Enlace Judío México.- Es maravilloso, la sociedad se ha inclinado hacia tendencias más saludables y eso es simplemente maravilloso. Cada vez menos gente adulta fuma; los que tienen más de 40 años no me dejarán mentir cuando les digo que apenas algunas décadas atrás era bastante común encontrar oficinas de trabajo llenas de un molesto humo de cigarro.

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Tantas prohibiciones sobre fumar en lugares públicos concluyeron en una buena consecuencia: que millones de fumadores desistieran. Datos de la Encuesta Nacional de Adicciones muestran que en México existen alrededor de 17.3 millones de personas fumadoras activas, ¡un aplauso para esos resultados! Hoy podemos gozar de espacios públicos más limpios y más adecuados para respirar, pero más que eso, hemos logrado generar una consciencia de mayor respeto hacia los demás.

A pesar de los avances en este tema, las empresas tabaqueras todavía tienen su mercado muy bien identificado: los adolescentes, aquellos que quieren sentirse grandes y que encuentran en el cigarro un estilo que les parece admirable.

Atraparlos a ellos es dar un tiro al blanco, pues con un poco de “inconsciente adolescencia” y un poco de “la inevitable naturaleza” algunas probadas de nicotina bastan para quedarse enganchado al cigarro para toda la vida. Si no me crees observa a los adultos fumadores que están a tu lado y pregúntales si cuando empezaron a fumar pretendían seguir haciéndolo por tantos años.

La mayoría de los fumadores que llevan más de 20 años con la adicción comentan que su primer cigarrillo lo fumaron durante la adolescencia, de manera informal. Así que estas líneas van dirigidas a esos pequeños pubertos, los semi adultos, que más bien son unos niños que por ganar altura perdieron el piso.

Mi estimado adolescente: de antemano te anticipo que mi intención no es sermonearte, tan valioso es mi tiempo como el tuyo y no tengo la paciencia para investigar si mis palabras logran impactarte. Yo sólo te voy a decir cómo te ves desde afuera, cuando sintiéndote el rey del lugar prendes un cigarro con una pose de “chingón” que la verdad… da pena ajena.

No te enojes conmigo, te confieso que yo también lo hice y también me invadió ese particular estilo. En aquellos años en los que yo era adolescente se usaban las chamarras negras de piel tipo motociclista, así que con mi chamarra “rebelde” yo prendía un cigarro con mis amigas y sentía que ya no tenía nada de niña. Fumar en la adolescencia provoca una mezcla de libertad y de rebeldía; no es un sentimiento en particular, lo único que sucede es que dejar la niñez es algo que se tiene que celebrar, pero por favor, dame tu atención unos renglones más, quiero decirte algo y estoy segura que me vas a entender con mayor claridad:

¿Qué piensas cuando un niño te dice que ya es grande porque ya va al baño solo? ¿O qué sientes cuando una niñita te presume que ya es grande porque pasó de kínder 1 a Kínder 2? ¿Da risa no?

Bueno, pues la misma risa nos puede dar a los adultos cuando vemos a los adolescentes fumar. “¡Ay míralos! ¡Qué tiernos! ¡Están sintiéndose grandes y chingones al fumar, mientras esos cigarros fueron comprados con dinero de papá y mamá!

Solamente que combinado con la burla está el coraje, pues sabemos que se están haciendo daño por obtener un estilo que sólo dura un instante.

Créeme, es bastante probable que cuando el tiempo pase, tu preocupación por pertenecer haya quedado en el pasado, lograste pertenecer y obtuviste una asquerosa adicción a cambio, esa será la secuela de tu adolescencia, tu peor regalo de aquellos increíbles años.

No voy a decirte que la nicotina mata, tampoco voy a hablarte de cáncer, de enfisema pulmonar o de problemas arteriales. Menos voy a comentarte que cuando fumas apestas, tal vez a ti te parezca atractivo oler a lo que huele ese velador encerrado en su caseta. Lo único que quiero comentarte, querido adolescente, es que cuando fumas te ves realmente inocente e inconsciente.

A diferencia de ese niño que ya va al baño solo, tú no presumes que ya eres grande con palabras porque no es compatible con tu edad, pero fumar es tu forma de anunciar que ya eres grande y que ya tienes mayor libertad. ¿Pero sabes? cuando no tienes independencia económica, cuando vives en casa de papá y mamá, y cuando tu mayor preocupación en la vida es pasar tu extraordinario de Mate, fumar no te convierte, ni en alguien más chingón ni en alguien más grande. Desde arriba, sólo te ves como un niño desesperado por pertenecer y por anunciar que ya estás en edad de fumar, ¡te felicito por eso! Pero ¿qué crees?, ser adulto involucra muchas cosas más.

 

 

 

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