Enlace Judío México.- En la noche de Pésaj vamos a experimentar una vivencia única en el año: “el Séder de Pésaj”. Hay otro “Séder”, que lo hacemos en la noche de Rosh Hashaná, pero éste es simbólico. Comemos ciertos alimentos mientras pronunciamos buenos deseos para el año que comienza, pero todo esto, aunque nunca dejamos de hacerlo y esperamos el momento, es una mera costumbre y tradición, por cierto, muy arraigada en la vida judía. Sin embargo, si por algún motivo alguien no lo hizo, o no lo hizo completo, no estaría cometiendo ninguna transgresión.

RAB. DAVID ZAED

En cambio, el Séder de Pésaj no solamente es una obligación el cumplir al pie de la letra todas las indicaciones que figuran claramente en la Halajá, sino que también hay que hacerlo, siguiendo el orden establecido. No se debe omitir ninguno de los pasos, ni alterar la correlatividad de los mismos.

Lamentablemente, algunos Yehudim no saben que el Séder de Pésaj es una ceremonia religiosa, no de menor importancia que las que realizamos cuando escuchamos el Shofar en Rosh Hashaná, o cuando presenciamos el “Cal Nidré” en Yom Kipur. Y ésa es una de las razones por las que Nuestros Jajamim hicieron una especie de guía con los nombres de cada uno de los pasos a seguir (“Kadesh, Urjatz, Carpás…”). Y con el Libro de la “Hagadá de Pésaj” en la mano, a modo de instructivo, contribuiremos a que no cometamos ningún error desde el principio hasta el final de esta noche tan trascendental.

En una de sus conferencias, escuché de mi querido hijo Rab Shelomó Zaed Shelit”a, un comentario filosófico acerca de este tema:

Observemos que la palabra “Séder”, significa “Orden”. Y lo que llama la atención es que los pasos del “Séder de Pésaj” no siguen, aparentemente, un orden de acuerdo a la lógica. En el “Séder” se comen alimentos dulces por un lado, y amargos por el otro, pero no están separados por grupos homogéneos. Primero, levantamos la Copa de Kidush, y bebemos el vino reclinados como reyes. Luego comemos apio salado, recordando las lágrimas de la esclavitud. Después, partimos la Matzá reviviendo nuestro glorioso paso por el Mar. En el mismo texto de la Hagadá, se mencionan pasajes que nos hacen lagrimear, tanto de angustia, como de regocijo. Más tarde comemos el amargo “Maror” (¡remojado con el dulce y sabroso “Jaróset”!). Y así se van entremezclando lo dulce con lo amargo; lo triste de la Historia con lo alegre de la Libertad… ¿A eso lo llamamos “Orden”?

La explicación, dice Bení Hayakar Rabí Shelomó, es que el “orden de la vida” no es como nosotros lo pensamos o lo deseamos. La vida no es una línea recta; es un vaivén de situaciones diferentes y a veces contradictorias, que Hashem nos envía para educarnos. Todos los avatares de nuestra existencia responden a un “orden”, y debemos aceptarlos porque provienen del que más nos quiere, y que pretende nuestro bien. Vamos a tener momentos en los que nos reclinaremos con tranquilidad, y otros, que los vamos a asumir bajando la cabeza. Así es la vida, y si sabemos que todo es para bien, vamos a vivir siempre contentos y satisfechos.

No nos olvidemos que el final del “Séder”, nos encuentra con una copa de vino en la mano, alabando a Hashem…

 

 

Fuente:Revista Jodesh Tob Nisán