Enlace Judío México.- Daniel Baremboim, el eximio pianista y director de orquesta argentino, famoso internacionalmente y que posee además nacionalidad israelí, española y pasaporte de, la hasta ahora inexistente en términos jurídicos, Palestina, fiel a su tradicional animosidad hacia el Estado judío de Israel, ha escrito un artículo tendencioso, pletórico de sofismas e inexactitudes titulado “Por qué hoy me avergüenzo de ser israelí” publicado en el diario La Nación y reproducido en numerosos medios.

RUBÉN KAPLAN

En el artículo recién mencionado, Baremboim repite casi íntegramente lo mismo expresado en un discurso que pronunció en la Knesset, el Parlamento Israelí, el 9 de mayo de 2004 en ocasión de recibir el premio Wolf, que reconoce los esfuerzos hechos por las personas en pos “del bien de la humanidad y que bregan por las relaciones amistosas sin importar nacionalidad, raza, color, religión, sexo o visión política”. Baremboim, quien recibiera el galardón de parte del vicepresidente del Parlamento el árabe israelí Mujamad Barake, – el presidente del Parlamento israelí, Reuben Riblin no asistió – fue repudiado por la ministra de Educación y Cultura de Israel, Limor Livnat quien enrostró al afamado director de orquesta- a quien definió como “un gran músico y una pequeña persona”- de usar el foro del Parlamento para atacar el Estado de Israel. Indignado, el presidente israelí, Moshe Katsav, dijo que el músico hubiera “merecido una condena” en vez del premio.

En el artículo de opinión en el periódico argentino, Baremboim, para solaz de los antisemitas embozados que critican a Israel, reiteró conceptos falaces expresados en aquella oportunidad.

¿Coincide con la Declaración de la Independencia la situación de ocupación y de dominio de otro pueblo? ¿Tiene algún sentido la independencia de uno a costa de los derechos fundamentales del otro?

Para ilustración de Baremboim, ocupación significa poseer / ejercer autoridad real sobre el territorio soberano de otro país. Una nación que tiene los derechos soberanos sobre la tierra no puede ser un “ocupante” de esa tierra. Israel tiene el legítimo derecho soberano, así como la conexión histórica, religiosa y jurídica más fuerte, con Israel, incluidos Judea y Samaria y toda Jerusalem.

El Estado de Israel promoverá el desarrollo del país para el beneficio de todos sus habitantes; estará basado en los principios de libertad, justicia y paz, a la luz de las enseñanzas de los profetas de Israel; asegurará la completa igualdad de derechos políticos y sociales a todos sus habitantes sin diferencia de credo, raza o sexo; garantizará libertad de culto, conciencia, idioma, educación y cultura”.

Setenta años después, el Gobierno israelí aprobó una nueva ley que reemplaza el principio de igualdad y los valores universales por el nacionalismo y el racismo.”

La nueva ley israelí no reniega en absoluto de esos enunciados y los mantiene a rajatabla. Como país soberano puede determinar su idioma oficial, la bandera nacional y su carácter de Estado judío, tal como lo definiera David Ben Gurion en la declaración de Independencia en 1948.

Sin embargo, nada cambió realmente desde 2004. Por el contrario, tenemos ahora una ley que confirma a la población árabe como ciudadanos de segunda clase. Es entonces una forma muy clara de apartheid. No creo que el pueblo judío haya vivido veinte siglos, entre persecuciones y el sufrimiento de crueldades infinitas, para convertirse ahora en opresores e infligir la crueldad a los otros. Esta nueva ley hace exactamente eso. Por eso hoy me da vergüenza ser israelí.”

No obstante que las minorías religiosas y étnicas de Israel han ocupado y lo siguen haciendo, puestos prominentes en el gobierno y otras esferas de la sociedad desde la fundación del país, convirtiéndolo en un modelo de la diversidad en la región. Debido a la mendaz propaganda de países islámicos y del tercer mundo, la prensa de izquierda y ciertos gobiernos pretendidamente progresistas acusan, alternativamente, a Israel de racista y nazi. También le han endilgado perversa y maliciosamente, siendo la única democracia de Medio Oriente, el mote de Estado de “apartheid”, al parangonar a Israel con el régimen de segregación racial que gobernó Sudáfrica.

Martin Luther King (h), adalid de los Derechos Humanos que apoyó decididamente a Israel y bregó por su salvaguardia, se sentía orgulloso de su apoyo al Estado judío y de su condena a las posiciones antiisraelíes. Luther King, diez días antes de su asesinato el 4 de abril de 1968, opinó: “La paz para Israel significa seguridad y debemos defender con todas nuestras fuerzas su derecho a existir, su integridad territorial y el derecho a usar cualesquier rutas marinas que necesite. Israel, es una de las grandes avanzadas en el mundo y un maravilloso ejemplo de lo que puede hacerse, de cómo la tierra desértica puede ser transformada en un oasis de hermandad y democracia. La paz para Israel significa seguridad y esa seguridad debe ser una realidad”.

Daniel Baremboim debería sentir vergüenza de ostentar el simbólico pasaporte palestino: La declaración en septiembre de 2011 efectuada a la prensa en Washington por el embajador de la Organización de Liberación Palestina en los Estados Unidos, Maen Rashid Areikat, donde, entre otros conceptos, expresó que “no se permitirá la presencia de judíos en el futuro Estado palestino” denotaba claramente el carácter racista y antisemita de los palestinos que pretendían ser reconocidos unilateralmente como un Estado el 20 de septiembre de ese mismo año en la ONU, sin las previas e imprescindibles negociaciones con Israel.

Al ser interrogado Areikat por los periodistas que fueron convocados a un desayuno auspiciado por el Christian Science Monitor, con el objeto de conocer los lineamientos de un futuro Estado palestino, el representante de la facción “moderada” de ellos -el grupo terrorista asociado HamÁs, que gobierna Gaza y aspira a formar parte del mismo gobierno, permanecía en conveniente silencio- hizo una paráfrasis del término alemán, acuñado por los nazis, “judenfrei”, (libre de judíos) para referirse a la exclusión de éstos en un hipotético nuevo Estado.

Otro motivo valedero para que Baremboim (quien tiene recónditas aspiraciones a obtener el Premio Nobel de la Paz) se avergüence, es además de su oprobioso silencio acerca de las matanzas en Siria y atentados islámicos en el mundo, su intento frustrado de dirigir en el 2015 a la orquesta de Berlín en la República Islámica de Irán, país responsable del deleznable ataque terrorista a la AMIA en 1994 y que hace años viene amenazando con borrar a Israel del mapa.