Enlace Judío México – Mi dulce hija Malki, llena de empatía y generosidad hacia los demás, siempre con una sonrisa en su rostro, tenía 15 años cuando fue asesinada en la masacre de la pizzería Sbarro en Jerusalén hace 17 años.

ARNOLD ROTH

La pérdida, los intentos de equilibrar mi vida y la de mi familia y de tratar de dar sentido a las reacciones de otras personas, ha moldeado gran parte de lo que creo sobre el terrorismo.

Sabemos quién planeó la barbarie de Sbarro. No fue Ahed Tamimi. Pero cuando su clan, los Tamimi de Nabi Saleh, se reúnen para celebrarla, como sabemos que lo hacen, ella es una entusiasta participante.

En un pueblo donde casi todos están relacionados por lazos de sangre, Ahed es prima de una de las perpetradoras del ataque, Ahlam Tamimi, de múltiples maneras. Ahlam ahora vive libre en Jordania. Se jacta de que eligió el sitio para la explosión, buscando matar a tantos niños judíos como fuera posible, y que plantó la bomba humana. A través de las redes sociales, los discursos públicos y su propio programa de televisión, insta a otros a seguir su ejemplo.

Cuando Ahlam se casó con Nizar Tamimi, también un asesino de la aldea, unos meses después de que ambos salieran libres en el intercambio de prisioneros para la liberación de Gilad Shalit, Ahed estaba allí para bailar y mirar con adoración a la novia.

Pero ni su mirada ni sus ideas son el problema, sino lo que otros hacen con ellas.

Los padres de Ahed se ganan la vida haciendo propaganda contra Israel. Ellos utilizaron a Ahed, aprovechando su cabello rubio, empujándola a enfrentamientos con soldados israelíes desde que tenía 10 años, poniéndola deliberadamente en riesgo cada semana durante años, mucho antes de que la niña tuviera la capacidad de discernir lo que le hacían.

Demasiados reporteros y editores responden a las imágenes, en su mayoría escenificadas de sus enfrentamientos contra soldados israelíes, a través de absurdas comparaciones con Juana de Arco y Malala.

El día del incidente de las bofetadas y patadas que la llevó a enfrentar cargos penales, la madre de Ahed apuntó a la niña con una de sus cámaras. Le dijo que hablara con el mundo, y ella lo hizo. Era un mensaje de enojo, instando a la violencia contra Israel y a más conflictos.

Aunque el video fue publicado y promovido por defensores de la causa israelí, lo que Ahed dijo en el clip fue ignorado como si no hubiese dicho nada. Su dura realidad fue y aún es negada.

La militarización de los niños árabes palestinos por su propia sociedad, incluso por sus propias familias, es tan incomprensible para los de fuera que parece que muchos niegan su realidad por ese motivo.

También niegan lo que Ahed simboliza: la identificación con los asesinos viciosos en su propio clan, con una ira explosiva, con un fanatismo fanático que lleva a la gente a empujar a niños inocentes al frente. Los árabes palestinos tienen muchas necesidades pero lo que esta chica representa – más enojo, más amargura y más fracaso – no les ofrece ningún valor.

No escuchan esto de la industria de noticias: los periodistas y editores que han construido un podio para Ahed Tamimi y sus facilitadores.

Tampoco lo oyen de su propio liderazgo totalmente fallido: que explota a Ahed Tamimi como otra distracción barata de los desastres que ha traído a su gente.

El autor es abogado y gerente en la industria tecnológica emergente de Israel que trajo a su familia a Jerusalén desde Australia hace 30 años. Ahora dedica su tiempo a la defensa de niños con necesidades especiales y con su esposa, Frimet, estableció la Fundación Malki para honrar la memoria de su hija asesinada.

Fuente: The Jerusalem Post / Reproducción autorizada con la mención: © EnlaceJudíoMéxico

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