Enlace Judío México.- Para sofocar el disenso online, el régimen hizo de Saeed Malekpour un ejemplo. Su pesadilla comenzó en el año 2008.

MARYAM NAYEB YAZDI

Kavous Seyed Emami era un ambientalista iraní-canadiense. A principios de este mes las autoridades iraníes convocaron a su esposa a la Prisión Evin, le mostraron su cuerpo sin vida colgando en una celda, y le dijeron que él había “cometido suicidio” dos semanas después de su arresto. Sus solicitudes de una autopsia independiente fueron denegadas.

La noticia me recordó a otro residente canadiense nacido en Irán detenido ilegalmente en la misma prisión: Saeed Malekpour. Él ha estado en una celda estilo mazmorra durante nueve largos años. El martes, su hermana Maryam y yo plantearemos su situación ante diplomáticos que asistirán a la 10a. Cumbre de Ginebra de Derechos Humanos y Democracia, una reunión internacional de disidentes y ex prisioneros políticos.

Una semana después, los ministros del exterior abrirán la sesión anual del Consejo de Derechos Humanos de Naciones Unidas. En nombre de una coalición occidental, Suecia confirmó la semana pasada que los abusos iraníes de derechos humanos estarán sobre la mesa en la sesión del consejo. ¿El consejo, y especialmente sus miembros occidentales, harán lo necesario para ayudar a Saeed y a otros prisioneros políticos de Irán?

Saeed vivía en Victoria, British Columbia, donde trabajó como un programador web independiente. Su pesadilla comenzó el 4 de octubre del 2008, en una visita a su padre moribundo en Irán. Funcionarios del Cuerpo de la Guardia Revolucionaria Islámica, vestidos de civil, lo secuestro a la luz del día. Lo golpearon, le vendaron los ojos y fue llevado a Evin, donde fue sometido a más de un año en confinamiento solitario. La acusación fue “difundir la corrupción sobre la tierra”—específicamente, planificar una red de sitios web pornográficos.

El arresto de Saeed fue parte de una represión sobre actividades de internet estimadas “inmorales” y “anti-islámicas” por parte de la Guardia Revolucionaria. Las autoridades quisieron sofocar la expresión online de los jóvenes iraníes haciendo un ejemplo de un experto tecnológico. Saeed era el blanco perfecto, ya que vivía en el Occidente.

Un año después de su arresto, Saeed fue torturado para hacer una confesión falsa. Fue mostrada en la televisión estatal la noche del funeral de su padre, cuando a Saeed ni siquiera se le había dicho que su padre estaba muerto. Su madre vio la confesión y sufrió un ataque cardíaco. Ella sobrevivió y pasa sus días escribiendo cartas a funcionarios iraníes suplicando por la liberación de su hijo.

En el año 2010, Saeed fue condenado a muerte por “insultar y profanar el Islam” e “insultar al líder,” Ayatola Ali Khamenei. Después de que de la comunidad internacional presionara, la sentencia fue conmutada a prisión de por vida. Por nueve años él no ha visto un día fuera de la Prisión de Evin.

Hoy pido a la comunidad internacional presionar a las autoridades iraníes para que afirme sus obligaciones. En primer lugar, la resolución anual sobre Irán del Consejo de Derechos Humanos tiene que ser fortalecido significativamente más allá de lo que Suecia, el principal patrocinador, ha descrito como un “texto corto y procesal.” Si bien la resolución renueva en forma importante el mandato anual de un monitor sobre Irán, falla en enumerar cualquiera de los abusos del régimen, por ejemplo, lo hace la resolución sobre Corea del Norte.

La ONU debe condenar directamente la detención arbitraria, tortura y negación del debido proceso en Irán, y nombrar a las víctimas, incluido Seyed Emami, el Sr. Malekpour y los cientos de otros prisioneros de conciencia.

El apoyo internacional puede proporcionar un gran refuerzo a la moral de los prisioneros, como destacó Yang Jianli, un ex prisionero político chino que también hablará en la cumbre del martes. Después de 15 meses de confinamiento solitario, él estuvo cerca de colapsar—“hasta un día en que recibí un paquete de cartas de todo el mundo,” dijo él. “Desde ese momento, me puse de pie, incluso en mi celda—vi la esperanza.”

Dar esperanza a los prisioneros políticos de Irán es más urgente que nunca dada la represión en diciembre y enero contra manifestantes callejeros en toda provincia iraní. Miles de manifestantes fueron arrestados y al menos 20 resultaron muertos, incluidos más presuntos suicidios en prisión.

Aun cuando Suecia argumentó que el Consejo de Seguridad de la ONU era el lugar errado para responder, el Consejo de Derechos Humanos en Ginebra no hizo nada, negándose a llamar a una sesión especial. La sesión de marzo del consejo ahora ofrece una posibilidad para que la ONU envíe un mensaje firme a los líderes de Irán. Y con la muerte la semana pasada de su monitora para Irán, Asma Jahangir, el consejo debe nombrar rápidamente un reemplazo que defienda la libertad de los prisioneros políticos.

Mientras tanto, la Unión Europea ha aumentado abruptamente el comercio con Irán a raíz del acuerdo nuclear del 2015. ¿Eso ha llegado a expensas de los derechos humanos? La Alta Comisionada Federica Mogherini insiste en que no. “Nosotros nunca, nunca evitamos plantear cuestiones sobre derechos humanos debido a otras razones,” dijo ella en diciembre.

La mejor forma de probar eso sería condicionar el compromiso económico y político con mejor trato a prisioneros políticos como Saeed Malekpour. Cuando conmemoramos el 70o. aniversario de la Declaración Universal de Derechos Humanos, es hora de hacer que su orden se extienda incluso a la Prisión de Evin.

 

*Nayeb Yazdi es una activista de derechos humanos y fundadora del blog de traducción Persian2English.

 

 

 

Fuente: The Wall Street Journal
Traducido por Marcela Lubczanski para Enlace Judío México.