ENLACE JUDÍO : -Vida de la mujer  más ingeniosa de la capital del mundo , borracha de talento y  sarcasmo para retratar la existencia  neoyorquina en la primera mitad del S .XX.


Sus amigos la llamaban  Punto -Dot -e incluso Dotie (diminutivo de Dorothy) . De apellido, Rothschild. Pero era tan autocrítica que,  cuando se divorció de Edwin Parker,  dijo que se había casado solamente para poder ser una Parker. (Una prestigiosa y antigua firma de plumas estilográficas)

“Por las mañanas, lo primero que hago es cepillarme los dientes y afilar la lengua”. La lengua de Shakespeare, por supuesto, que era de lo que vivía. O al menos la que usaba para criticar el mundo moderno, mecanizado y capitalista, lo cual le producía el dinero suficiente para comprar el alcohol necesario para soportarlo.  Fuera de una mansión en Beverly Hills, una casa en Pensilvania o varios apartamentos en la Gran Manzana, no tuvo jamás casa: vivía en el Hotel Volney.

Nacida por casualidad en New Jersey, pero hija predilecta de New York City, el mundo tuvo el discutible placer de recibirla el 22 de agosto de 1893. Su violento padre, magnate textil, Jacob Henry Rothschild; su madre, Eliza, murió cuando ella tenía cinco años. A la nueva esposa de su padre no la llamó siquiera por su nombre y mucho menos mamá o madrastra. Para ella era el  ama de llaves.

Con 21 años vendió su primer poema a Vanity Fair y fue de inmediato contratada. Lo dejó a los pocos meses, para trabajar en Vogue. De ello dijo: “Las mujeres que trabajaban en Vogue eran las más amables que he conocido, pero no tenían nada que hacer en esas revistas (…) Ahora las editoras son lo que deben ser: todas divorciadas y chic, una colección de ‘Ilka Chases’; las modelos parecen haber salido de la mente de Bram Stoker, y en cuanto a los escritores de pies de foto, mi antiguo trabajo, están recomendando mangos de visón a 75 dólares cada uno para los extremos de madera de los palos de golf. La civilización está llegando a su fin”. Harta de todo volvió a Vanity Fair, de donde la echaron porque las críticas de teatro que escribía eran tan destructivas como si las escribiera sobre sosa cáustica en vez de  papel.

Mientras en San Petersburgo se efectuaba la Revolución Rusa, ella conoció a un broker de Wall St. , Edwin Parker, con quien se casó  poco antes de perderle de vista, pues  él zarpó para Europa  a combatir en la Primera Guerra Mundial.

Era la voz más descuartizadora  en  ‘El círculo vicioso del Algonquín’, una tertulia literaria en el hotel de mismo nombre donde almorzaban casi todos los días los miembros de la mesa redonda de Algonquín: las plumas más aceradas de la prensa neoyorquina de los años ´20. Fue ahí donde nació su fama como un agujero negro que absorvía todo tipo de ingenios. y entre ellos, Harpo Marx, de los Hermanos Marx, por sólo poner un ejemplo. Fue desde ahí como llegó a ser plantilla fija del recién fundado The New Yorquer.

Dot era una cuentista; durante quince años publicó siete libros de cuentos y poemas de mucho éxito. Llegó a ganar el premio a mejor cuento de 1929 con una narración titulada “La gran rubia”. Por contra, su vida personal era un desastre: divorciada, quedó embarazada de un amante , tuvo un aborto espontáneo, entró en una depresión y vivió el primero de sus tres intentos de suicidio.

En 1934 se casó por segunda vez con Allan Campbell y se trasladaron a vivir a Hollywood. Allí escribió el guión de Ha Nacido una Estrella. Y mientras tanto,  ayudó a fundar al Liga Anti-nazi, lo cual despertó sospechas en los Estados Unidos sobre su presunto comunismo, espiada e investigada por el FBI, que la tenía en la lista negra de Hollywood. Como tenía problemas por ello para ser contratada, al estallar la Guerra Civil española viajó a España para apoyar a la República. Y escribió un cuento sobre ello.

De regreso a EE.UU, escribió hasta 1962 críticas para la revista Esquire. Dado su alcoholismo,  algunas eran ininteligibles. Pero era venerada, temida, imitada e inigualable. Hasta hubo canciones, como una de Cole Porter, que se hacía eco de lo que decía todo el mundo: “como decía Dorothy Parker….”

Murió en la habitación de su hotel, borracha perdida, de un ataque cardíaco, en 1967. Su albacea fue la dramaturga y amiga Lilian Helman, que donó todo a la fundación de Martin Luther King. Incinerada, nadie reclamó sus cenizas en 20 años, hasta que la misma fundación compró para ella una tumba. Pusieron como epitafio el que ella había pedido: “Perdónenme el polvo”.

A los tres años de morir se escribió su primera biografía: por John Keats. Ella, que cuando un médico le dijo que si no dejaba la vida moriría en tres meses y ella exclamó: Promesas, promesas!

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