Enlace Judío México.- Los judíos se encuentran constantemente oponiéndose a las ideologías dominantes de las épocas.

REUVEN BRENNER

Setenta años después de la fundación del Israel moderno, las expresiones de antisemitismo son todavía muy comunes, desde el Partido Laborista de Inglaterra y la Marcha de las Mujeres de Estados Unidos al régimen iraní y al Consejo de Derechos Humanos de Naciones Unidas. Desde que comencé a escribir sobre antisemitismo hace medio siglo, todavía me enfrento continuamente con la pregunta: ¿Por qué? Mi respuesta ha sido que por razones accidentales, los judíos se han encontrado constantemente oponiéndose a las ideologías dominantes de las épocas.

Hace miles de años ellos apostaron a una religión basada en un libro sagrado. El resto del mundo era aún analfabeto, apostando a las tradiciones orales y deidades locales. Los recuerdos son mutables y entre analfabetos llevan a comportamiento flexible. En contraste, una religión alfabetizada y gente fiel y guiada sin importar dónde se encontraran—reticentes a aceptar libros más nuevos, sagrados o no. Comenzando con Antiochus Epiphanes alrededor del año 170 A.C., los gobernantes helenistas se quejaron que sólo los judíos, entre todas las naciones conquistadas, se rehusaron a adoptar las leyes y creencias griegas. Tanto las autoridades griegas, como más tarde las romanas y cristianas, interpretaron la adhesión de los judíos a su fe como un rechazo a reconocer la autoridad del Estado.

Más tarde, cuando los judíos se dispersaron por el mundo, ellos permanecieron fuera nuevamente. Otras tribus pequeñas desaparecieron—ya sea asesinadas o absorbidas y asimiladas en las más grandes. Los judíos, a pesar de la persecución y alguna asimilación, sobrevivieron a lo largo de los siglos. ¿Qué hacer con eso? En parte era todavía su libro sagrado. Pero era también su dispersión. En algunos lugares, tal como España, ellos desaparecieron. Pero sobrevivieron en tierras más tolerantes.

Como con el alfabetismo, la falta de concentración geográfica tuvo ventajas y desventajas. Cuanto más grande su número, mayores fueron las posibilidades de influencia política, rebelde y militar. Pero los grupos más pequeños tienen que depender de la solidaridad más fuerte y el esfuerzo individual, cuya educación para ambos se vuelve parte de su cultura profundamente arraigada. Consideren la historia de la Pascua. Los judíos eran un grupo relacionado ligeramente cuando llegaron a Egipto; ellos se volvieron una nación sólo después de superar la mentalidad de esclavo. El matzá—pan no levado—se encuentra literalmente en la historia del Éxodo por no tener tiempo para hornear el pan.

Pero es también una metáfora: La nación judía estaba sólo “a medio hornear” antes de partir hacia la Tierra Prometida.

Lo que nos trae a los desproporcionados éxitos científicos, comerciales y financieros de los judíos. La cultura de la auto-dependencia ha sido una necesidad. No hay alternativa para un pueblo muy pequeño que lograr mucho a través de la política o el poderío militar.

Las leyes basadas en el malinterpretado texto bíblico—la condena a la “usura” entre ellas—dañaron inicialmente a los judíos pero después contribuyeron a su éxito. Ellos se encontraron en la banca y las finanzas cuando el resto de la población fue excluido de esas profesiones—las que resultaron ser las corrientes del futuro.

Salto al presente, con académicos y políticos de la izquierda señalando a los judíos y a Israel por acusaciones antiguas y nuevas. La actitud tiene una cierta lógica: el éxito de los judíos a lo largo de las épocas y países a pesar de la discriminación seria es una monstruosidad para la ideología de culpar a otros por la falta de logros de uno. McGill, la universidad de Montreal con la cual he estado asociado, impuso un techo del 10% sobre los estudiantes judíos de medicina hasta la década de 1960; la Universidad de la escuela médica de Toronto requería marcas más elevadas de los estudiantes judíos hasta la década de 1960; y al Hospital Monte Sinaí de Toronto le fue negado el estatus como un hospital de enseñanza hasta 1962. Pero los judíos canadienses se las arreglaron para tener éxito. La actuación de la tribu sugiere que la “cultura” y las expectativas disminuidas de influencia política son un camino mejor y más rápido para prosperar que las políticas redistributivas.

Lo cual nos trae a la posición de Europa hacia Israel. Si los judíos se posicionaron contra las corrientes de las épocas a lo largo de los siglos, Israel hace lo mismo hoy. Europa está tratando de unir a sus tribus bajo una unión laica y supranacional—y teniendo considerable dificultad. De pie, como un contraejemplo para el engaño europeo, está Israel—un estado nación, en el cual la religión desempeña una parte significativa, el cual es exitoso a pesar de la guerra, el terrorismo y la tensión de absorber a millones de inmigrantes. Una vez más, los judíos están de pie contra las corrientes caprichosas y reciben resentimiento por ello.

 

*Reuven Brenner detenta la Cátedra Repap en la Facultad de Gestión de la Universidad McGill. El artículo se basa en su libro de 1983, “Historia: La Apuesta Humana,” y en un discurso del 2016 en el Instituto John Paul II en Varsovia.

 

Fuente: The Wall Street Journal
Traducido por Marcela Lubczanski para Enlace Judío México.

 

 

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