Enlace Judío México.- Década tras década, una administración tras otra han puesto en movimiento lo que ha sido llamado un “proceso de paz.” Ninguno ha llegado cerca de terminar el conflicto palestino-israelí.

CLIFORD MAY

Durante el año pasado, el Presidente Trump ha estado esperando que él podría tener éxito donde otros han fallado. El encargó a asesores de confianza, libres de los errores de procesos de paz pasados, trabajar en este “acuerdo definitivo.” Pero los acontecimientos de días recientes no deben dejar dudas en su pensamiento o en el de cualquier otro: Un líder palestino estrechando manos con un líder israelí en el jardín de la Casa Blanca es inconcebible en el futuro cercano.

Una de las razones se volvió vívida el viernes pasado a la noche cuando fuerzas iraníes operando desde una base aérea en Siria lanzaron un dron dentro del espacio aéreo israelí. Un helicóptero Apache israelí lo derribó. Israel luego envió ocho F-16 para destruir el centro de comando iraní en Siria. Uno de los aviones fue desbordado por lo que los israelíes describen como “masivo fuego anti-aéreo sirio.” Los pilotos retornaron a espacio aéreo israelí donde se eyectaron. Ambos sobrevivieron. Su avión se estrelló en territorio israelí.

Ningún líder palestino condenó esta provocación. Ningún líder palestino ha condenado jamás a Teherán, cuyas intenciones hacia Israel son abiertamente aniquiladoras.

Hizbalá, la milicia satélite de Teherán, tiene decenas de misiles apuntando a blancos israelíes desde Líbano, un país que ahora controla efectivamente. Hizbalá es abiertamente genocida tanto hacia israelíes como hacia judíos. El líder del “Partido de Dios,” Hasán Nasrala, ha dicho: si “los judíos se reunieran desde todas partes del mundo en la Palestina ocupada allí tendrá lugar la batalla final y decisiva.”

Hamas, la fuerza principal en Gaza, y una presencia no insignificante en la Margen Occidental, sostiene opiniones idénticas acerca de israelíes y judíos. (Vean el Pacto de Hamás.) Hamas cree que cualquier territorio conquistado alguna vez por musulmanes no puede ser entregado a no musulmanes. Estas no son posiciones de negociación. Son un tema de ideología y teología para Hamás, como lo son para Hizbalá y los teócratas de Irán. Así que para Hamás, la paz con Israel no es una opción.

Dentro de este entorno, haría falta un líder palestino de enorme independencia, carisma y valentía para negociar un fin al conflicto. Mahmoud Abbas no es ese líder.

Electo en el año 2005 para un mandato de cuatro años como presidente de la Autoridad Palestina, la cual gobierna (flojamente) la Margen Occidental, el Sr. Abás ha permanecido en ese puesto sin el beneficio de la reelección. En declaraciones recientes, él ha dejado en claro que no acepta la premisa básica de una solución de dos estados: dos estados para dos pueblos — siendo el pueblo judío uno de esos pueblos.

El no reconoce que el pueblo judío tiene un derecho a la auto-determinación en cualquier parte de su patria antigua. El dijo hace poco que Jerusalem “es árabe, musulmana y cristiana” — omitiendo en forma conspicua las raíces judías de Jerusalem.

Han pasado años desde que el Sr. Abás ha estado dispuesto a negociar con los israelíes. En su lugar, él ha tomado parte en una campaña para deslegitimar a Israel. Esto incluye a la Resolución 2334 del Consejo de Seguridad de la ONU, la que fue aprobada a fines del 2016 (porque el Presidente Obama se negó a vetarlo), y afirma que Israel no tiene derechos en las secciones orientales de Jerusalén — ni siquiera al Barrio Judío de la Ciudad Vieja, ni siquiera a los sitios más santos del Judaísmo, al Muro Occidental y al Monte del Templo. El reconocimiento del Sr. Trump de Jerusalén como capital de Israel al menos ha ayudado a detener el impulso de esta narrativa destructiva.

Es importante entender: Esta campaña de deslegitimación tiene la intención estratégica de justificar ataques contra Israel — por parte de Irán, Siria, Hizbalá, Hamas y otros — como “resistencia” a un “régimen ilegítimo” que más temprano o más tarde va a ser envenenado fatalmente por un coctel de violencia, guerra económica y diplomacia. En tanto el objetivo parezca siquiera remotamente realista, ningún líder palestino puede arreglar por menos sin pintar un tiro al blanco en su espalda. Y ningún líder israelí puede contemplar compromisos serios.

El Sr. Abbas se opone a la “normalización” con Israel, impidiendo efectivamente que israelíes y palestinos trabajen juntos, lleguen a conocerse, tal vez descubriendo que necesitan no ser enemigos para siempre.

La campaña de BDS — por Boicot, Desinversión y Sanciones — es una parte integral de esta campaña de “anti-normalización.” También es una causa importante de elevado desempleo y pobreza en la Margen Occidental.

El Sr. Abás tiene 82. En algún momento, él dejará la escena y puede ser desarrollado un nuevo proceso de paz. Pero eso dependerá de quien lo suceda. Según la Ley Básica palestina, artículo 37, el presidente del Consejo Legislativo Palestino va a asumir “temporalmente” los poderes y deberes del presidente de la AP. En este momento, esa posición es detentada por un funcionario de Hamas que, según los israelíes, ha estado involucrado en “actividades terroristas.”

Después de 60 días, va a haber elecciones “libres.” Considerando cuanto tiempo ha pasado desde que ha habido alguna elección en la Margen Occidental y Gaza, ¿cuán probable es eso? Y si el poder es tomado por la fuerza de las armas en su lugar — como ha sido el patrón en el Medio Oriente durante incontables siglos — ¿quién es probable que prevalezca? ¿Hamás? ¿Hizbalá? ¿Otros grupos yihadistas?

Para aquellos en la administración Trump enfocados en el conflicto palestino-israelí la tarea ahora es trabajar con Arabia Saudita y otros socios árabes suníes, tanto como cualquier elemento pragmático dentro de la Autoridad Palestina, para determinar si puede ser posible desarrollar una generación siguiente de líderes palestinos que estén abiertos a la resolución del conflicto; que no vean la coexistencia pacífica con Israel como equivalente a derrota. La magnitud de este desafío, un prerrequisito para cualquier nuevo proceso de paz significativo, no puede ser subestimada.