Enlace Judío México.- No cabe duda que el dictador alemán Adolf Hitler es, por derecho propio, el personaje más desprestigiado de la historia. No solamente el haber desencadenado la guerra más sangrienta y destructiva de la historia, sino también otros hechos como la política de depredación llevada a cabo en los territorios conquistados, el haber ordenado el Holocausto judío y otras matanzas realizadas en toda Europa y el haber dejado una Alemania destruida, disminuida territorial y poblacionalmente y vilipendiada en todo el mundo, han contribuido a hacer del ex führer, la figura más maltratada de la historia.

*ALEJANDRO MUÑOZ HERNANDEZ.

Por si esto no fuera bastante, los constantes rumores acerca de su posible huida de Berlín en los últimos días de la guerra, para alcanzar algún país del cono sur, muy posiblemente Argentina, contribuyen a empeorar todavía más su ya de por sí alicaída figura histórica.

Una serie de hechos inexplicables reforzarían la tesis de la huida, entre ellos el hecho de que su cadáver jamás fue encontrado, ni se conserven fotografías o registros del mismo. De esta manera, del que debió de haber sido el cadáver más fotografiado de la historia, no se conserva ni una sola fotografía conocida. Solamente existe una foto, de escasa calidad, supuestamente tomada por los soviéticos, en donde aparece un ataúd de madera abierto, del que apenas asoma la silueta de algo poco legible, pero que podrían ser restos humanos carbonizados. Eso es todo. Nada nos indica que los restos que apenas se alcanzan a ver en dicha caja o ataúd, sean los de Hitler. Del mismo modo se han sugerido algunas hipótesis sobre el supuesto destino de sus restos.

Según la versión más conocida y aceptada, Hitler se suicidó en el Bunker de la cancillería en compañía de su flamante esposa Eva Braun, el 30 de abril de 1945 y sus restos, descubiertos por los soviéticos, fueron encomendados a una unidad especial del Ejército Rojo, el SMERSH -iniciales de ‘muerte a los traidores’ en ruso- quienes enterrarían dichos restos en el jardín de un cuartel soviético en la ciudad de Magdeburgo. Veinticinco años después, en 1970 y a sugerencia del entonces jefe de la KGB, Yuri Andropov, los restos fueron exhumados e incinerados cerca de la ciudad de Schöneberg, en Alemania Oriental, para luego ser dispersadas sus cenizas en el río Biederitz. Esta es la versión “oficial” por así decirlo, y sólo fue dada a conocer después de la caída de la URSS en 1991 con la desclasificación de gran cantidad de archivos del antiguo Estado soviético.

Sin embargo siguen surgiendo gran cantidad de interrogantes. Hace algunos años se exhibía en un Museo en Moscú una ajada chaqueta gris junto con un fragmento de cráneo con un orificio que parece ser de bala, objetos que según los rusos habían pertenecido al dictador. En 2009 se permitió a un grupo de científicos norteamericanos realizar estudios al mencionado fragmento óseo, los cuales arrojaron que éste perteneció a una mujer adulta de entre 30 y 40 años y no a un hombre de más de 50, como lo era Hitler. Esto sólo contribuyó a aumentar las sospechas sobre si los rusos se habían en efecto desecho del cuerpo y habían conservado algunos fragmentos del mismo -como el fragmento de cráneo femenino ya señalado- o bien habían inventado la historia de principio a fin.

Por el contrario, existen versiones que mencionan que el dictador huyó de Berlín en un pequeño avión -un storch- para luego abordar un submarino con destino a Sudamérica. Algunas personas fueron testigos de misteriosos desembarcos nocturnos de submarinos, presumiblemente alemanes, en las costas argentinas, al sur de Buenos Aires. Otros afirman haber visto a Hitler en alguna remota hacienda Argentina e inclusive hay quien afirma haber asistido ¡al funeral del dictador en Asunción, Paragua! Los rumores han sido persistentes a través de los años y provienen de alrededor de medio centenar de personas en Argentina, Chile, Paraguay y Brasil. Si todo esto es verídico, entonces el dictador murió apaciblemente, según algunos, a fines de los sesenta, y según otros, a principios de los setenta, en su cama, cargado de años y de recuerdos.

De este modo, al Hitler tirano, insensible al sufrimiento que hizo padecer a otros pueblos, irresponsable e inepto en el manejo de la guerra, genocida y megalómano, se le sumarían las facetas de cobarde, traidor e insensible para con su propio pueblo. La versión oficial de su muerte, suicidándose en vez de encarar la responsabilidad de la derrota y sus consecuencias, ya de por sí desprestigia su figura histórica en grado sumo.

Pero el haber abandonado la nave hundida, dejando a sus subalternos para que se entendieran con las autoridades aliadas, a su pueblo para que reconstruyera la nación destrozada, a sus corifeos, que siguiendo sus órdenes se mancharon las manos con la sangre de millones de inocentes, para que se las vieran con los jueces aliados, a los miles de fanáticos que creyeron hasta el fin en su führer y que murieron con su nombre en los labios, a los adolescentes y ancianos del volksturm, obligados a luchar por una causa perdida y un líder criminal al que sin embargo seguían respetando y obedeciendo, en fin, a los millones que lo idolatraron y que terminada la guerra tuvieron que acostumbrarse a las carencias y humillaciones de la derrota; todo ello sólo nos habla de una figura pública desprestigiada y prostituida moralmente, que en el último momento sólo pensó en su propia salvación y se olvidó de que millones de sus compatriotas habían muerto defendiendo su causa.

 

 

*Historiador

 

 

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