Enlace Judío México – El sismo del 25 de diciembre  no movió la superficie que pisaba, pero al enterarme del suceso, me disparó un recuerdo de mi abuela, con el que iniciaré este relato.

MICHAEL MOSCONA EN EXCLUSIVA PARA ENLACE JUDÍO

Ella nació en los Balcanes, cuando en Europa se presentaban óperas y valses en teatros y salones de postín. Al mismo tiempo, se gestaban en su país, y en los vecinos, movimientos nacionalistas y políticos. Alejandro I de Battemberg reinaba su país, aunque poco después tuvo que abdicar a favor de Fernando I de SaxeCoburg, a la sazón primo hermano de Carlota de Bélgica, emperatriz de México. ¡Cuándo se iba imaginar Victoria que terminaría sus días en aquel país, 80 años después!

No tardó mucho en comenzar la primera guerra de la que iba a ser testigo: la guerra entre Bulgaria y los turcos y los griegos, que concluyó con la cesión de parte del territorio búlgaro, y otra parte reclamada.

Siendo la última de 11 hermanos, desposó a principios del siglo XX a la única pareja que tendría por 20 años, y con quien procreó a dos hijos varones antes del trágico asesinato del archiduque Francisco Fernando en Sarajevo. Durante la Primera Guerra Mundial subsecuente,  fue enfermera en el frente occidental. Al término de esta y durante los Tratados de Versalles, nació una mujer. Su familia duró muy poco tiempo, ya que 2 años después falleció su esposo, cuando contaba con apenas 47 años. Esto le derivó en una doble carga: educar a sus hijos y sostenerse.

En los años que siguieron, presenció el odio a los judíos en gran parte de Europa, por lo que por principio abandonaron ella y sus hijos la que fue su segunda lengua, el alemán. Las leyes de Núremberg que a continuación se publicaron, motivaron que trasladara sus propiedades a su nuera gentil. Pocos años después, durante la Segunda Guerra Mundial entre Polonia y Alemania y que se extendió a toda Europa, América y Asia a niveles inhumanos de destrucción y muerte , sus compatriotas y gobernantes prohibieron a los Nazis la salida a los campos de concentración de sus semejantes. Sin embargo, ella, su primogénito y su hija tuvieron que abandonar la ciudad de Sofía para refugiarse en el campo. Al segundo hijo lo envió a Palestina a probar suerte.

Al término de la guerra, comprobó cómo su casa había sido destruida por los bombardeos aliados y sus negocios confiscados por los comunistas. Decidieron emigrar ella junto con su hijo mayor y su familia a Israel, una vez que su hija había contraído matrimonio.

En su nuevo país presenció, ya con más de 60 años, una guerra más, ahora por la liberación e independencia de su nueva patria.

Emigraría una vez más, ahora a América,  para  reunirse con su hija y ver nacer y crecer a sus nietos. Posteriormente un hijo y familia emigrarían también, quedando su primogénito en Israel, a quien no vería más.

Ya al final de su vida también vio a su hija enviudar ¡también a los 47 años del marido!

Esta tenaz y férrea mujer, que presenció 4 guerras, además de innumerables odios y persecuciones, muertes de padres, hermanos, esposo y yerno, la pérdida de su patrimonio, y la terrible separación de sus hijos, guardó siempre dos  secretos:

¡Le temía a los temblores y a los ratones!

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