Enlace Judío / Rab. Boruj Clinton – Para entender lo que el Gran Templo significó para nuestra nación necesitamos dar un poco de contexto.

La historia judía es la historia de un pueblo que está en constante preparación; de un pueblo que camina hacia una meta. Para nuestros patriarcas, la meta era la revelación en el Monte Sinaí. Desde entonces trabajamos conjuntamente como pueblo y como individuos para alcanzar la perfección en el servicio que damos a la Divinidad y volvernos nuevamente merecedores de esa revelación. El Templo históricamente ha desempeñado un papel esencial en este viaje.

En cualquiera de sus manifestaciones (ya sea como una tienda al estilo del Mishcán, o como un Templo tallado en oro, mármol y cedro), el Templo ha servido como el punto focal de la travesía nacional. Incluso se puede decir que la apariencia diversa del Templo ha servido como guía en cada momento; inspirándonos a buscar mayores ambiciones espirituales. Quizás, nuestro crecimiento a lo largo de los siglos también se refleja en los cambios temporales y el Templo nos sirve como una especie de barómetro. De la misma forma, podemos sugerir que nuestros errores no sólo fueron la causa de la eventual destrucción del Templo, sino también de su cambio de fortuna.

Pero, ¿qué hay de los servicios realizados en el Templo?

¿Cómo nos ayuda hacer los sacrificios rituales? Para contestar la pregunta debemos pensar en el propósito que tenían los sacrificios rituales. De entre las muchas explicaciones que existen sobre este tema, el Sefer HaJinuj (mitzva 95) nos habla de ello.

Nos recuerda que D-os espera y desea de nosotros nada más y nada menos que le temamos con el corazón puro y le demos servicio con lo mejor de nuestras habilidades. Y se nos ha dado los medios para alcanzar esa meta: los mandamientos (“mitzvot”).

El corazón puro puede ser el centro de la vida en servicio a D-os, sin embargo, el hombre es definido por medio de sus acciones. Lo que hace tiene mayor efecto que lo que dice o piensa.

Cuando hacemos algo que está mal – cuando nos rebelamos contra la ley de D-os – ¿qué podemos hacer para reparar el daño causado? ¿Qué podemos hacer para que sea como si el error jamás hubiera ocurrido? Existe la “teshuva” (el arrepentimiento). Existe la posibilidad de arrepentirnos del error cometido y prometer jamás volverlo a hacer. El hecho de que D-os nos haya dado ese gran regalo de “teshuva” es en sí mismo una gran bondad.

La “teshuva” es increíble, sin embargo, a veces necesitamos inspiración, alguien que construya nuestro camino para ayudarnos a avanzar.

En gran medida, por esa razón D-os nos ordenó establecer un sitio apartado para purificarlo y distinguirlo del día a día mundano. Dicho lugar sería donde se concentraría el servicio a D-os, donde los “cohanim” (sacerdotes) trabajarían sin descanso para cumplir la voluntad de D-os.

Sería a este lugar (el Templo) a dónde iríamos tras haber caído espiritualmente. ¿Qué mejor medicina hay para el que ha tropezado que pasar un tiempo en el lugar donde el servicio a D-os no sólo es puesto en práctica, sino que aparte se encuentra en su punto más alto?

Sin embargo, en dicho lugar no seríamos meramente espectadores. Recuerden somos construidos por medios de nuestras acciones. Llevaríamos con nosotros una ofrenda animal (un pájaro o una comida) de nuestro propio ganado; de nuestras propias casas. Nuestra ofrenda sería aceptada de nuestras manos y sería degollada en nuestro lugar (¿acaso no merecemos un trato tal por habernos revelado contra nuestro verdadero rey?)

Cada parte del servicio estaba destinada a inspirarnos y hacernos reflexionar seriamente sobre nuestra vida y la forma en que usamos tanto nuestro cuerpo como nuestras mentes. El simple hecho de que hayamos renunciado a un animal útil y caro nos lleva a reconsiderar nuestras prioridades (“¿acaso poseer objetos como éstos el único sentido de mi vida y mi trabajo?”)

Y no sólo es la ofrenda del pecado (el “jatas”) que nos debe poner a pensar. Cada ofrenda y actividad dentro del Templo contiene su propia fuente de sabiduría e inspiración para la vida. De hecho de acuerdo con el sistema de pensamiento de rabí. S.R. Hirsch (particularmente en su comentario al Éxodo 25 – 30 y Levítico 1 – 8), los servicios en el Templo con todos sus detalles están diseñados para enseñarle a los seres humanos la esencia del D-os viviente en cualquier punto de nuestras vidas. De esa forma un viaje a Jerusalén podría, si se hace de la forma adecuada, despertar una maduración espiritual profunda.

Fuente: torah.org