Enlace Judío México – El mundo corre a pasos agigantados, millones de personas a lo largo y ancho del planeta Tierra se mueven al compás del reloj. Las manecillas marcan el ritmo de nuestras vidas y sin darnos cuenta, caemos en una esclavitud en la que ya no somos dueños de nuestro tiempo.

 

El judaísmo pone un especial énfasis en santificar el tiempo, pues en palabras del escritor Abraham Yoshua Heschel no hay dos horas idénticas, cada una es única y especial, exclusiva e infinitamente preciosa, horas que nos enseñan a consagrar los santuarios que emergen del grandioso fluir del año.

Hace más de 3 mil años Moisés recibió las tablas de la Ley en el Monte Sinai, uno de aquellos mandamientos ordenaba de manera muy clara:

“Recuerda el día Shabat para santificarlo. Seis días trabajarás y harás toda tu labor, pero el séptimo día es Shabat para el Eterno, tu D-os, no harás ninguna labor: ni tú, ni tu hijo o hija, ni tu siervo o sierva, ni tu ganado o el extranjero que esté en tus portales. Porque en seis días el Eterno hizo los cielos y la tierra, el mar y todo lo que hay en ellos, y descansó el séptimo día. Por eso el Eterno, bendijo al día de Shabat y lo consagró.

Durante seis días de la semana arrancamos la riqueza a la tierra. Durante seis días de la semana tratamos de dominar al mundo, sin embargo, el reto del séptimo día es tratar de dominarnos a nosotros mismos.

El trabajo es un oficio, pero el descanso es un arte. Es el resultado entre cuerpo e intelecto, es un palacio que construimos en el tiempo, un palacio en el que el hombre aspira a perfeccionar su semejanza con la divinidad.

El séptimo día es un armisticio en la cruel lucha del hombre por la existencia, una tregua de todos los conflictos personales y sociales, la paz entre hombre y hombre, entre hombre y naturaleza, porque en el tempestuoso océano del trabajo existen islas de serenidad donde el hombre puede hallar refugio y reclamar su dignidad. Esa isla es el Shabat.

El pueblo de Israel está comprometido con la eternidad, aun cuando dedique seis días a la semana a las actividades terrenales, mantenemos en consciencia que lo verdaderamente importante no es material, porque el descanso, la paz, el amor y la convivencia con los nuestros es algo que simplemente no se puede tocar.

Texto basado en el libro Shabat de Yehuda Heschel