Enlace Judío México – El presidente ruso Vladimir Putin detuvo la confrontación entre Israel e Irán en Siria y ambas partes aceptaron su decisión. Esta es probablemente una de las conclusiones de la cadena de acontecimientos de este fin de semana.

AMOS HAREL

El sábado por la tarde, tras la segunda ola de bombardeos de la Fuerza Aérea de Israel (FAI) contra blancos sirios e instalaciones iraníes en Siria, altos funcionarios israelíes aún seguían una línea militante y parecía que Jerusalén estaba considerando una mayor acción militar. El debate terminó luego de una llamada telefónica entre Putin y el primer ministro israelí, Benjamín Netanyahu.

El anuncio oficial del Ministerio de Asuntos Exteriores de Rusia expresó oposición por la violación de la soberanía siria pero ignoró por completo lo que provocó la represalia: la infiltración de un avión no tripulado iraní en el espacio aéreo israelí. En la llamada telefónica unas horas más tarde, Putin pidió a Netanyahu que evite medidas que podrían llevar a “una nueva ronda de consecuencias peligrosas para la región”.

Los rusos también se preocupan por la proximidad de los bombardeos israelíes a los sitios donde sirven sus soldados y asesores, incluida la base T-4 cerca de Palmira, donde Israel bombardeó el puesto de control iraní desde el cual se disparó el misil antiaéreo.

El silencio tras la conversación de Netanyahu y Putin muestra una vez más quién es el verdadero jefe en Oriente Medio. Mientras Estados Unidos sigue siendo el ausente presente de la región, en busca de una política exterior coherente, Rusia está dictando la forma en que funcionan las cosas. En los últimos años, Moscú ha invertido grandes recursos y se ha esforzado por salvar al régimen del presidente sirio, Bashar Assad, para que ahora le permita a Israel frustrar su proyecto estratégico. Podemos asumir que Putin transmitió este mensaje en su intercambio con Netanyahu.

Esto no significa que Israel no tenga sus propias fichas de negociación, pero es dudoso que Netanyahu esté dispuesto a enfrentarse a los rusos. Es suficiente con que se enfrente a los iraníes.

Una rara vulnerabilidad durante un día exitoso para la FAI que permitió el golpe contra el F-16 proporcionó a los iraníes y a los sirios su gran logro propagandístico. La tripulación del avión que fue atacado quedó relativamente expuesta a una gran altitud de manera que permitió el impacto sorpresivo del misil. Desde la perspectiva de Irán, fue un éxito impresionante en la primera operación llevada a cabo por la Guardia Revolucionaria en esta región, sin depender de emisarios como Hezbolá y las milicias locales. Este éxito se tradujo inmediatamente en un intento de establecer un nuevo equilibrio de poder mediante declaraciones de que ya no permitirá a Israel realizar ataques aéreos en Siria.

El área que rodea el campamento de Assad sufrió graves daños por los bombardeos del fin de semana, y casi la mitad de las baterías de defensa aérea del ejército sirio fueron destruidas. Pero parece que desde la perspectiva iraní y siria, la importancia simbólica de derribar un avión israelí compensa esos daños.

Durante el fin de semana se establecieron otros dos precedentes: Irán lanzó un avión no tripulado a territorio israelí e Israel atacó un objetivo iraní tripulado en territorio sirio. Israel cruzó así una cierta barrera psicológica, después de meses de amenazas públicas para detener el afianzamiento iraní en Siria.

Pero ahora se vislumbra una nueva prueba: si Israel no permite que los envíos de armas avanzadas lleguen a Hezbolá en el Líbano, ¿qué hará la próxima vez que identifique un convoy, después de que el enemigo demostró su capacidad de ataque y amenazó con que el próximo bombardeo israelí conducirá a una escalada más amplia? Aunque es de esperar que la próxima vez los aviones de la FAI se embarcarán en su misión con una protección más amplia, Israel está tomando un riesgo calculado.

Proyectiles de misiles vistos en Israel durante un ataque nocturno en Siria

Los ataques aéreos en el norte fueron parte de lo que las Fuerzas de Defensa de Israel llaman la “guerra entre las guerras”, destinada principalmente a socavar los esfuerzos de organizaciones como Hamas y Hezbolá para empoderarse. Cuando presentó el informe anual de inteligencia de las FDI el mes pasado, el Jefe del Estado Mayor, Gadi Eisenkot planteó la posibilidad de que los muchos éxitos de las FDI durante estas campañas interinas podrían impulsar al enemigo a intentar responder de una manera que podría llevar a la región al borde de la guerra. Eso es esencialmente lo que sucedió el sábado.

Aunque parece ser que las cosas se están calmando, en retrospectiva parece que estuvimos a punto de una guerra. La evaluación del establishment de seguridad es que, aunque esta ronda de enfrentamientos ha terminado, otra confrontación con Irán es sólo cuestión de tiempo.

Uno comienza a escuchar ideas raras sobre el establecimiento de un nuevo orden regional; acabemos de dar una lección a los sirios y podremos atacar directamente a los iraníes, incluso en su territorio. Pero estas son ideas peligrosas que Israel debe evitar. En este barrio difícil, Israel debe mostrar fortaleza y determinación, sin caer en ilusiones de una fuerza militar ilimitada. Parece que el liderazgo en Jerusalén comprende esta situación.

Fuente: Haaretz / Reproducción autorizada con la mención: © EnlaceJudíoMéxico