Enlace Judío México – Médicos del Hospital Hadassah en Jerusalén y sus colegas en Alemania y Suiza han identificado síntomas consistentes de ceguera progresiva en tres familias de pacientes israelíes. La enfermedad se descubrió originalmente en ratones de laboratorio pero hasta ahora no se había visto en ningún paciente.

JUDY SIEGEL-ITZKOVICH

A través de la secuenciación del genoma humano, los científicos pueden descubrir trastornos potenciales para los cuales no hay pacientes conocidos, como el trastorno MPS III-E, originalmente llamado “trastorno de Dierks”, en honor a su descubridor.

El estudio fue realizado por el Prof. Eyal Banin, el Dr. Samer Khateb, el Dr. Menachem Gross del Hospital Hadassah en colaboración con Tamar Ben-Yosef del Instituto de Tecnología Technion-Israel de Haifa, y un grupo dirigido por el Prof. Thomas Dierks de la Universidad de Bielefeld en Alemania.

El análisis del genoma en la Universidad de Lausana, Suiza reveló un gen candidato sobre el que Dierks ya había publicado un artículo de investigación en 2012.

El equipo ha presentado su análisis del trastorno en la revista Genetics in Medicine. A través de estudios bioquímicos y análisis genéticos, finalmente fue posible identificar el trastorno en cinco pacientes israelíes. “La visión de estas personas se deteriora debido a la atrofia progresiva de la retina. Los pacientes también desarrollan una discapacidad auditiva en el oído interno. Estos son los mismos síntomas que encontramos en ratones”, señala Dierks.

Los pacientes israelíes comenzaron a mostrar los síntomas a partir de los 40 años. “Según nuestros estudios con ratones, supusimos que los síntomas aparecerían mucho antes, quizás después de 10 años. “Grandes partes de la molécula de heparán sulfato pueden degradarse sin la arilsulfatasa G. Por lo tanto, lleva más tiempo acumularse”, explica.

Los científicos de Bielefeld que estudiaron el trastorno en ratones, inhibieron el gen responsable de la producción de la enzima arilsulfatasa G. Esto permitió que el carbohidrato heparán sulfato ya no pueda degradarse por completo. “Como resultado, el carbohidrato se acumuló en los lisosomas, las ‘plantas de reciclaje’ de las células. Debido a esta disfunción metabólica, la descomposición de otras sustancias, como lípidos y proteínas, se detiene gradualmente. La acumulación luego aumenta el tamaño del lisosoma hasta que destruye la célula y eso provoca el desorden”, informa Dierks.

“La enzima requerida se puede producir con la ayuda de cultivos celulares e inyectarse por vía intravenosa. Una vez que se transporta en el cuerpo a través de la sangre, el sulfato de heparano debe descomponerse en los tejidos. “Sin embargo, la enzima no llega al cerebro debido a la barrera hematoencefálica”.

“El trastorno debe diagnosticarse mediante pruebas genéticas antes de que aparezcan los síntomas, para que el tratamiento comience antes de que el daño sea irreparable”. Ahora que se conocen los síntomas de este trastorno hereditario en humanos, Dierks espera que el defecto genético se diagnostique en más personas.

Fuente: The Jerusalem Post / Reproducción autorizada con la mención siguiente: © EnlaceJudíoMéxico