Enlace Judío México.- Desde el 30 de marzo, Día de la Tierra Palestina, miles de palestinos se manifiestan semanalmente en la frontera entre Gaza e Israel. A casi tres meses de ese día, el balance arrojaba la cifra de 130 palestinos muertos y más de diez mil heridos, una tercera parte de éstos con heridas de bala. El traslado de la Embajada de Estados Unidos a Jerusalén, la caída del acuerdo nuclear firmado por las potencias con Irán y un posible acercamiento de Israel y Arabia Saudita completan un panorama complicado para la región.

ENRIQUE HERSZKOWICH

Los incidentes en la frontera de la Franja de Gaza se agravaron con el lanzamiento de proyectiles que causaron cinco heridos israelíes, entre ellos tres soldados, y con la respuesta israelí mediante bombardeos a posiciones de Hamás.

Frente a la escalada bélica, y con mediación egipcia, Hamás anunció un acuerdo de las fuerzas palestinas para retornar a la tregua alcanzada después de la invasión de 2014 si Israel detiene sus ataques. Por su parte, Israel anunció que algunos de los cohetes lanzados desde Gaza son de fabricación iraní. Mientras las organizaciones de DD.HH denuncian la muerte de niños, periodistas y enfermeros debidamente identificados por disparos de los francotiradores israelíes, Israel alega haber sido derrotada en una campaña de información que hace que prevalezca la mirada palestina y no la israelí, ya que sus operaciones son de legítima defensa frente a intentos de una penetración terrorista organizada por Hamás.

… Pasando por Jerusalén

Desde el 14 de mayo, las manifestaciones semanales gazatíes se inscriben en las protestas por el traslado de la Embajada de EE.UU. a Jerusalén. Aprobado por una ley del Congreso norteamericano en octubre de 1995, los sucesivos presidentes norteamericanos, de Clinton a Obama, firmaron su suspensión cada seis meses, evitando violar la Resolución 476 del Consejo de Seguridad de junio de 1980.

Por cuestiones operativas, Trump también debió firmar la misma orden de suspensión, ya que el edificio no está terminado, a pesar de su apresuramiento por inaugurar la nueva Embajada para que coincidiera con Yom Haaztmahut. El gesto del presidente norteamericano ha resultado un indiscutido espaldarazo al primer ministro Benjamín Netanyahu. Sin embargo, ha profundizado el aislamiento internacional de Israel, dado el rechazo a la medida. O, al menos, eso parece.

Nuestros buenos amigos…

El asunto de la Embajada no ha sido la única muestra de apoyo norteamericano a Netanyahu. Más allá del bloqueo de las resoluciones contrarias a la política de Israel en el Consejo de Seguridad, en este caso por la situación en la frontera de Gaza, ayuda con la que Israel suele contar, Trump también ha amenazado con retirar el apoyo a la agencia de Naciones Unidas encargada de los refugiados palestinos, y ha decidido retirar a los EE.UU. del acuerdo nuclear firmado en 2015 con Irán, lo cual implica reflotar las sanciones económicas.

Esa política de sanciones, por otra parte, obligará a las empresas europeas a elegir entre los mercados de EE.UU. o de Irán, lo que resultará en una elección obvia. Ante este escenario, Irán puede renegociar el acuerdo con los otros firmantes (China, Francia, Rusia, Reino Unido, Alemania y la UE) o radicalizar su discurso antinorteamericano, antisionista y pronuclear. Esa radicalización hace más posible una confrontación directa entre Irán e Israel tanto en Líbano, donde actúa el Hezbolá, como en Siria o, incluso, el propio territorio iraní, si Israel cumple sus amenazas de ataques preventivos a las instalaciones nucleares.

Esa política de confrontación con Irán, por otra parte, también es secundada por el otro aliado incondicional norteamericano en la región: la monarquía saudí. De hecho, el régimen saudí ha manifestado su apoyo al “acuerdo del siglo” auspiciado por Trump, cuyos detalles nadie conoce, pero que supone que los palestinos renuncien a Jerusalén y al derecho al retorno. No queda en absoluto claro por qué se podría pensar que los palestinos (ni su eventual gobierno ni su calle) lo aceptarían, es decir, cómo incidiría el acuerdo en el logro de la paz. Lo cierto es que asistimos a un extraño y extraoficial acercamiento entre Israel y Arabia Saudí en una comunidad de intereses geopolíticos, mediados por la común alianza con los Estados Unidos y con el objetivo de aislar a Irán, así como de impedir que Turquía se convierta en una nueva potencia relevante en el Medio Oriente islámico.

… Los fundamentalistas

Netanyahu no sólo ha encontrado un sorprendente aliado en el régimen islamista de Arabia Saudí, sino que cuenta con fundamentalistas mucho más peligrosos entre sus aplaudidores. La inauguración de la Embajada en Jerusalén contó con la presencia de pastores protestantes que no han dudado, en otras oportunidades, en condenar a los judíos al infierno, como John Hagee y Robert Jeffres.

Si el primero se jacta de haber impulsado la idea de mudar la Embajada, y mantiene un excelente vínculo con los gobiernos israelíes desde hace años, en la campaña de 2008 el candidato republicano John Mc Cain debió quitarle su apoyo al difundirse un audio en el que sugería que Hitler había sido un instrumento de Dios y había cumplido Su voluntad, ayudando a que los judíos regreseran a Israel según la profecía bíblica.

En cuanto a Jeffress, considera al Islam como una herejía del infierno que promueve la pedofilia, y acusa a Barack Obama de haber allanado el camino para el Anticristo, difundiendo el VIH y la homosexualidad. Y, por supuesto, ha afirmado también que no es posible la salvación de los judíos, siendo el destino de éstos el infierno.

Para ambos predicadores, más allá de aclamar la valentía de Trump y Netanyahu, el traslado de la Embajada es una prueba del cumplimiento de las profecías y del plan divino, ya que el triunfo de Israel implicaría la reunión profetizada del pueblo de Israel en Sión, necesaria para la segunda venida de Cristo y la aceptación de los judíos del verdadero Mesías.

Y encima, Messi. Mucho más que simplemente fútbol

Más allá de que en Argentina hubiera sido una cábala premundialista, el partido cancelado entre los seleccionados argentino e israelí se hubiera realizado inevitablemente, jugado en Jerusalén, en el marco del 70° aniversario de la declaración de independencia del Estado, pero también del reciente traslado de la Embajada de EE.UU a Jerusalén, y de los enfrentamientos desiguales a través de la frontera con la Franja de Gaza.

Si bien se alegan improbables cuestiones de seguridad (improbable que no se tuviera en cuenta a priori, al decidir jugar en Israel), tampoco la cancelación puede ser atribuida a un más improbable éxito del movimiento BDS (que nunca se mostró tan exitoso en la práctica).

Sin embargo, sí es más probable que la cancelación se relacione con la deteriorada imagen de Israel a raíz de los sucesos de la frontera con Gaza.

Entonces, por más que la decisión no haya sido presentada por la AFA como parte del boicot sí tiene el potencial de impulsarlo, aun cuando en lo deportivo el mismo sólo haya estado restringido, hasta ahora, a la negativa de atletas de países musulmanes de enfrentar a competidores israelíes. Aun contra su voluntad, la figura de Messi puede ser entonces asociada a los artistas que han decidido cancelar sus presentaciones en Israel, y potenciar aún más el anunciado boicot al Eurovisión de 2018.

Algunas malas decisiones pueden elevar incluso lo más frívolo y banal hasta el alto terreno de la geopolítica.

 

 

Fuente:nuevasion.com.ar