Enlace Judío México.- En Monjas, Cortesanos y Plebeyos, de la pluma del eminente historiador mexicano Antonio Rubial García, el autor describe la época barroca –la de la Décima Musa, Sor Juana Inés de la Cruz, o sea el siglo XVI– con suma acuciosidad, procesiones, corridas de toros, fiestas litúrgicas, fiestas religiosas, incluso con un gran teatro montado por la Inquisición, organismo de punición de herejes, bígamos, blasfemos, hechiceros y judaizantes… Por ejemplo, en un festejo de tinte religioso, marchaba un grupo de danzantes con disfraces y máscaras acompañados por figuras grotescas de gigantes y cabezudos, así como por la “tarasca”: un enorme dragón sobre ruedas, hecho de madera, lienzo y pintura, con ojos espantosos, fauces batientes que lanzaban fuego y humo, sobre cuyo cuerpo, lleno de escamas, iban montados varios personajes, bailando y brincando. La tarasca simbolizaba el diablo, la herejía y la idolatría. (1)

BECKY RUBINSTEIN F.

Rubial enfatiza la importancia de la fiesta –la de aglutinar y consolidar a la sociedad barroca, compuesta por variopintos grupos: blancos peninsulares, blancos criollos, gente venida de Filipinas o del África, además de naturales: los nacidos en la Nueva España colonial, amén de las mezclas que daban origen al mestizo, al mulato, al cambujo, al lobo, al “Salta patrás”, entre muchas posibilidades… (2)

En varias épocas del año los habitantes de la nueva España pudieron observar a un personaje femenino, ataviado con un huipil, y a otro vestido como Moctezuma, el monarca de México, bailando en las danzas de la conquista (3) . Incluso se festejaba un “mitote” –de mitotl en náhuatl- donde prevalecía el mundo al revés en pleno, muy gustado en las mascaradas. Asimismo –se nos advierte- en alguna salían hombres vestidos de mujeres con sus abanicos, ruecas y pelucas, y mujeres vestidas de hombres con casacas, espadas y pistolas. ( 3 )

Cabe mencionar que en la Biblia está prohibido que el varón vista de fémina y viceversa. Incluso hoy día… Pero en tiempo de Carnaval, en el mundo del revés, la libido se libera, nada es punible…Como en Purim, cuando se invita a beber sin medida –lo no acostumbrado el resto del año– hasta no diferenciar entre Mordejai ha Tzadik, o sea el bueno y justo, y Hamán ha Rashá, o sea el malvado…

En Israel, por lo menos en tiempos de la Primer Ministro Golda Meir, por las calles de Tel-Aviv (existe una fotografía que avala a una gigantesca Golda Meir de papel maché) se festina el Carnaval de Purim, con el llamado Adloyada: o sea “Hasta que no se registra entre el malo y el bueno, entre el malvado y el justo…”. Es el mundo puesto de cabeza –diríamos Lehabdil o guardando las pertinentes diferencias— que aglutina a los Yehudim, a los judíos del orbe, del presente, del pasado y del futuro…

Incluso beber, se convierte en una Mitzvá en un acto de ejemplaridad. Y disfrazarse es la consigna… El Premio Nobel Bashevis Singer en La familia Moskat describe un gran banquete con todo lo bueno, donde los Evionim –los depauperados–son acogidos, como si fueran carne de su carne y sangre de su sangre: “Naomi y Manya se ocuparon de hacer pastas, tartas, y strudel, así como de preparar las tortas y garbanzos tradicionales de la fiesta ( 4 ).

El humorista Shólem Aleijem en “El banquete de Purim” ( 5 ) nos presenta a José –llamado como el hijo más querido por Jacob—lastimosamente, huérfano, invitado especial. Es el mundo al revés, donde la palabra Mitzvá no pierde sentido…donde se escucha la Meguilá de Purim –donde se resalta el papel de Esther y de Mordejai, los héroes de la fiesta– con todos los sentidos puestos… Sobre todo si llegan los Purim Shpilers, los artistas de la comparsa…

 

 

Notas:

Rubial, garcia, Antonio, Monjas, Cortesanos y Plebeyos, 78, 82, 82,85.

*Bashevis, Singer, Isaac, La familia Moskat, 189

*Schesinger C. Erna, Tradiciones y costumbres, 200.