Enlace Judío México.- En las elecciones presidenciales de Rusia el pasado 6 de marzo, Vladimir Putin, de 66 años, logró una aplastante victoria con 77.0% de los votos totales, el segundo lugar de los siete candidatos que compitieron fue de Pavel Gradinin con un lejano 11.8%. El triunfo de Putin se dio por descontado en un sistema electoral manipulado en el que existen dudas sobre su transparencia; las elecciones más que una competencia, representaron una confirmación de Putin para un nuevo periodo de gestión de 6 años.

LEÓN OPALÍN PARA ENLACE JUDÍO MÉXICO

Putin fue ungido como el zar del siglo XXI, el líder ruso que ha controlado el poder, ya sea como Primer Ministro o como Jefe de Estado desde hace 18 años; “le gusta verse legitimado con los votos del pueblo”. El Estado es él y rige como autócrata, incluso sus propios críticos reconocen que goza de gran popularidad a pesar de que sus administraciones se han caracterizado por una corrupción rampante.

Putin es un dictador en el fondo, empero, demócrata en las formas, su actuación está propiciando un ambiente para una nueva guerra fría. Mira Milosevich, investigadora del Real Instituto El Cano de Estudios Internacionales y Estratégicos, un centro de pensamiento y laboratorio de ideas creado en España en el 2001, señala que Putin ha creado un estado hibrido que combina elementos de la democracia formal (elecciones, cierta libertad de prensa y expresión) con un gran poder y control de instituciones como servicios secretos como la ex KGB, Policía, Ministerio del Interior, Defensa y las denominadas Siloviki, que impiden que Rusia sea una democracia verdadera. Putin además de ser el Jefe de Estado, es Primer Comandante en Jefe del Ejército. El primer Ministro es dominado por Putin, quien es el Jefe del Gobierno.

Por otra parte, Putin controla los abundantes recursos naturales de Rusia; que es primer productor mundial de gas natural y petróleo y principal exportador de diamantes, níquel y plutonio.

Putin es un líder populista que usa su carisma para atraer al pueblo. El populismo es hoy en día un fantasma que recorre el mundo, que ha llevado a Donald Trump a la Casa Blanca “y tiene a Marine Le Pen enfilándose al Eliseo”. Incluso el ex presidente Barak Obama, ganó sus primeras elecciones prometiendo soluciones absurdas: “Yes We Can”.

Putin y su círculo de allegados no sólo son políticos comunes, son individuos duros del servicio secreto o con mentalidad militar que piensan que tienen la misión de que Rusia recupere su hegemonía en el mundo. Cabe recordar que Putin fue agente encubierto en Alemania Oriental y luego estuvo a cargo de FBS (heredero de la KGB) hasta que fue descubierto en 1996 por el presidente Boris Yeltsin, que lo catapultó al poder a través de un pacto para que Yeltsin gozara de inmunidad.

En su ansia de poder, Putin se anexo la República de Crimea y la Ciudad de Sebastopol en el 2014. El Estado ruso ha invertido numerosos recursos en obras en Crimea, de las cuales la de mayor simbolismo es el puente sobre el estrecho de Kerch, que se presenta como un cordón umbilical con Rusia. Justamente al final de su pasada campaña presidencial eligió a la Ciudad de Sebastopol para infundir en los electores la idea “de un Estado fuerte que recupera su poder y su territorio que en el pasado le pertenecía”. La anexión de la Península de Crimea sigue siendo motivo de litigio internacional con Ucrania.

Para impresionar a los rusos y al mundo, Putin presentó recientemente a los medios el nuevo arsenal de las Fuerzas Armadas; Rusia con un arma nuclear “Imbatible”, dijo “antes de que tuviéramos estas armas no nos escuchaban, ahora nos van a escuchar”; necesita el conflicto con Occidente para presentarse como un patriota.

En este contexto, el 4 de marzo pasado el ex espía ruso Serguei Skripal y su hija Julia fueron envenenados en Salisbury, en Gran Bretaña, con un agente nervioso llamado novichok del que se tiene constancia que se fabrica en Rusia. Skripal, como doble agente, fue considerado como un traidor al Estado ruso. Gran Bretaña reaccionó al envenenamiento con la expulsión de 23 diplomáticos rusos, y como represalia, Rusia también expulsó a 23 ciudadanos británicos y suspendió las actividades del British Council, Centro de Lengua y Cultura en Rusia y no ha permitido la apertura del Consulado Británico en San Petesburgo. La técnica de Moscú “es siempre negar y acusar”.

EUA se unió a Gran Bretaña por el “ataque químico”. Rusia expulsó a 48 empleados de su embajada en Washington y 12 de la Misión de la ONU en Nueva York. Asimismo, pidió a Moscú que cerrara su consulado en Seattle, en el noreste de EUA, alegando su proximidad a la fábrica de aviones Boeing y a una base de submarinos. Igualmente, 14 países de la Unión Europea y Australia procedieron a expulsar a diplomáticos rusos.

En diciembre de 2016 en los últimos días de la administración de Obama, la Casa Blanca impuso duras sanciones a Rusia por su injerencia en las elecciones presidenciales de EUA, expulsó a 35 agentes de inteligencia y a sus familias adscritas a su embajada en Washington y a uno en Los Ángeles, California.

Rusia es una potencia que busca imponer su hegemonía en el mundo bipolar dominado por EUA y China; no obstante, el afán de Putin en este propósito ha tenido un costo muy elevado para Rusia. Su economía enfrenta grandes desafíos. Tras experimentar en 2009 la mayor recesión desde la caída del bloque soviético y a pesar de la recuperación de los años siguientes, nuevamente registró una nueva recesión en el 2015 y el 2016 derivada de la estrepitosa caída de los precios del petróleo, de las sanciones comerciales que le impuso occidente ante la crisis con Ucrania. En el 2015 y 2016 el PIB disminuyó 3.7% y 0.8%, respectivamente, se estima que el avance fue de 1.5% en 2017. El poder adquisitivo de la población cayó alrededor de 20.0% en los últimos 4 años.

En este ámbito, la pobreza en Rusia es acuciante, de aquí que entre otras medidas el gobierno tendría que recortar su gasto militar para apuntalar su economía y para mejorar la calidad de vida de la gente. También hay que destacar que el desempeño de ésta se ve amenazado por los atentados terroristas de grupos islámicos radicales, especialmente los chechenos.

La creciente participación directa e indirecta de Rusia en Siria, a través de mercenarios rusos, armas, apoyos financieros y de otra índole, puede conducir a un enfrentamiento con EUA. Es importante frenar la megalomanía de Putin.

 

 

 

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