Enlace Judío México.- Para muchos de nosotros, la parte más importante de nuestra vida está en la red: nuestro trabajo, nuestro dinero, nuestros miedos y nuestros sueños. Durante años, se nos ha advertido sobre el peligro de “regalar” nuestros datos a compañías como Facebook, Google, Linkedin, etcétera, porque podríamos ser manipulados. Quien tuviera nuestros datos en las redes sería capaz de dictar nuestros destinos, desde dónde ponemos nuestro dinero hasta quién será presidente de México. Pero, de hecho, no hay pruebas claras de que eso suceda.

¿Realmente se puede hackear una elección? ¿Somos tan fáciles de manipular?

Facebook nos dice por quién votar…

Una elección arroja tantos miles de terabytes de datos que simplemente es imposible procesarlo todo. Ni siquiera sabemos exactamente qué información es relevante para posicionar a un candidato y qué información no lo es. Pero en un mundo hiper conectado, debe de haber una manera de averiguarlo, ¿cierto?

Entren a Facebook, hagan un recorrido por su muro, ¿hay alguna referencia política? Tal vez no sea obvia, pero piénsenlo… ¿alguien está tratando de manipularlos? Entre el robo de datos, los trolls, el acoso, la proliferación de fake news y los bots es difícil creer que no es así.

Hasta el momento, sabemos que se puede crear un perfil de personalidad de cada uno de nosotros basado únicamente en nuestros likes. Se puede saber si somos introvertidos o extrovertidos, abiertos y abiertas al cambio o no, religiosos o ateos, hombres o mujeres; etc. Con esa base, se construye algo que ya es viejo y con lo que todos estamos familiarizados: el microtargeting de anuncios. Por ejemplo, si eres introvertido, una empresa de cosméticos aludirá a algo como: “la belleza no tiene que gritar”; mientras que si eres extrovertido te dirán: “baila como si nadie te viera”. Se ha demostrado que este tipo de campañas provocan hasta 40% más clics; lo cual es un logro para las marcas. Pero, ¿qué tal que en lugar de cremas te venden a un candidato?, ¿vas a votar por quien te impongan?

Los medios en Estados Unidos aún no saben por qué Trump ganó la elección, pero no han dejado de intentar averiguarlo. En los pasados meses se difundió la historia de Cambridge Analytica, una empresa que usó datos de 50 millones de usuarios de Facebook para influir en el comportamiento electoral de los estadounidenses y los británicos. La técnica usada por la empresa se llama psychographic microtargeting, lo que suena más horrible de lo que fue en realidad.

La empresa en efecto intentó hackear la elección con microdatos de los usuarios. Perfilaba a las personas con la intención de enviarle noticias falsas, propaganda o bots para que cambiara o determinara su voto. La idea es perversa. Un ejecutivo de Cambridge Analytica declaró:

“Hay dos elementos fundamentales que afectan las decisiones humanas… esperanzas y miedos… y muchos de ellos no se dicen e incluso son inconscientes. No sabes que tienes ese miedo hasta que ves algo que evoca esa reacción en ti. Nuestro trabajo es entender esos miedos profundos. No es bueno pelear una campaña política con hechos, porque de hecho todo se trata de emociones.”

Si alguien que hace eso me está leyendo ahora, deben saber que lo que dice esta cita precisamente me provocó pavor. Si lo que dicen estas personas se puede hacer, ¿quiénes deciden por nosotros? ¿Nuestro voto vale para algo?, ¿o ya estamos programados para elegir a quien elegimos y con qué intereses?

… Pero no le hacemos caso

¿Quieren saber la verdad? Hasta ahora, no se puede hackear una elección; sencillamente porque incluye muchos datos por analizar, y muy pocos de ellos pueden influir en el comportamiento de los votantes. La verdad es que la prensa en Estados Unidos tendrá que seguir buscando, Cambridge Analytica no hizo que Trump ganara.

Las técnicas de análisis de personalidad y el microtargeting tienen alcance significativo para la empresa de cosméticos; pero es bastante inútil en el cambio de comportamiento electoral. El perfil de personalidad es una simplificación de quienes somos; no hay tres, ni cinco, ni nueve tipos de personas; hay muchos más; y eso es muy difícil de medir. Las recomendaciones de Netflix, los anuncios de Google o el muro de Facebook están basados en elecciones previas de comportamiento que hacemos en línea. Son bastante buenos para influir en ciertos comportamientos, como qué película veremos a continuación, o qué nos interesará comprar. Tienen cierto margen para influir en nuestro comportamiento, pero no pueden manipularnos.

No hay evidencia de que un análisis de personalidad puede dar información para obligarte a hacer algo que no quieres; y prácticamente no hay evidencia de que puedan dirigir tus preferencias electorales. Incluso si alguien nos tiene perfilados por nuestros likes, shares, o lo que sea; no quiere decir que sepa qué es lo que vamos a hacer después. Puede tratar de adivinarlo, pero es probable que se equivoque. Y en ese contexto, es prácticamente imposible que nos manipule para votar por un candidato que no queremos.

Los datos en línea son buenos para predecir cómo nos comportaremos sólo en algunas cosas y con determinadas situaciones, no para todo. Hay dos razones para ello: Facebook no tiene suficientes datos de todos nosotros, y no sabe cuáles datos son importantes para determinar una elección. Es decir, con esos datos se puede indagar cómo votará un grupo de personas (como los habitantes de la CDMX); pero no una sola persona.

Hay muchas acusaciones al respecto, pero, al menos hasta ahora, hackear una elección es pura ciencia ficción.

Hackear una elección en México

Hay personas que no tienen decidido si van a votar o no, por quién va a votar o simplemente no quieren responder encuestas o no les interesa la elección. Esos son los que llamamos indecisos, y hay una idea de que si uno gana ese sector, ese gana la elección. La verdad es un poco más complicada. Ningún grupo de votantes, ni siquiera los que van a votar por el mismo candidato son un grupo homogéneo. No todos son “introvertidos” o “abiertos a cambiar de opinión”; a no todos les gustan las mismas cosas y especialmente no todos son manupilables con los datos que dan a Facebook, ni siquiera con sus “miedos y esperanzas”.

No obstante, hay una enorme inversión en poner esas noticias falsas, trols y bots en nuestros muros. No porque se haya probado que funciona, sino porque no hay una idea fiel de qué más se puede hacer. No hay datos confiables, por ejemplo, de qué influencia tuvo el comercial de “un peligro para México”; sólo hay una intuición de que funcionó. Lo que hay detrás de estos intentos no es más que una fe en que funcionarán, aun cuando haya evidencia en contra.

Para ser claros, no se puede hackear una elección, no con los medios conocidos. Detrás de esa teoría de la conspiración hay empresas como Cambridge Analytica, que convencen a sus clientes de que pueden hacerlo y cobran mucho dinero por ello. Pero, como muestran los múltiples estudios al respecto, fue dinero tirado a la basura.

 

Fuente:noticieros.televisa.com