Enlace Judío México – Constantemente decimos que el judío es aquel que en todo momento está dispuesto a estar con D-os. Buscamos a D-os al despertarnos, al acostarnos, en el camino, sobre nuestras mesas y en nuestras casas. Todas las mitzvot giran alrededor de la relación que tenemos con D-os tanto individuos como nación. Sin embargo, aprender a aceptar esa relación y esa Presencia no es sencillo. Cualquier persona que haya estado en contacto con alguna fe podría entenderlo. Como humanos, la relación con D-os es demasiado imponente, huimos de ella, tratamos de esconderla y recluirla a templos o libros. A veces con la intención de preservarla y a veces con el deseo de alejarla de nuestras casas. La Torá nos enseña que esa postura no es correcta; la espiritualidad y la relación con D-s no se lleva a cabo sólo en los recintos sagrados, sino en nuestro día a día en nuestras casas, nuestros trabajos y nuestras escuelas. Debemos aprender a aceptarla en la intimidad con la misma fuerza que la recibimos en el espacio público. El siguiente fragmento escrito por de rab. Dovid Rosenfeld nos habla de ello. Esperamos les guste.

La santidad del hogar. Rab. Dovid Rosenfeld

Mishna “Deja que tu casa sea un lugar de reunión entre sabios.”

El mensaje esencial de esta mishná es que no debemos conformarnos con aprender Torá de los eruditos, sino que debemos asegurarnos que aquellos que dedican su vida al estudio de Torá se reúnan en nuestras casas. El significado tiene distintas connotaciones. La primera es que debemos hacer nuestro hogar un lugar digno de que los más grandes sabios entren a ella, un lugar en el que los eruditos se sientan en confianza, sin importar el nivel intelectual del anfitrión mismo.

Esto exige que superemos una barrera psicológica mayor. La gente está acostumbrada a ir a sermones, clases y servicios religiosos fuera de sus casas en una sinagoga o en un lugar destinado a ello; sin embargo observan estas actividades como ajenas a su propia casa, las relegan sólo a lugares que consideran sagrados. Sin embargo, nuestra casa debería ser vista como sagrada también, es más debería ser vista con mayor cercanía y santidad. Es lugar donde vivimos, el lugar donde reinamos y somos los únicos que deciden sobre los estándares de recato y comportamiento que deben llevarse ahí dentro.

El primer mensaje de nuestra mishná, es que no debemos servir a D-os únicamente en el mundo exterior, debemos incluir nuestra propia casa de ese servicio. D-os debe penetrar cada aspecto de nuestra vida. No puede haber un closet oscuro lejos de Él, ni una esquina en nuestro corazón que no le permita entrar.

En el Talmud está escrito que en el Día de Juicio la luz de nuestra propia casa dará testimonio de nuestra verdadera naturaleza (Taanit 11a). Somos juzgados en base a cómo tratamos a los miembros de nuestra familia, en base a cómo somos en la privacidad de nuestra casa; no en base a cómo tratamos a nuestros compañeros de trabajo o a cómo tratamos a los extraños en la calle. La mezuzá que cuelga de nuestras puertas nos recuerda que dentro de ese espacio existe una casa abierta a D-os. Debe ser una casa en la que tanto el labrador como el erudito se sientan cómodos y bienvenidos, una casa que trasmita el aura de la Presencia Divina.

Fuente: torah.org