Enlace Judío México – Georg Nicolaus recibió el reporte del hundimiento del buque mercante germano SS Idarwald en los mares  del Canal  de Yucatán a mediados  de diciembre de 1940.  

JUAN ALBERTO CEDILLO EN EXCLUSIVA PARA ENLACE JUDÍO MÉXICO

Como jefe de las actividades en México  de la Abwehr, la Inteligencia Militar del ejército del Tercer Reich, Nicolaus estaba involucrado en el problema que representaba que varios barcos mercantes alemanes, con materias primas estratégicas para la guerra se mantenían anclados en la bahía neutral de Tampico debido a que destructores ingleses bloqueaban su salida.

Desde octubre de 1940, Berlín, la embajada germana en México y Georg Nicolaus debatían sobre la decisión que se debería tomar al  respecto.

Nicolaus opinaba que las naves deberían tratar de evadir el bloqueo juntas y así más barcos tendrían oportunidad de escapar.

Para conocer la situación en Tampico, el jefe del espionaje militar sobrevoló la bahía y confirmó que la patrullaban destructores de la Real Armada Británica “del tipo de cuatro chimeneas”.

El ocho de noviembre, los mandos en Berlín ordenaron que los barcos salieran en bloque para intentar evadir a los barcos  de guerra ingleses.

El 29 de noviembre el SS Idarwald intentó escapar navegando rumbo a la Península de  Yucatán pero días después, el 8 de diciembre, lo interceptó el  destructor británico  Diomede. Su capitán les ordenó que se rindieran y permitieran su captura. Su homólogo del Idarwald  se negó  y prefirió destruir compuertas para que le entrara agua e incendiarlo para echarlo a pique. No obstante, los marineros ingleses lograron apagar el fuego y la nave fue remolcada por el Diomede, pero un día después finalmente se hundió frente a Cabo Corrientes, Cuba.

Otros de los barcos que intentó escapar fue el carguero Rhein, pero tuvo que regresar a Tampico tras fracasar en sus intentos de evadir a otro destructor de la Real Marina Británica. El Rhein retornó el 3 de diciembre de 1940 al puerto de Tampico.

Esos ataques de la marina inglesa eran la respuesta a los crecientes atentados que realizaban los submarinos alemanes contra barcos mercantes civiles ingleses en el Atlántico, los cuales  transportaban víveres y suministros destinados a la población de  Inglaterra que  eran enviados desde Estados Unidos.

Con los hundimientos de buques mercantes provocados por los U-Boats de la Kriegsmarine, Adolfo Hitler pretendía lograr que Churchill y los ingleses se rindieran por la falta de alimentos.

Cuando Nicolaus recibió el informe del hundimiento del SS Idarwald seguramente se hinchó su patriota corazón y despertó sus rencores por la ignominiosa derrota sufrida por Alemania en la Primera Guerra Mundial, en la cual participó luchando en las mortales trincheras.

En los albores de la  Segunda Guerra Mundial el destino lo situó  al frente de las operaciones militares contra el Imperio Británico  en el Hemisferio Occidental, así que  se preparó para  tomar venganza por la afrenta sufrida en la primera oportunidad, la cual llegó unos tres  meses después.

OPERACIONES EXITOSAS

Desde que arribó a México, la suerte caminó al lado de Georg Nicolaus.

Descendió de un avión proveniente de Colombia en el Aeropuerto Internacional Benito Juárez el 30  marzo de 1940. El capitán del ejército del Tercer Reich tenía varios  motivos para estar nervioso: en el módulo de migración mostró un pasaporte falso que lo identificó como el ciudadano español Carlos Enrique López Mann. Además, sobre su cuello, escondido entre su ropa, colgaba un abultado e incómodo “monedero” con 10 mil dólares para financiar sus primeras operaciones en el Hemisferio Occidental. No obstante, minutos después de su llegada su documento apócrifo  tenía estampado  el sello del águila devorando a una serpiente  gracias al  aplomo aprendido durante su entrenamiento para convertirse en espía en el Cuartel de Tirpitzufer.

El mismo jefe de la Inteligencia Militar, el  el Almirante Wilhelm Canaris, lo había seleccionado para dirigir un “Puesto de Avanzada” que operaría desde el Distrito Federal para  toda América Latina.

Según el  Servicio Especial de Inteligencia para Latinoamérica del Buró Federal de Investigaciones  (FBI por sus siglas en inglés), durante la Segunda Guerra Mundial Nicolaus encabezó en el continente una red de aproximadamente 880 espías al servicio de los países del Eje; 281 agentes que distribuían y hacían propaganda a favor del Tercer Reich, 222 agentes que realizaban contrabando de materias primas estratégicas para la guerra y 30 saboteadores, entre otros tipo de colaboradores.

También se ubicaron y confiscaron 24 estaciones secretas de radio al servicio del Eje; 40 emisoras de radio y 18 conjuntos de receptores.

El FBI incluso había utilizado algunas de esas estaciones de radio para transmitir información falsa y engañosa a la Alemania nazi.

Durante los  dos años que Georg Nicolaus  operó desde  la capital mexicana envió a Berlín información estratégica sobre movimientos navales y del ejército de los Estados Unidos  en la costa del Pacífico y el Atlántico. Además  información clave sobre su industria bélica y adelantos tecnológicos para la guerra.

También mandó toneladas de metales estratégico de contrabando como mercurio, aluminio y tungsteno, entre otros. Apoyó a  una red que realizó sabotaje a instalaciones estratégicas en Texas  desde la frontera norte de México.

Entre otras acciones condujo  una exitosa campaña de  propaganda a favor de Alemania que se manifestó en una gran simpatía en todos los niveles de la sociedad de América Latina por Adolfo Hitler.

En México logró la colaboración del más alto nivel del gobierno de Manuel Ávila Camacho gracias a la actriz germana Hilda Kruger  se hizo amante del secretario de Gobernación Miguel Alemán, el segundo hombre con mayor poder en el país.

ATENTADO AL FORRESBANK

La oportunidad  de cobrar la factura a los ingleses por el hundimiento del SS Idarwald  se le presentó al jefe de la Abwehr en marzo de 1941, cuando un buque de carga artillado inglés atracó en  Río Pánuco. Walter Baker, su espía en el  Puerto de Tampico, les informó que la nave de 5,150 toneladas  estaría anclada escasos  días.

Era hora de tomar venganza por  las  deshonrosas políticas impuestas a Alemania bajo el Tratado de Versalles.

Los hombres del Tercer Reich inmediatamente tomaron la decisión de ejecutar el primer ataque contra un navío enemigo en este lado del Atlántico, para lo cual se planeó colocar una bomba y hundir el barco mercante artillado llamado Forresbank.

La noche del 11 de marzo se reunieron en en el Río Pánuco Walter Baker,  un marinero de apellido Juettner, el segundo al mando de la Abwehr de nombre Friedrich Von Schelebrugge y Nicolaus.

Baker consiguió una pequeña balsa de hule para llegar a la zona del puerto  donde estaba anclado el Forresbank, protegidos por la penumbra de la noche.

Para que vigilara, “dejamos a Schelebrugge en el automóvil”, contó Nicolaus en su declaración al FBI al término de la Segunda Guerra. “Baker nos acompañó al río. En seguida Juettner y yo nadamos empujando por delante la balsa con el explosivo y el alambre. Estaba oscuro y el agua aceitosa. El Forresbank estaba anclado lejos y nos tardamos media hora en llegar. Podíamos ver a los guardias a bordo, así como el cañón del barco. Tenía poco lastre y se veía buena parte de la hélice. Trabajamos juntos, amarramos con alambre la bomba en una de las aspas de la hélice que quedaba bajo el agua”.

La bomba se programó para explotar cinco días después, cuando el buque navegara en altamar. Al estallar, sólo provocó daños menores en la nave.

“Regresamos a tierra conservando la balsa, que fue devuelta a Baker. Cuando llegamos al automóvil Schelebrugge estaba dormido”.

Después de perpetrar el atentado se transmitió un reporte a los mandos de la Abwehr y se solicitaron instrucciones. Desde Berlín se les ordenó esperar, ya que esa acción generó nuevos planes para atacar a los Estados Unidos. Así, Canaris diseñó la Operación Pastorius, el primer plan nazi para importar la guerra de Europa  a Nueva York y otras ciudades de la Unión Americana.

ENCIERRO EN FORT LINCOLN

Las operaciones de los alemanes en los mares  del Golfo de México incluyeron  establecer bases en pequeñas islas del Golfo de México y el puerto de Tuxpan  para que los submarinos alemanes se restablecieran de combustible mexicano y no tuvieran que regresar a Europa.

En esas acciones participó el petrolero estadounidense William Rhodes Davis, quien  se vino a radicar a México a partir de 1938, después de que Lázaro Cárdenas nacionalizó las compañías petroleras a Inglaterra, Holanda y los Estados Unidos.

Cuando los servicios de inteligencia estadounidenses descubrieron que los agentes alemanes también realizaron sabotajes a instalaciones estratégicas desde la frontera mexicana, el gobierno de Roosevelt   presionó a  Ávila Camacho para que se capturara a la “Quinta Columna Nazi”

Nicolaus fue detenido el último día de febrero de 1942. Por breve tiempo quedó recluido en las Islas Marías y posteriormente fue deportado y entregado a las autoridades de Estados Unidos.

Tras ser deportado quedó detenido en un centro de reclusión llamado Fort Lincoln, ubicado en Bismarck, Dakota del Norte.

Durante su encierro escribió, con su puño y letra, una carta en español dirigida al Secretario de Gobernación Miguel Alemán, su antiguo aliado. Le solicitó que intercediera ante la embajada de Suecia,  representante de los intereses de Alemania en Norteamérica, para que le consiguiera un salvoconducto y lograr su extradición  a su país.

En    Fort Lincoln los internos se organizaron para intentar llevar su encierro lo más agradable posible. Se repartían las tareas como preparar los alimentos,  limpiar las barracas,   lavar la ropa, cortar leña para soportar el duro invierno con temperaturas de 40 grados bajo cero. A Georg le tocó la tarea de limpiar las jaulas de pájaros.  Cada día soltaba uno como una símbolo de la esperanza de que en algún día  lograría su libertad. También alimentaba a los perros, los cuales amaba.  

Los presos también se organizaron para integrar  grupos musicales de cámara así como grupos de teatro. Durante sus años de encierro presentaron obras de teatro y cotidianos conciertos con música de cámara.

Al término de la Segunda Guerra Mundial, el último interno abandonó el fuerte  en marzo de 1946. Para  ese tiempo,  4,030  alemanes y japoneses ya habían atravesado   sus puertas,  2,150 eran  germanos y 1,800 súbditos del emperador Hirohito.

Desde el año de  1942 a 1946, el Departamento de Estado  contrató al barco de pasajeros SS Gripsholm para el intercambio y repatriación de los japoneses y alemanes detenidos, y canjearlos por  ciudadanos estadounidenses y canadienses.

En uno de esos viajes, Nicolaus arribó al puerto de Lisboa, desde  donde se trasladó a la destruída  Alemania.

La nación entera vivía el infierno en sus calles tras dejarse encantar por los prometedores  discursos y las “gloriosas”  palabras del Führer.

Cuando Nicolaus regresó a Hannover, la ciudad aún estaba afectada  por los bombardeos aliados. El anhelado reencuentro con su hijo  era un aliciente. El bebé que no conoció por aceptar su misión en México ahora  rondaba los seis años de edad.

Como su padre, su hijo también quedó marcado para siempre por la guerra.  Junto con su madre trabajó largas faenas recogiendo escombros y cuerpos destrozados.

Para mediados del Siglo XX, Nicolaus decidió abandonar su país natal para regresar a Latinoamérica, ahora con su familia, donde falleció años después.


A continuación reproducimos la  Carta que Nicolaus envió al entonces Secretario de Gobernación Miguel Alemán

Asheville, 26 de Julio de 1942

Señor Licenciado
Miguel Alemán
Secretario de Gobernación
México D.F.
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Muy estimado señor:

Por medio de la presente me dirijo a Ud. para implorarle sobre mi retención injustificada en los E.E.U.U, después de haber recibido por parte del gobierno de los E.E.U.U. de México de que Ud.,  señor secretario, forma parte del representante del Reino de Suecia, como guardián de sus intereses alemanes en la república de México la seguridad de un salvoconducto tras los E.E.U.U. para dirigirme en el vapor sueco “Drottningholm” a mi patria –Alemania-, debiendo yo ser canjeado en Lisboa (Portugal) entre la Srta. Ana María Obensfadt, mediante cambio normal convenido entre los gobiernos en cuestión.

Me permito recordarle que mi detención en la capital mencionada tuvo lugar 28 de febrero de 1942 – no es por demás mencionarle que el gobierno alemán en un gesto amable permitió a la señora Obensfadt salir del suelo Europeo antes de mi llegada en Lisboa, expresando admiración que yo el contrayente, no sufriera desventajas o mancillamiento de ninguna especie, la que contrasta amargamente con los hechos. Mientras que la citada señorita goza desde hace meses de absoluta libertad en México, tengo yo que aguantar infructuosas investigaciones, sufrir de inquietud del futuro de la desaparición de mis familiares en Alemania y demás molestias de un prisionero civil.

Las presentes líneas sirvan para solicitarle sinceramente quiera ud. Ordenar que se de inmediatamente cumplimiento a los convenios celebrados, pues me parece increíble que el gobierno mexicano pasara por alto los derechos elementales de la humanidad, tolerando mucha injusticia frente a sus enemigos mayores y desconociendo su palabra solemnemente dada mediante firma bajo un convenio internacional.

Le quedaría altamente agradecido señor secretario se sirviera informar también al presidente de la República, Señor general de división Manuel Ávila Camacho y al Señor Secretario de Asuntos Exteriores, sobre lo ocurrido y acusarme recibo de mis (mensajes) por intermedio de la legación del Reino de Suecia en… 

Son el testimonio de mi más alta veneración, me (despido) de Ud., Señor secretario, como su servidor

 

(GEORG NICOLAUS)