Enlace Judío México.- No podría haber sido más sido significativo el poderoso comunicado emitido en las últimas horas por el heredero al trono saudita contra Irán. Una copia de la nota del príncipe Mohammed Bin Salman entregada por el embajador saudita el día martes -en mano- al presidente Donald Trump fue publicada el miércoles por la agencia de noticias Arab News y difundida en numerosos periódicos árabes. Su título: “Por qué el mal comportamiento de Irán debe ser confrontado y no apaciguado”.

La carta reforzó la vieja posición de Riad de respaldar a su aliado histórico, Estados Unidos, y llegó justo cuando una guerra de palabras entre Teherán y Washington alcanzó su pico más alto.

El presidente iraní Hasan Rouhani había advertido horas antes a los Estados Unidos que “no juegue con la cola del león”. Rouhani declaró también que “una guerra con Irán sería la madre de todas las guerras”. El presidente Trump respondió a esas declaraciones del presidente de Irán a través de Twitter -su medio de comunicación favorito y el que considera más efectivo- diciendo: “Nunca jamás vuelvas a amenazar a los Estados Unidos”. Y agregó: “Tus amenazas pueden traerte consecuencias como las que pocos han sufrido antes a lo largo de la historia”. La respuesta de Trump fue dura y su contundencia hizo que Rouhani no hablara más del asunto.

Luego de los cruces verbales y escritos de ambos mandatarios, Teherán haría bien en tomarse en serio los dichos del presidente estadounidense. Guste o no, Trump ha demostrado más de una vez que no solo habla por hablar sino que es un hombre de acción que ha cumplido con sus promesas de campaña y a diferencia de su predecesor, Barack Obama, sus líneas rojas son reales. Rouhani solo debería recordar que la actual administración estadounidense bombardeó a su aliado, el régimen del presidente Assad, dos veces en represalia por el uso de armas químicas destruyendo las bases y depósitos de esas armas en Siria.

La relación saudita estadounidense y su alianza estratégica data de mucho tiempo. Incluso cuando las diferencias entre Riad y Washington estaban en su punto más crítico, durante el período de la “administración Obama”, el gobierno saudita apoyó y cooperó plenamente con Washington en la lucha contra toda forma de terrorismo. Eso es tan cierto como lo señalado por el príncipe Bin Salman, cuando indicó que “la política de Arabia Saudita es enfrentar el mal donde sea que se encuentre y en cualquier forma que se exprese”.

El comunicado del príncipe heredero también es un claro recordatorio de que la hostilidad entre Riad y Teherán se ha tornado sectaria entre sunitas y chiítas por las políticas khomeinistas y la intención de Irán de extender la revolución chiíta en la región, y no por otras cuestiones como afirman muchos analistas de manera inexacta al negar esa crisis sectaria. Bin Salman ratificó que el Reino lucha contra el extremismo chiíta y el sunita por igual, y como ejemplo, señaló que Riad da la batalla contra ISIS y Al-Qaeda de la misma manera. El príncipe indicó que los “terroristas en Arabia Saudita están prófugos y son perseguidos por las agencias de seguridad”, mientras que en Irán controlan el país. Ello en línea con las políticas de Irán que recibió a los líderes de Al-Qaeda, les brindo cobijo, los ayudó y les facilitó la ejecución de operaciones terroristas destinadas a desestabilizar a sus vecinos.

El comunicado también denuncia que el régimen iraní financia y respalda a grupos terroristas chiítas como Asaib Al-Haq en Irak, Hezbollah en Líbano y a las milicias Houthis en Yemen. Esta última organización es prioridad de neutralización para los sauditas, ya que han disparado 143 misiles iraníes contra territorio saudita durante los primeros seis meses de 2018. Los houthis, contra los que Riad dirige una coalición árabe en Yemen, han derrocado al gobierno -reconocido internacionalmente- de Abdrabuh Mansour Hadi; su lema principal es “Muerte a Estados Unidos y Muerte a los judíos”, e incluso se atrevieron a atacar tres veces a la Armada de los EEUU cerca de Aden durante la era Obama.

Esos ataques contra la marina estadounidense, los cuales Riad condenó enérgicamente en su tiempo, se produjeron meses después de que el presidente Obama concesionara ante Irán firmando el acuerdo nuclear con la idea que convencería al régimen de los Ayatolas para re-insertar a Irán nuevamente en el seno de la comunidad internacional por medio de la diplomacia y de forma pacífica. Sin embargo, nada de eso funcionó y los numerosos intentos de Obama por apaciguar al régimen iraní fueron enviados a pique por el régimen khomeinista.

En términos generales, el comunicado del príncipe heredero Mohammed Bin Salman ha enfatizado lo que expresó repetidas veces: “Enfrentarse a las fuerzas de la agresión islamista puede ser más costoso en el corto plazo, pero es la única estrategia real para evitar que se expandan las amenazas graves que ya existen, y que se conviertan en conflictos potencialmente mucho más letales a los actuales”. Con estas declaraciones, Arabia Saudita ha demostrado que se encuentra más que nunca junto a su aliado estadounidense.

En cuanto a la “cola de león”, Rouhani debería recordar que fue su “revolución” y la de los ayatollahs de 1979 que no sólo cortó esa cola, sino que mató al león regional persa tanto en la economía, como en las libertades políticas y los derechos humanos.