años. Por lo menos el ochenta porciento de su audiencia eran judíos asimilados que no sabía decir el shemá. Estudiaba Torá en cada avión al que subía en cada cuarto de hotel en el que se quedaba.

Él y su familia murieron con muy poco dinero. Distribuía casi siempre el dinero recaudado en los conciertos para causas de tzedacá y alojamiento.
Estos son hechos históricos, no leyendas.

Cuarenta años en el camino, eso es mucha comida chatarra y malas dietas. Demasiadas noches de poco descanso y camas ajenas. Mucha tensión, mucho cumplir con fechas límite que no dependen sino de las condiciones del transporte. El jetlag, socializar con desconocidos, diferentes tipos de audiencias y anfitriones. Todo sin la bondad de la rutina.

Y más importante aún, cuarenta años de soledad. Sufría de soledad porque estaba muy lejos, muy a menudo, de su hogar y su familia. Sufría de soledad porque la comunidad ortodoxa local no sabía cómo recibir a este rabino de pelo largo y guitarrista. Sufría de soledad porque sus anfitriones judíos asimilados pudieron haber disfrutado de su música y haber sido animados por sus historias, pero fueron simplemente incapaces de ser socios empáticos en el intercambio de su vida diaria. Si hubo, en algún momento de su vida, incidentes de conducta social inapropiada en el camino, son muy claramente el resultado de esta interminable soledad, mientras que en una misión interminable de difundir la Torá.

Y uno no tiene que ser un nutriólogo o cardiólogo para saber lo que una dieta desequilibrada, la alta tensión y la soledad emocional le pueden causar al corazón de un anciano judío. A la edad de 72 años, su alma quería continuar viajando y enseñando, pero su corazón ya no podía viajar. Rab Shlomó murió de un ataque al corazón en un avión.

Para mí murió una muerte de kedushat Hashem. Literalmente murió porque abandonó su vida personal y familiar, y su salud física, para enseñar la Torá de Dios en todo el mundo. Si esto no se considera santificar el nombre de Dios, no sé lo que es.

Dios envió a Rab Shlomó en una misión profética

A principios de los cicuenta, solo había alrededor de 300,000 judíos observantes de halajá, alrededor del tres y medio por ciento de la población judía total del mundo. Solo el tres y medio por ciento de los judíos que sabían qué eran los tefilín o el Shabat. Fui uno de los 93% que nunca vio un par de tefilín hasta los veintiuno.

En este punto crítico de la historia judía, Dios se preguntó a sí mismo: “¿Quién puede traer la Torá a estos judíos asimilados después de la destrucción y la depresión del Holocausto, y a la luz de una tendencia galopante de asimilación y matrimonios mixtos?”. Dios también preguntó: “¿Qué tipo de Torá será accesible y comprensible para este 93% de judíos asimilados y desconocidos?”

Dios luego decidió enviar a Rab Shlomá a liderar el camino a la enseñanza de su Torá a los judíos asimilados de una manera atractiva y accesible. Envió a Rab Shlomó de una manera profética, como una vez envió a Isaías y a Jeremías. Rab Sholomó aceptó la misión de Dios, y no lo decepcionó. Desarrolló una Torá que combinaba música, historias y sabiduría hasídica. Desarrolló un método de presentación y una buena relación con su audiencia que era a la vez poco juiciosa y llena de emoción por la Torá.

Sus audiencias escucharon, sintieron que estaban involucradas en una experiencia edificante e inspiradora, y nunca se sintieron estúpidas o ignorantes. Dios le dio a Rab Shlomó los dones de enseñanza que eran necesarios para esta misión especial.

Rab Shlomo y la comunidad ortodoxa

Cuando Rab Shlomó estaba vivo, muchos judíos ortodoxos, particularmente judíos orientados hacia la yeshivá, no podían entender la Torá que el Rab estaba enseñando. No podían ver a través de su apariencia y comportamiento no convencionales. En sus ojos, su Torá era la Torá de un campamento de verano o centro juvenil para judíos asimilados. Yo los entiendo. Estuvieron completamente involucrados en una dura batalla de supervivencia y reconstrucción de la vida tradicional de la Torá después del Holocausto. En ese momento, no estaban “disponibles” emocional o teológicamente para tratar de comprender la Torá no convencional de Rab Shlomó, pero sancionada por Dios.

Veinte años después, los hijos de estos líderes ortodoxos comienzan a comprender la profundidad de la Torá de Rab Shlomo. Están comenzando a reconocer que Dios no envió a un líder juvenil con talento musical, sino a un jajam talmid, un verdadero erudito de la Torá, para llevar a cabo su trabajo de alcance revolucionario al 93% de la población judía mundial en la última mitad del siglo XX.

Vender la Torá de Rab Shlomo por una penitencia

La esposa de mi amigo más cercano en Estados Unidos, y que es muy activo en su sinagoga masortí, participa activamente en un grupo de coro de mujeres judías. Hace dos años dejaron de cantar la música de Rab Shlomó porque dos de las mujeres se quejaron de que no es políticamente correcto cantar la música del hombre que pudo haber tenido un comportamiento social cuestionable en algún momento de su vida.

Mi reacción a la decisión del coro de eliminar la música de Rab Shlomó fue de un poco de enojo, y también de una gran compasión y rajmanut. Solo se están limitando. Ellos son los grandes perdedores. Se niegan a sí mismos el enriquecimiento de su Torá en aras de una definición distorsionada de la moralidad. Se están cortando la nariz para fastidiarle la cara. Están vendiendo la isla de Manhattan por un montón de baratijas.

No están perjudicando a Rab Shlomo. Él está en el cielo bailando con Dios cada erev Shabat. El Grupo de Coro de Mujeres Judías necesita la Torá y la música de Rab Shlomó, pero aún no lo sienten. Así que vendieron su Torá por una penitencia. Pero Rab Shlomó está esperando pacientemente, como lo hizo a lo largo de su vida, para cuando estos judíos asimilados estén listos para su Torá.

El moralismo superficial y unidimensional de la socialdemocracia políticamente correcta

El judaísmo ortodoxo es un estilo de vida tradicional y conservador. La Torá es un texto conservador porque reconoce la complejidad de la naturaleza del hombre y su contexto histórico. Nuestros rabinos han trabajado con sabiduría y sensibilidad durante dos mil años para conciliar concienzudamente la tensión entre la naturaleza compleja del hombre, el momento histórico y la Verdad final de la Torá.

En contraste la socialdemocracia en todas sus caras nuevas quiere resolver todas las complejidades de las relaciones entre el hombre y la mujer con una sola ecuación: todas las relaciones físicas íntimas entre hombres y mujeres son morales si ambas partes realmente consienten por su propia voluntad. Este moralismo, en contraste con nuestra Torá, es superficial y de dimensión única.

Su tenor utópico radical no tiene la paciencia para reconocer la complejidad de los problemas. Por ejemplo, no quiere hacer frente a los dilemas éticos del uso de herramientas de difamación lashon hara (malas lenguas) como medio para corregir el comportamiento equivocado.

En mi opinión, las mujeres del grupo del Coro de Mujeres Judías son desafortunadas víctimas de una comprensión unidireccional equivocada de la moralidad. Al malinterpretar ciertas posibles notas a pie de página en la vida de Rab Sholomó, se niegan el privilegio de leer el texto de su vida basado en la Torá.

Llevándonos a casa

Hace dos años, mi esposa y yo tuvimos que pasar un Shabat en una muy pobre ciudad en las Filipinas. Pasamos Shabat con el Beit Jabad local, y el sábado por la noche regresamos a la habitación de un hotel pequeño. Estábamos bastante deprimidos, estando tan lejos de nuestro hogar y nuestra familia en Israel. ¿Qué hicimos? Empezamos a reproducir la música y las historias de Rab Shlomo en nuestra tableta, y de inmediato nos sentimos transformados. Como en una alfombra mágica, Rab Shlomo nos sacó de nuestro cobertizo tercermundista y nos transportó al hermoso mundo de la Torá y el Éretz Israel.

Tal es la profundidad y el poder de la Torá que Dios otorgó a Rab Shlomó, una Torá a la que dedicó su vida a “llevarnos a todos a casa”. Y estoy seguro de que él y su Torá continuarán cumpliendo una misión tan sagrada por muchos años más. Que todos los judíos tengan la buena fortuna de quitarse los lentes morales equivocados, y unirse a Rab Shlomó tal como es,, ayudándonos a todos a marchar a Jerusalén.