Enlace Judío – Hoy, lunes 14 de mayo de 2018, que marca el 70 aniversario de la creación del Estado de Israel moderno, su más leal y poderoso aliado, los Estados Unidos, inaugura su embajada en Jerusalén. La muda desde Tel Aviv, donde la embajada estadounidense ha estado durante las últimas seis décadas.

DAVID EFRON

Se anticipa que los grupos terroristas que habitan entre los palestinos realizarán manifestaciones y revueltas, tanto contra Israel como contra los Estados Unidos. No quieren que el Estado de Israel decida dónde desea tener su propia capital dentro de su propio territorio.

No es total casualidad que, desde Siria, Irán haya lanzado cohetes hacia el norte de Israel. Pero, afortunadamente, esas armas no han causado daños hasta al momento porque caen fuera del país o son destruidos en el aire por el sistema de cúpula, cuyas piezas de repuesto se fabrican en Caguas. Las armas nucleares que Irán está desarrollando las discutiremos luego.

Estos 70 años han sido de mucho sufrimiento para el pueblo israelí, en su esfuerzo por sobrevivir. Se transformó, de una sociedad agrícola socialista, en un país con una fuerza militar impresionante. Luego se convirtió en un país educado y culto, y ahora es el país más tecnológicamente avanzado del mundo. Durante esa trayectoria, Israel ha recogido más premios Nobel que prácticamente cualquier otro país del planeta.

Israel ha cumplido su cometido de ser luz para los otros países y de tratar de reparar el mundo y, a la misma vez, ser el hogar seguro de todo judío discriminado a través del mundo, recibiendo un número de inmigrantes impresionante. El pueblo israelí logró todo esto guiándose por los conceptos de trabajo arduo, familia, fe y creatividad. Esa ha sido la clave para lograr esta supervivencia.

En 1947, los Estados Unidos y Rusia acordaron que Israel debe existir como el país de los judíos.

El Reino Unido, dueño de esa región del Levante tras resultar victorioso sobre los enemigos turcos otomanos en la Primera Guerra Mundial, desde la declaración de Balfour de 1917, se había comprometido a darle esta tierra a los judíos, particularmente los que vivían ahí y a los refugiados desplazados de todas partes del mundo.

En noviembre de 1947, la Asamblea General de las Naciones Unidas votó con dos terceras partes para aprobar la creación del Estado de Israel. A los nuevos israelíes les tomó seis meses más declarar su independencia y sacar al ejército inglés de ahí.

Provoca dolor que ello no haya ocurrido al menos 10 o 15 años antes. De haber sucedido en 1933 (más de 15 años después de Balfour), se hubiera evitado el comienzo del Holocausto cuando en 1934 Hitler asumió el poder en Alemania. Aunque hubiera sido solo 10 años antes, en 1938, antes de que explotara la Segunda Guerra Mundial en 1939, durante la cual se exterminaron seis millones de judíos, precisamente el mismo número de judíos que habitan en Israel hoy, 70 años más tarde.

Hace alrededor de 25 años, el presidente Bill Clinton firmó la ley aprobada por el Congreso para trasladar la embajada americana a Jerusalén. Pero después de eso, cada seis meses los burócratas del Departamento de Estado extendían prórrogas durante todos estos años. Así evitaban trasladar la embajada, preocupados de las acciones terroristas que podría atraer. Tuvo que llegar Donald Trump para actuar sobre la ley de traslado de la embajada.

La mayor amenaza para Israel hoy día son las armas nucleares de Irán. Ya se demostró que desde 2015 Irán ha estado en incumplimiento del acuerdo nuclear, al desarrollar a escondidas poder nuclear utilizando uranio. El ayatollah iraní ha repetidamente expresado que Israel es un pequeño país de una sola bomba nuclear. Israel y el pueblo judío han aprendido a tomar en serio las amenazas contra ellos. Tropas de Israel, con sus tanques y armamentos, están por todo lo largo de la frontera norte por si los atacan. Los Estados Unidos amenazan a Irán con severas sanciones.

Hace año y medio, la embajadora americana Samantha Powers rehusó vetar en las Naciones Unidas una resolución árabe que determinaba que Jerusalén, el Muro de los Lamentos y el templo de Salomón, no son áreas judías, sino árabes, lo cual contradice las realidades históricas, tanto judías como cristianas.

Ya anteriormente he expresado que negar que Jerusalén sea judía es también negarle a los cristianos sus raíces en esa parte del mundo, donde ubica la Vía Dolorosa, la iglesia del Santo Sepulcro, Gethsemanie y el Cenatorio, donde Jesús sostuvo su última cena, siete siglos antes de que apareciera el islam.

Fuente: El Nuevo Día