Enlace Judío México – Los árboles están ahí, por todas partes, tan permanentes y estáticos que ya dejamos de notarlos. Pero ¿sabías que el ser humano es increíblemente parecido a un árbol?

1.-Todo comienza con una pequeña semilla. El comienzo inicia ahí, en esa pequeña semilla, frágil y aparentemente insignificante, sin embargo, el futuro es prometedor, pues esa pequeña semilla tiene el potencial de convertirse en vida, una vida tan vibrante, que algún día olvidaremos que ese hermoso y grande ser vivo fue, alguna vez, una pequeña semilla.

2.- Desde los primeros momentos en que un árbol empieza a reverdecer ya nos está dando oxígeno, elemento esencial para nuestra supervivencia en este planeta. Del mismo modo, cuando un bebé llega a nuestro mundo, desde sus primeros segundos ya nos llena de vida y con el paso del tiempo nuestros seres queridos adquieren para nosotros la misma característica que los árboles: se vuelven completamente indispensables.

3.- En sus primeros años de vida el árbol es frágil, pareciera que cualquier tormenta violenta lo podría derribar, sin embargo, esa pequeña plantita posee más fuerza de la que aparenta y con los años su fuerza será simplemente asombrosa. Nada distinto a lo que pasa con los seres humanos, esa especie que a mayor edad, mayor sabiduría, mayor experiencia y mayor fortaleza.

4.- La salud viene desde adentro. Es imposible que un árbol tenga plantas verdes si no posee raíces sanas y fuertes. Así que si quieres dar frutos, si en verdad quieres lucir un ramaje majestuoso, primero trabaja en tu interior.

5.-Llegarán los malos tiempos: huracanes, tormentas, vientos e infernales inviernos. Pero tu fortaleza está en la raíz, así que no te preocupes, si las hojas se mojaron ya se secarán, y no llores si tus hermosas hojas cayeron, otras nuevas surgirán en su lugar. Lo importante es que nunca dejes de creer en ti y nunca dudes que por más adversidades tu fortaleza está en tu raíz.

Eres vida, y sobre todo, das vida a alguien más, nunca te rindas.