Enlace Judío México – Ahed Tamimi no es ingenua, sabe muy bien lo que hace. En varias ocasiones, se ha dedicado a hostigar a los soldados de las FDI. Esto también es un asunto de familia, ya que ellos suelen grabar tales encuentros con soldados.

NACHMAN SHAI

Todos estos eventos fueron documentados por Ahed y su familia para publicarlos rápidamente en las redes sociales y obtener la exposición deseada. Hace unos meses, se paró frente a un oficial de las FDI y lo insultó. El oficial respondió con silencio y se alejó. Posteriormente, ella fue detenida y finalmente condenada a prisión. El domingo fue liberada y volvió con honores a su pueblo. Ahed Tamimi se convirtió en heroína como quería.

El conflicto entre israelíes y palestinos es una guerra por la opinión pública, donde los símbolos son una parte inseparable de la batalla. Esto fue lo que Muhammad al-Dura simbolizó después de su muerte en el cruce de Netzarim el 30 de septiembre de 2000, en el primer día de la Segunda Intifada. Desde entonces, los palestinos buscan rostros y nombres para ilustrar su lucha.

Los números y los lugares no hablan. Pero el rostro humano, preferiblemente de un niño o una niña, es el tipo de combustible que sostiene esta guerra. El daño de una guerra por la opinión pública a Israel no es menos grave que una intifada que mata y hiere a personas. Gracias a las redes sociales y las nuevas tecnologías, en las que obtienen apoyo, los palestinos pueden llegar a cualquier rincón del mundo para incitar a la opinión pública o movilizar protestas de boicot contra Israel.

En esta batalla se reducen las diferencias entre fuerte y débil, grande y pequeño, tecnológico y primitivo. En este contexto, por ejemplo, los ataques de globos y cometas incendiarios frente a interceptores como el sistema de defensa antimisiles Cúpula de Hierro ilustran una vez más el carácter asimétrico de la lucha. Israel debía estar consciente del impacto de la transición y de su resultado. No debemos proporcionar a los palestinos los medios y las razones para atacarnos.

La guerra por la opinión pública requiere un enfoque diferente. Es cierto que los países tienen dificultades con esto. Tienen un gran poder militar y tienden a usarlo. En esta guerra, las organizaciones terroristas, como Hamás en Gaza, Hezbolá en el Líbano, los talibanes en Pakistán o el Estado Islámico en Irak y Siria, son mejores que sus enemigos más sofisticados.

Es una lástima que caímos en la trampa y no lo vimos venir, porque no podemos decir que estamos sorprendidos. Sabíamos que Ahed sería la heroína, y desperdiciamos toda nuestra sabiduría tratando de evitarlo. Sin embargo, ahora ella es un símbolo en la calle palestina. Tamimi podría haber sido puesta bajo arresto domiciliario. Se podrían haber impuesto otras sanciones sobre ella y su familia. Podríamos haber ignorado el incidente y esperado a otro momento, separado del incidente con el soldado. Cualquier otra solución hubiese sido preferible a la situación actual y la innecesaria celebración palestina.

La guerra con los palestinos no termina en Gaza y Cisjordania, como se demostró durante el fin de semana. Su éxito conduce a más eventos de esta índole. Debemos prepararnos para esto, no sólo en el ámbito de las FDI sino también en todos los órganos pertinentes: los ministerios de Asuntos Exteriores, de Asuntos Estratégicos, de Estrategia Económica, de Cultura y Deporte, en la Oficina de Prensa del Gobierno y el Ministerio de Justicia. Cada uno aborda este tema o varios aspectos relacionados con la guerra por la opinión pública.

Para lograr el máximo beneficio en esta campaña multifacética, debemos trabajar en cooperación conjunta. Debe haber un cuerpo que tome la iniciativa. En mi opinión, debe haber una autoridad gubernamental que se ocupe de la diplomacia pública, y ese organismo debe dirigir la campaña y orientar a todos los demás organismos gubernamentales. Esa es la única manera de ganar esta guerra.

Fuente: The Jerusalem Post / Reproducción autorizada con la mención: © EnlaceJudíoMéxico

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