Enlace Judío – El Libro de Shir Hashirim es uno de los libros más difíciles de entender de la Torá. Describe el amor entre dos personas y es una alegoría del amor que existe entre Hashem y el pueblo judío. Esta canción de amor es música de fondo en cada momento de nuestra historia, desde nuestra Salida de Egipto, pasando por nuestro exilio a Babilonia, y hasta a nuestra Gueulá Shelemá – la Redención Definitiva.

RAB DAVID ZAED

Cuando leemos acerca de cada uno de los eventos, cuando celebramos en Janucá y manifestamos duelo por Tishá B’av, no pensamos que esta canción suene de fondo. Sin embargo, está allí. Hashem nos ama y como nosotros, algunas veces en nuestra subconsciencia profunda, amamos intensamente a Hashem.

La mayoría de los Jajamim de la Mishná opinaban que Shir Hashirim no es tan sagrado como los otros libros de la Torá. No contiene las mismas características de santidad y, de hecho, contiene frases que generalmente no compartiríamos en un entorno sagrado. Rabí Akivá no estuvo de acuerdo. Él dijo: “Todos los cantos (que figuran en la Torá) son santos, pero Shir Hashirim es el Santo de los Santos” (T. Yerushalmí Yadaim 3-5). Shir Hashirim es lo más sagrado de la Torá, de los escritos de los profetas y del resto de las Sagradas Escrituras.

¿Cómo es esto posible?

Sabemos que Rabí Akivá siempre fue capaz de mirar debajo de la superficie. Pudo reírse mientras todos los demás lloraban, y tal vez era ese rasgo lo que le permitía ver la santidad donde otros no, pero Rab Avigdor Miller Z”L, en el libro recientemente publicado sobre Shir Hashirim, tiene un enfoque diferente.

Rab Miller señala que Shir Hashirim no es sólo un telón de fondo de la historia. Es la razón por la que aún sobrevivimos. Si no fuera por el fuerte amor que existe entre el pueblo judío y Hashem, la historia judía habría sido muy corta. De la misma manera que una esposa y un esposo pueden apoyarse mutuamente y sobrevivir a cualquier cosa, Hashem ha estado allí para nosotros a pesar de todo, amando siempre, cuidando siempre (Extraído de “El cantar de los cantares”).

¿Quién entendió esto más que Rabí Akivá?

Rabí Akvbá era un simple pastor. Él era, según muchos relatos, analfabeto. Dijo que mordería con la mordedora de un burro, a un Jajam, si lo veía. Él quería ser un Jajam, pero entendió que el Estudio de la Torá no iba a ser fácil. Él no podría hacerlo solo. Fue su esposa Rajel quien creyó en él, y quien lo inspiró. Ella fue quien renunció a todo para casarse con él; ella fue quien lo envió a aprender Torá. Ella fue quien lo alentó cuando no tenía ganas de llegar a ninguna parte, y ella era la que vivía en la pobreza absoluta y estaba feliz de hacerlo, para que él vaya a Estudiar Torá. ¡Y lo hizo, a costa de vivir sola durante los veinticuatro años en los que Rabí Akivá se vio obligado a permanecer en tierras lejanas para Estudiar Torá! (ver M. Pesajim 49/2)

Rabí Akivá entendió la relación entre un esposo y una esposa. Entendió cómo una esposa puede convertir a su marido en un hombre y él pudo ver cuánto ella realmente apreciaba y disfrutaba de todo lo que él lograba. (Y, por cierto, un marido puede hacer esto por su esposa también). Cuando Rabí Akivá llegó a casa convertido en un Gigante del Am Israel, después de veinticuatro años, se negó a tomar ningún crédito por su Torá. “Mi Torá”, les dijo a sus alumnos, “y la Torá de ustedes, es toda de Su Torá (de ella)”. Les dijo que la trataran con el respeto que ella se merece. El Midrash incluso nos cuenta qué joyas compró Rabí Akivá para su esposa, tan fuerte y ejemplar fue su relación (Ver M. Ketubot 62/2).

Rabí Akivá entendió el Libro de Shir Hashirim mejor que nadie. Entendió cómo su esposa lo había hecho quien era. Entendió cuánto él mismo significaba para su esposa. Y entendió que una parte clave de nuestra existencia es nuestra relación con Hashem. No había mejor parábola que la de un hombre y una mujer.
Por el otro lado, encontramos que los alumnos de Rabí Akivá no recibieron el mensaje. Fallecieron, porque no mostraron el respeto apropiado entre ellos, como nos relata la Guemará en M. Yebamot 62/2. Podrían haber sido grandes Jajamim, pero no eran dignos de enseñar a la próxima generación. Las relaciones son esenciales para nuestra existencia como pueblo.

“Todos los cantos (que figuran en la Torá) son santos, pero Shir Hashirim es el Santo de los Santos”.

Rajel y Rabí Akibá nos enseñaron sobre las relaciones interpersonales. Rabí Akivá nos enseñó a amar a nuestros semejantes como a nosotros mismos. Lloramos a sus alumnos durante todos estos días del “Ómer”, porque no se prodigaban respeto mutuo.

Seamos discípulos de Rabí Akivá: él, que tuvo una vida azarosa y difícil, vio siempre, esa vida, color de rosa. Reía siempre, mientras los demás lloraban. Demostró su valentía al declarar que el fallecimiento de sus veinticuatro mil alumnos, fue por su culpa. Él sabía que les enseñó toda la Torá, pero reconoció que le faltó un detalle: enseñarles a respetarse uno al otro. Y por eso dijo que el Pasuk: “Amarás a tu prójimo como a ti mismo”, es la base de toda la Torá. Lejos de amilanarse y bajar los brazos por esa catástrofe, se levantó y comenzó de nuevo con sólo cinco Jajamim, y son la base de la Torá hasta hoy y para siempre. Y mantuvo ese optimismo y convicción hasta el último instante de su vida.

Seamos los nuevos alumnos de Rabí Akivá. Leamos el Shir Hashirim, y veamos en sus palabras a nosotros mismos.

Amor y respeto entre marido y mujer.

Amor y respeto entre los semejantes.

Amor y respeto entre Hashem y su Pueblo.

Amor y respeto (lo que se denomina como autoestima) entre la persona y uno mismo.

Rabí Akivá vive, en cada uno de nosotros.

Fuente: Revista Jodesh Tob Iyar