Enlace Judío México.- El tipo de soborno que un líder recibe u ofrece puede revelar mucho de su conjunto de valores. Piensa, por ejemplo, en el elefante otorgado por el Sultán Harun Al Rashid a Carlos el Grande, o los zapatos que “Norman” el buscavidas compró para el primer ministro Mija Eshel en la película de Yosef Cedar, o los sobres en efectivo que recibió el primer ministro Ehud Olmert como soborno

USHI DERMAN

Nuestra historia comienza en el verano de 1901. Teodoro Herzl tuvo una brillante idea: dar al Sultán turco un regalo, no un regalo cualquiera, sino la tecnología más avanzada de la época: una máquina de escribir con letras árabes. Ya sea por simples razones de oferta y demanda, o por un enfoque occidental condescendiente, como lo habría llamado Eduard Said, es un hecho conocido que hasta principios del siglo XX no se podía encontrar ni una sola máquina de escribir con letras árabes. Herzl, que calificó al sultán Abd Al Hamid II como un Faraón moderno, un destinatario de la demanda “deja ir a mi pueblo“, trató de llegar a su corazón de casi cualquier manera posible, incluido el “bakshish” (soborno).

El historiador Mordejai Naor desarrolla la historia de la “máquina de escribir para un estado judío” en su libro (הראשונים: סיפורים מן העאלוהה לארץ ישראל), Naor trae la correspondencia entre Herzl y el Prof. Richard Gottheil, un orientalista judío de fama mundial, que Herzl designó como su negociador con “Remington”, un fabricante estadounidense de máquinas de escribir. Iban a pedir una obra especial de Remington: un prototipo de una máquina de escribir árabe, para regalarle al sultán un regalo extraordinario.

Primero tenían que encontrar los fondos para el proyecto. Remington exigió 300 dólares por el prototipo, que era una gran cantidad, y Gottheil logró negociar hasta que acordaron 150. Herzl enfatizó que Gottheil debía mantener toda la operación en secreto e insistió en que urgiera a los hombres de Remington, ya que el tiempo era un factor. Herzl se dio cuenta de que la fecha límite que él mismo se fijó para fines de diciembre de 1901 no podía cumplirse.

Inscripción que data de 1903 en la sinagoga “Istipol”, Estambul, Turquía, 1980 Foto: Izzet Keribar, Estambul. Beit Hatfutsot, Centro de Documentación Visual de Oster, cortesía de Ciacomo Saban, Roma

Gottheil le escribió a Herzl: “Tuve varias reuniones con la gente de Remington, no pueden comprometerse en una fecha determinada, la máquina de escribir árabe no estará lista antes del próximo Congreso Sionista, es hecha a mano, porque todavía no terminaron todo los preparativos, también la maquinaria especial esencial para el montaje de la máquina todavía está en etapas de planificación. Te enviaré un telegrama cuando tenga respuestas claras“.

Los problemas y retrasos no terminaron allí, ni varios problemas técnicos. “Hay una dificultad con respecto a la forma de las letras árabes. Aunque puedo escribir en árabe con bastante fluidez, parece que no soy capaz de hacer un patrón satisfactorio a partir del cual puedan grabar las letras de la máquina“, Gottheil escribió a Herzl en otra carta.

Herzl localizó a un estudiante turco que los ayudó a hacer los patrones. Entonces las ruedas se pusieron en movimiento, y en enero de 1902 Gottheil le envió a Herzl un telegrama que le informaba que la misión se había llevado a cabo con mucho éxito. Gottheil estaba tan feliz, “la máquina funciona maravillosamente y estoy feliz con este éxito. Creo que podremos enviarte la máquina de escribir para fines de la próxima semana“. También estaba feliz de anunciar que logró obtener la firma del Sultán, que fue impresa en la máquina.

Retrato de Teodoro Herzl (1860-1904). Beit Hatfutsot, el Centro de Documentación Visual de Oster, cortesía de Nurit Bakscht

Herzl estaba tan contento que no pudo contenerse más y reveló el gran secreto en una carta explícita al Ministro de Ceremonia turco Ibrahim: “Estoy a punto de enviar un pequeño regalo a su alteza el Sultán, una sorpresa que espero le gustará, ya que creo que no había visto nada parecido en Turquía. Es una máquina de escribir con letras árabes, que ordené especialmente en América. Un profesor de Lingüística Oriental en la Universidad de Nueva York se encargó del grabado de las letras, lo cual es muy complicado, y espero recibir la máquina dentro de unas semanas“.

Tres semanas después de que la máquina de escribir fuera enviada desde Nueva York a Viena, a bordo de “Fenicia”, aún no había llegado. Profundamente preocupado y frustrado, Herzl le envió un telegrama a Gottheil: “Es vergonzoso. Inducí a los turcos, basándose en la información que me dieron, a pensar que la máquina llegaría en unos días, y me temo que Remington no nos trata respetuosamente”.

Pasaron dos semanas más y el misterio quedó sin resolver. Herzl instó a Gottheil a verificar con Remington, o con la compañía naviera, qué sucedió con la preciosa carga. “Estoy lleno de vergüenza, principalmente por mi promesa a los turcos“.

Finalmente, resultó que el nombre en el envío era Theodor Hirtz en lugar de Herzl, y que el cargamento llegó al Sr. Hirtz, que también residía en Viena, y no tenía nada que ver con la operación. Este último obstáculo también se eliminó, y finalmente, el 24 de marzo de 1902 llegó el presente a Herzl, que lo esperó en el puerto de Rotterdam en Holanda. Herzl envió una carta a Gottheil en la que le agradecía y elogiaba por sus esfuerzos, y agregaba: “la máquina es maravillosa. En un par de días, la enviaré a Constantinopla acompañada de un experto en mi nombre“.

Nahum Sokolow, Theodor Herzl, Max Nordau y David Wolffsohn en el 1er Congreso Sionista, Basilea, Suiza, 1897. Beit Hatfutsot, el Centro de documentación visual de Oster, colección Sonnenfeld

Después de todos estos tormentos y tribulaciones, Herzl descubrió que todos sus esfuerzos fueron en vano, ya que el Sultán simplemente negó el regalo sin una palabra de explicación. Aunque estaba acostumbrado a recibir los rechazos del Sultán, esta vez Herzl no pudo ocultar su insulto y enojo, y le escribió una carta al Sultán en mayo de 1902, revelando lo herido que se sentía, de que su modesto regalo fuera rechazado.

Muchos años después, cuando Mordejai Naor contactó a “Remington” y deseó conocer todos los detalles de la historia, respondieron que había pasado demasiado tiempo y que no tenían un registro del caso. Pero es un hecho que a comienzos del siglo XX Remington comenzó a fabricar máquinas de escribir árabes. Naor cree que es posible que el encargo hecho especialmente por Herzl fuera el prototipo original de esa línea. Entonces, aunque a un líder árabe pudiera no gustarle la suposición, es posible que el visionario sea el estado judío, había sido una gran contribución al desarrollo de la cultura árabe impresa.

Fuente: The Museum of the Jewish People / Traducción: Silvia Schnessel / Reproducción autorizada con la mención: © EnlaceJudíoMéxico