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Enlace Judío México.- Adam ha sido creado. Dios lo ha puesto en el Edén y piensa, qué regalo puede entregarle para su satisfacción, en esa entrega que es luz de la luz, Dios decide regalarle las Letras Sagradas, mostrarle una a una las potencias de esos recipientes casi divinos que Él mismo ha utilizado para crear al universo. A imagen y semejanza- le dice- podrás crear tú mismo, lo que desees, a imagen y semejanza podrás nombrar el mundo que te he dado y al hacerlo engendrarás el mundo.

JENNY ASSE CHAYO

Dios le dio a Adam no solo el Edén como el Espacio de la Eternidad que salió del propio Nombre Eterno, si no que le mostró los instrumentos con los que había creado cada estrella, cada luna, cada hierba, cada bestia del campo, los peces y el sol, la noche y el día, de la Luz de Su Aliento divino en la divinidad misma de la entrega.

Y pasó Dios frente a la mirada de Adam, los recipientes sagrados, para que Adam conociera los misterios del Nombre de Dios y de la Creación para que pudieran conversar con la conciencia misma de la totalidad. En esa visión de la Luz de las Letras Divinas, que eran la Ciencia misma, Adam podía mirarlo todo, y podía atravesar los mundos que Dios había creado, con la luz de cada letra salida del Nombre de Dios, del aliento de Su Nombre que Él Mismo, en soplos de luz intensa e infinita, había creado, de Sí Mismo, de Su Misma inteligencia divina, de Su Cabeza o Mente Santa, de la parte más elevada de Sí Mismo, Brosh, it, בראשית–( ב///ראש ) .

Adam miró las letras embelesado, cada una de ellas era un mundo y la posibilidad de un mundo y el continente de un mundo. Entonces Dios se las dio en sus labios y le dijo que podría nombrar toda la Creación, suyos serían pues los animales y las flores, los árboles, los peces, la luna, las estrellas, los signos del Zodiaco, porque en el Edén de Adam toda la creación de Dios florecía junta, y Adam podía verla toda, admirarla toda, nombrarla toda y al hacerlo dominar el universo con el puro nombre.

Dios advirtió a Adam que las letras eran sagradas, tanto como Él Mismo, que ellas serían la Luz de Su Intelecto, y la Ciencia que saldría de su inteligencia perfecta e inocente, ellas también serían el vehículo a través del cual Adam hablaría con Dios y lo escucharía, todos los días en el instante que quisiera, cada una de las treintaidós letras divinas serían un conducto perfecto de la comunicación entre Dios y Adam, Su primogénito, El Hombre de Sus Sueños. Sólo había una letra, una sola que Dios prohibió a Adam nombrar con sus labios, no podía probarla, era una letra dulce y sagrada, buena a la vista y a todos los sentidos, pero esa Let-ra si era probada provocaría la corrupción de sí mismo, su caída, su expulsión de la visión perfecta, exacta y más luminosa de la divinidad, que jamás nadie podría inteligir, probar esa Let-ra, significaría para Adam poner enormes velos entre él y Dios, Su padre, el Creador de los Cielos y la Tierra, de los mares, las galaxias y los universos todos, el Creador del tiempo y de los días, del descanso y de la nada, de la oscuridad y de la luz.

Adam entendió muy bien, habló largamente con Su Padre en esa intimidad que nadie nunca logrará entender. En el diálogo del amor más cercano inimaginable ahora a la mente humana.

Después Dios creó a Eva, para compartir la Creación con el hombre y ella también fue advertida del peligro de la Let-ra prohibida, si ésta era pronunciada, probada, la luz del Universo escaparía en un instante, y mucha oscuridad habría entre Dios y sus hijos, no podrían verlo igual que antes: y eso para ellos sería como la muerte misma.

Todo sucedió en un instante, inimaginablemente, un instante amargo para todos, incluso para Dios mismo, quien habría de ver cómo Su Mundo, El Gran Edén en el que crecerían los hombres y las mujeres, los hijos de Adam y Eva, sería cerrado para ellos, pecadores, que no merecerían volver a él hasta que Dios tuviera a bien perdonarles su pecado.

La letra más hermosa, contenía hiel en su centro, veneno para el alma y para el cuerpo, para el espíritu y el intelecto.

Todas las letras se rompieron, hubo una fractura en todos los mundos, los continentes como signos fueron fragmentados: Big Bang de nuevo, Big Bang en el instante más luminoso y perfecto de la relación Dios, hombre y universo.

Cada una de las letras sagradas, salidas del Nombre Santo del Eterno se rompió en la explosión, el hombre y la mujer fueron heridos por la herida eterna del amor y la orfandad, lejos de la intelección exacta y precisa de Su Dios, lejos del Edén y de ellos mismos, lejos de cada signo, recipiente de la Luz del Aliento Divino, van inusitados y ellos mismos rotos de sí mismos, antes Evadan, AdamJava, Javadán, ahora, Adam y Eva, dos para siempre sepultados en el mundo, el otro, el que ha caído más allá de Dios, nunca más a Imagen y Semejanza, nunca más en el Amor y el Conocimiento Perfecto de Lo Eterno del Nombre de Su Dios.

Silencio y más silencio, explosión, ruido, ansia de la nada que triza la nada que troza la nada, la nada silente y estruendosa, la nada atenta a la destrucción y a la caída.

Adam tuvo a bien abrazar trozos de letras, no quería irse de su Padre celestial, vacío, sin nada, abrazó todo lo que pudo, y alcanzó a rescatar algunos trozos de esas Letras perfectas y Santas que habían salido de la Boca de Su Padre Dios.

Abrazado a los fragmentos salió del paraíso, Eva avergonzada y silente, culpable, incrédula, imprecisa imitó a Adam y alcanzó también a abrazar fragmentos de continentes divinos, que en sí mismos llevaban la Luz de Dios.

Pero el mundo había caído ya, la verdad como man/zana estaba carcomida, cada recipiente fue fragmento de los labios de Dios.

Desde entonces, Adam y Eva han soñado con reconstruir cada una de las Letras, extrañan a Su Padre Celestial, saben que si lo logran podrían verlo con toda Su Luz, hablar con Él, pedirle el perdón más perfecto que puedan pedir. Pero Dios en el Paraíso, ha puesto espadas de Fuego que no los dejan entrar, Él aún no quiere verlos, pero ellos saben que pronto, en algún momento Él los perdonará, ellos Lo conocieron, era el Ser más misericordioso del Universo, por eso les creó un mundo, veintidós mundos, treintaidós mundos que ellos podían Leer a Plenitud.

Dios piensa, quizá haya llegado el día en que habrá de perdonarlos, Dios se siente como una madre que los extraña y ahí quizás, ahí en ese sentimiento de Su Entraña Vacía, los llame de nuevo y les abra las puertas de La Casa Original, las puertas del Paraíso.

 

 

 

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