Enlace Judío México- Historia de un poco conocido hecho en la juventud de Sigmund Freud , que descubrió la cocaína trabajando como oftalmólogo.


Dominic Streatfeild -conocido  freelance y escritor inglés- autor de “Cocaína: Una biografía no autorizada” , publicado por Virgin Books en 2002,  hace una rotunda afirmación cuando dice:

“si hay una persona que puede ser considerada responsable de la aparición de la cocaína como producto farmacéutico recreativo, era Freud“.

Como sabemos, durante siglos y siglos el mascar hojas de coca en las poblaciones andinas es un hecho incuestionable. Se viene considerando que en Europa la primera persona que recomendó la coca fue el doctor Monardes (Sevilla, 1509), cuyo texto apareció en una  traducción inglesa en 1596. Luego habrá diversos textos que analizan la planta y sus efectos. Pero en 1855, Friedrich Gaedcke,  elabora una síntesis que  llamó “Erythroxylon“. A mediados de la década de 1880 ya había adquirido el nombre de “cocaína”  y se había llegado a un alto grado de refinamiento en su proceso de purificación.  Las compañías farmacéuticas que lo fabricaban lo promocionaban como una panacea. Freud, que no en vano era entonces  un doctor en medicina de 28 años,  se enteró de esta nueva droga maravillosa a través  de una publicación llamada Therapeutic Gazette. Y le ofrecieron, de forma gratuita, que la probara. En nombre de la ciencia, por supuesto. Tras un año de observación sobre los efectos derivados del consumo, publicó un artículo, “Über Coca”, sobre la Coca, en el que describe “la emoción más hermosa” al inhalarla por primera vez: “una euforia emocionante y duradera”,  describiendo también  la supresión de la fatiga o el apetito.

Freud y Fliess

También es preciso señalar que al principio, Sigmund  buscaba en el empleo de  la cocaína una especie de alternativa  contra la adicción a la morfina que padecía su  mejor amigo, Wilhelm Fliess,  psicólogo que se  hirió un  dedo al diseccionar un cadáver,  produciéndole un dolor crónico que sólo se calmaba  a base de   morfina.  Wilhelm Fliess moriría siete años después, víctima de la adicción a la cocaína.

Freud, además, ofreció la cocaína a sus amigos, a su parentela más cercana, incluso a Martha, su esposa. Pero la muerte de su amigo le hizo reconsiderar la publicidad que estaba haciendo de aquella sustancia y pasó a tenerla en cuenta sólo como un producto de uso exclusivamente medicinal, no recreativo, especialmente como anestésico en hospitales.

Luego , en 1887, escribe el artículo “Anhelo y temor de la cocaína”, alegato contra los que consideraban la coca como el tercer azote de la humanidad -junto a la morfina y el alcohol. Parece ser que Freud en principio no creía en que la coca fuera adictiva, sino que sólo lo era si se usaba como sustituto de la morfina por quien ya fuera adicto a la morfina.

Bonaparte y Freud, al llegar a Londres

Muchos años más tarde, Marie Bonaparte, princesa de Grecia -figura esencial en la última etapa de vida de Freud y su familia, pues los salvó del Holocausto convenciéndoles de que abandonaran Viena- tendría algo que ver con el asunto de la coca. Freud, en un principio, rehusaba psicoanalizar a la princesa -que buscaba solucionar su frigidez- y para convencerle de la necesidad del tratamiento (así como luego para demostrar su benevolencia con la familia, a la que pagó el viaje y la instalación en Londres) Marie Bonaparte compró las famosas cartas a Wilhelm Fliess.

Muerto Fliess, su esposa vende ese epistolario porque como los nazis están quemando los libros de Freud ella no quiere tener esas cartas firmadas por Freud. Se venden con la cláusula de no poder ser vendidas a ningún miembro de la familia Freud. Marie alcanza a extraerlas de un cofre del banco Rothschild en Viena s, ante los ojos de la GESTAPO, para dejarlas, en la delegación del Danemark, en París. Fueron publicadas en parte en 1950 y de forma íntegra en 1980.

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