Enlace Judío México – “Shemá Israel Hashem Elo-einu Hashem Ejad” “Escucha Israel Hashem es nuestro D-os, Hashem es Uno.” Es la declaración más básica y más repetida de la fe judía. Implica la afirmación de la unicidad divina, su omnipotencia y la aceptación de sus mandatos a través del pueblo de Israel.

Fue dicho en el Monte Sinaí por el pueblo judío al recibir la Torá y por los hijos de Jacobo a su padre antes de morir. Hoy en día en las miles de sinagogas y casas judías a lo largo de todo el mundo se dice al levantarse en la mañana, al acostarse en la noche, al rezar en la tarde, al leer de la Torá y al morir.

Lo escribimos en las mezuzot que colgamos en nuestras puertas, en los tefilim con los que rezan nuestros hijos y lo leemos del sidurim cada vez que rezamos la Amida (rezo central de los servicios)

Un judío está obligado a decirlo al menos dos veces al día, una en la mañana y una en la noche.

¿Por qué? ¿Qué tiene el Shemá que lo hace tan importante? Trataremos de Explicarlo a continuación.

Monoteísmo, la historia del Shemá.

En la cultura Occidental actual estamos acostumbrados a que si alguien cree en algún tipo de divinidad piense que hay un sólo D-os, Único y omnipresente. Sin embargo, durante siglos, antes de nuestra era, decir eso era revolucionario. Era negar todas las religiones que existían en ese momento y enfrentar regímenes autoritarios que prohibían el monoteísmo.

Tal fue el caso durante el exilio babilónico. Durante ese tiempo los cohanim (sacerdotes) recitaban el Shemá en los servicios de la mañana. Sin embargo, los persas no creían en un solo D-os “que hace a la lluvia cubrir la tierra … y al Sol brillar”, un sólo D-os que haya formado las estrellas y “de entendimiento a la mente” un D-os “que cura toda carne y alimenta a todo ser”. Ellos creían en un dios de la lluvia, otro del Sol, otro de las fieras. Que los judíos rezáramos el Shemá era una afrenta directa y decidieron prohibirlo.

A mediados del siglo quinto el rey persa decidió mandar guardias al primer cuarto de los servicios públicos en las sinagogas para asegurarse que los judíos no recitaran el Shemá en sus plegarias. Así fue como los sabios instituyeron que el Shemá debía ser recitado dos veces dentro de las casas; uno en la mañana antes de empezar el servicio y otra en la noche, en las plegarias previas a dormir. Además se incluyó el rezo en el Musaf de Shabat, hora en la que el guardia ya había dejado el templo judío. Aunque al morir el rey el decreto fue levantado y el Shemá recuperó su lugar en los servicios, los sabios determinaron que dicho rezo era tan importante que debía seguir siendo rezado en la intimidad dos veces al día.

Esta historia nos enseña la importancia de la unicidad divina. Nuestros antepasados estaban dispuestos a morir por seguir manteniendo viva esta oración. ¿Por qué dicho principio es tan importante?

Ejad: Unicidad Divina y Presencia de D-os en el mundo

Empecemos con la palabra Ejad (Uno), según Rashi y Maimónides, esta palabra se refiere a dos atributos divinos básicos: La Unicidad de D-os y su Omnipotencia, manifestación dentro de este mundo.

Afirmar que D-os es Uno es afirmar que es la fuente y potencia de toda acción existente; que el hombre depende de Él, pero Él no del hombre. Es afirmar que D-os es la única fuente de verdad absoluta y de vida. Básicamente es creer en Dios: En que hay un ser supremo que lo crea todo, que no está sujeto al tiempo y Él mismo es su propio origen, su propio sustento. Un Ser que no depende de nada, pero que de Él dependen todas las criaturas.

Es el primer principio de la fe que desglosa Maimónides, va muy de la mano con el segundo principio que es la Unicidad de D-os. Si D-os es la fuente de la cual se deprende todo lo existente, entonces se desprende por necesidad que es sólo Uno, porque si no fuera Uno, no sería absoluto.

Al mismo tiempo, el principio de unicidad divina tiene implicaciones mucho más tangibles. Cuando decimos que es Uno, también decimos que Sus creaciones vienen de la misma fuente y por eso mismo, aunque en este mundo parezca lo contrario, no están separadas.

Es decir, en este mundo, que es el mundo de los sentidos, percibimos la lluvia como antagónica al fuego, la luz antagónica a la oscuridad, el mal antagónico al bien. Afirmar que D-os es Uno implica que en su raíz están unidos, funcionan como el contraste de un único diálogo.

El mal de hecho en el judaísmo, es visto como un error de percepción, todas las cosas creadas tienen potencial para ser buenas, todas las cosas creadas tienen potencial para servir a D-os. Estos dos principios de la fe, también suponen que las criaturas fueron hechas por D-os y por lo mismo fueron hechas para unirse con Él y adorarlo. También supone la responsabilidad que tiene el hombre de cuidar el mundo que Él creo. El mal es la separación de D-os. Es un error de percepción.

Decir “Ejad” también implica recordar que todo lo que nos sucede en el día a día es para nuestro bien porque fue mandado por D-os y D-os representa la bondad absoluta. Decir “Ejad” implica buscar la unión, buscar acercarnos a Él, servirlo y estar dispuesto a escucharlo.

El resto de la oración “Shemá Israel” “Escucha Israel” “Hashem Elo-einu” “D-os es Nuestro D-os” es un llamado al rezo. Nos pide que nos acerquemos a D-os, que estemos atentos al mundo que nos rodea y a lo que nos comunica diariamente. También el nombre de Elo-heinu nos recuerda a D-os en su forma de Rey, como Aquel que creó las leyes, tanto morales como naturales bajo las cuales el mundo se ciñe. Nos muestra a D-os a través de Su característica divina que representa la Justicia, el Orden, el Límite.

Mientras que el nombre de Israel, nos recuerda tanto a la historia de nuestros patriarcas, como nuestros antepasados que aceptaron la Torá en el desierto. El Shemá entero es una invitación a unirnos a D-os, a ser Uno con Él a través de la Torá y a través de sus mandatos. Por eso es tan importante, nos recuerdo los principios más importantes del judaísmo; nos recuerda nuestro pasado y nuevamente el camino hacia donde nos dirigimos.