Enlace Judío México.- Ayer miércoles se celebró en el Auditorio del Colegio Monte Sinaí el evento “México le canta a Israel”, una original idea para conmemorar el 70 aniversario de la fundación del moderno Estado de Israel, bajo la dirección musical del Jazán Ari Litvak, de Bet El.

IRVING GATELL EN EXCLUSIVA PARA ENLACE JUDÍO MÉXICO

Una pléyade de cantantes mexicanos se dio cita para participar en este evento. En orden de aparición, la apertura de la ceremonia estuvo a cargo de la Orquesta Sinfónica de Alientos de la Policía Federal, y luego el show musical contó con las participaciones de María León, Tren a Marte, Reyli Barba, Lemongrass, Marco DiMauro, la Marimba Nandayapa, Matute, Guadalupe Pineda, Urband 5, Ana Victoria, Los Rumberos, Fernando de la Mora y Kika Edgar. Y, por supuesto, a todos los músicos que participaron acompañándolos: Ángel Ramos, Isidro Martínez, Moisés García, Esteban Rivera, Juan Ramos, José Luis Santander, Gabriel Loyo y Daniel Loyo. Y, por supuesto, a nuestros músicos locales de la Comunidad Judía que también participaron, Alan Sefchovich, Paul Sefchovich, Dahiana Rosenblatt, Giselle Arditti y Abraham Rechthand. Y, además, la participación especial de Erick Elías.

Desde esta tribuna, quiero expresar un sincero y enfático reconocimiento a su valor e integridad artística por participar en este evento.

Una de las conductas más irracionales con las que tenemos que lidiar los judíos en todo el mundo, es la de “el boicot contra el Estado de Israel”. Se trata de una retorcida postura según la cual, a manera de protestas por “los crímenes del estado sionista contra los palestinos”, muchos artistas, instituciones académicas o culturales, empresas y gobiernos se rehúsan a participar en cualquier tipo de evento que tenga que ver con Israel o israelíes, o se niegan a invitar a israelíes a participar en los eventos que ellos organizan.

Es irracional y retorcido por varias razones.

La primera y más evidente, es que ese mismo posicionamiento político no lo asumen ante otros casos. No existen en todo el mundo movimientos similares de boicot en contra de Turquía por su ocupación ilegal de la mitad de Chipre, contra Rusia por su ocupación o agresiones contra Ucrania y Georgia, o contra China y su ocupación del Tíbet.

El único país sistemáticamente asediado por ello es Israel, que en términos objetivos y jurídicos, no está ocupando ningún territorio ilegalmente. Se trata de un mero recurso propagandístico por parte de grupos y movimientos abiertamente anti-israelíes.

La segunda razón, un tanto más sutil, es que es fácil demostrar que estos grupos obsesionados con boicotear a Israel en realidad no tienen un interés genuino por los Derechos Humanos de los palestinos. Hay otros conflictos y otras coyunturas en las cuales los palestinos están sufriendo o siendo sistemáticamente violentados, incluso en un nivel infinitamente más grave que en su conflicto con Israel. Por ejemplo, en Gaza los palestinos son rehenes de un gobierno fundamentalista y fanático, que los reprime en sus derechos civiles más básicos, que los usa y explota como escudos humanos para sus actividades terroristas, y que desperdicia a manos llenas el dinero que debería ser invertido en mejoras para la población, pero que acaba siendo usado en infraestructura terroristas. Por supuesto, los gazatíes no tienen la posibilidad de quejarse. Tienen que contentarse con el nada honroso mérito de ser mártires “en nombre de la causa” (causa que, extrañamente, permite que los jerarcas de Hamás vivan como califas).

Pero nadie dice nada de ello. Nadie defiende a esos palestinos de sus propios victimarios palestinos.

Más grave ha sido la situación en Siria, donde más de 3 mil palestinos han muerto asediados por las tropas del dictador Bashar el Assad, ante el silencio absoluto de la humanidad. Más de 25 mil palestinos han tenido que abandonar sus hogares y se han convertido en refugiados, pero ni siquiera la UNRWA (la agencia de la ONU que se encarga de los refugiados palestinos) ha tomado cartas en el asunto.

No le importan a nadie.

Eso refleja que la idea nunca ha sido una preocupación por la situación de los palestinos, sino una obsesión contra Israel. Las víctimas palestinas sólo son noticia si se puede culpar a Israel. Si no, a estos activistas les importa un rábano su suerte, y no tienen ningún inconveniente en simplemente dejarlos morir.

Hay una tercera razón que hace de todo esto algo retorcido: se supone –o, por lo menos, se repite mucho en todos lados– que el arte y la cultura son los medios para que los diferentes grupos humanos puedan coexistir, conectarse, superar sus diferencias.

Estos activistas han decidido que todos tienen ese derecho –construir vínculos con los demás por medio del arte y la cultura– menos los judíos y los israelíes.

Justo debería fomentarse la actividad intercultural palestina-israelí, o islámica-judía, y aprovechar estas oportunidades para encontrar las soluciones que en la política parecen no llegar.

Pero no. Al judío y al israelí hay que boicotearlos, segregarlos, negarles la posibilidad de entrar en contacto y convivencia con el resto de la humanidad.

Se trata de un simple acto de racismo y discriminación. Disimulado, por supuesto, bajo la consigna de “no soy antijudío, sólo soy antisionsita”. Premisa que no se sostiene cuando es analizada con un poco de rigor, porque al final de cuentas todo se traduce en una discriminación que sólo se les aplica a judíos.

Ni siquiera tiene caso hablar del fundamento objetivo de esta postura de boicot. Sistemáticamente, una vez tras otra, todos aquellos que se quejan de “los crímenes sionistas contra los palestinos”, o de que “el Estado de Israel practica el apartheid contra los palestinos”, o incluso otros posicionamientos más vulgares y rudimentarios como “los sionistas matan niños” y “el sionismo es genocida”, no logran demostrar con datos concretos que algo de todo esto sea cierto.

Siempre las respuestas son del estilo de “es que todos lo saben”, o “no quieras negar lo innegable”. Pero nunca responden con datos precisos. Fechas, nombres, números, sitios. La rutina es que sólo se trata de una andanada de clichés y consignas panfletarias, propias de un entramado propagandístico, y no de un verdadero conocimiento de la Historia.

Pese a tan desastroso aparato teórico, a muchos artistas les basta esa mitología, verdadera tara cultural, para rehusarse a participar de cualquier evento que involucre a Israel.

Y no sólo se limitan a ello. Con mucha facilidad caen en la tentación de dedicarse a presionar a otros para que no lo hagan.

Por eso, participar en un evento dedicado a Israel requiere de valentía e integridad moral en estos tiempos. Y estos jóvenes y no tan jóvenes cantantes la han tenido. Por eso, mi obligado aplauso, homenaje, agradecimiento y mención a ellos, porque sin importar qué tanto conozcan o desconozcan la problemática de Medio Oriente, o incluso si personalmente mantienen una postura crítica contra Israel y su gobierno, saben y entienden perfectamente lo que ya he señalado: que la cultura une, acerca, facilita el diálogo.

Si pese a todas nuestras diferencias los seres humanos pudiéramos organizar más de este tipo de eventos, la concordia y la coexistencia pacífica sería más fácil.

Nuevamente, mi aplauso para la Orquesta Sinfónica de Alientos de la Policía Federal, y luego el show musical contó con las participaciones de María León, Tren a Marte, Reyli Barba, Lemongrass, Marco DiMauro, la Marimba Nandayapa, Matute, Guadalupe Pineda, Urband 5, Ana Victoria, Los Rumberos, Fernando de la Mora, Kika Edgar, Ángel Ramos, Isidro Martínez, Moisés García, Esteban Rivera, Juan Ramos, José Luis Santander, Gabriel Loyo, Daniel Loyo, Alan Sefchovich, Paul Sefchovich, Dahiana Rosenblatt, Giselle Arditti, Abraham Rechthand y Erick Elías.

No sólo nos regalaron una noche inolvidable con su calidad artística. También nos dieron una bellísima expresión de calidad humana e integridad moral al compartir con nosotros este momento.

Ellos, desde su tribuna y con su música, ayudan a hacer del mundo un lugar más disfrutable y bello, sin distinción. Un regalo para todo el que quiera tomarlo, sin límites impuestos por las diferencias ideológicas.

Yo, desde este espacio mío en Enlace Judío, les agradezco de todo corazón habernos acompañado en un momento tan emotivo e importante para la Comunidad Judía de México.

 

 

 

 

Las opiniones, creencias y puntos de vista expresados por el autor o la autora en los artículos de opinión, y los comentarios en los mismos, no reflejan necesariamente la postura o línea editorial de Enlace Judío.